30 de junio de 2012

Hagan juego... y fumen, señores

SIGO en la prensa las noticias sobre la posible construcción, en las proximidades de Madrid o Barcelona, de un fastuoso casino ante el cual, según dicen, palidecerán los más afamados de Las Vegas. Los promotores de ese enorme templo consagrado al juego, al que rodearán hoteles, campos de golf y auditorios, están encabezados por un tal Adelson, multimillonario americano dueño de establecimientos similares en medio mundo y feroz opositor a Obama por su “política económica socialista”.

Según leo, las autoridades de las dos grandes urbes españolas están librando una ardua batalla para conseguir el favor de tan respetables empresarios y que sea su feudo el que termine recibiendo los montones de dólares que traerá Eurovegas, que es el nombre que le han puesto a la cosa. De dónde proceda la plata no parece preocupar. Y a quienes pudieran inquietar prácticas entre ruletas y naipes contrarias a la moralidad y buenas costumbres de los lugareños, una garantía: “no estamos en el negocio de promover el vicio”, como se ha apresurado a aclarar uno de los industriales. Curioso negocio, por cierto: promover el vicio.

Coincido con quienes auguran que estos señores lograrán eliminar los inconvenientes legales que, según algunos opositores al proyecto, debieran hacerlo inviable: que si los ganadores de premios han de pagar impuestos, que si en España no se permite jugar a crédito, que si hay que impedir a toda costa el blanqueo de dinero... Minucias. Seguro que asesores a docenas, cercanos a los despachos en que se toman las decisiones, están trabajando ya para convencer a quien sea preciso.

Es cierto que la última exigencia de los americanos resulta dura de roer. Derogar la ley que prohíbe fumar en lugares cerrados es difícil, por mucho que lo pidan con la loable intención de que los jugadores puedan combatir la ansiedad a base de nicotina. Difícil, pero no imposible. A fin de cuentas, ¿qué es una ley como esa para una mujer que, tras atragantarse con una sentencia del Tribunal Constitucional, sugiere la eliminación del mismo? Pecata minuta. La señora Aguirre, cuya versatilidad le permite encabezar las protestas por la subida del IVA un día y aplaudir que se suba al siguiente, ha declarado con su singular desparpajo: "Evidentemente, la prohibición de fumar se cambiará". Así da gusto, se estarán diciendo los de los maletines.


Publicado en El Periódico Extremadura
  

23 de junio de 2012

Protestas politizadas, por supuesto

PESE  A que debiéramos estar ya curados de espanto, me llamaron la atención las recientes declaraciones del presidente de la Federación Extremeña de Municipios, en línea con otras anteriores del consejero de Salud, según las cuales «muchas protestas por el cierre de los PAC están politizadas». Me hicieron recordar aquella advertencia de los padres a sus hijos en los años de la dictadura para que no se metieran en política. No porque hacerlo fuera algo de lo que avergonzarse, sino por los riegos que entrañaba. Otra cosa era apuntarse al Frente de Juventudes o a la Sección Femenina, claro. Entonces no había problema.

Manifestación en Quintana de la Serena
Cuando estos señores del Partido Popular intentan desautorizar tan burdamente las protestas ciudadanas, ¿hablarán a título particular o recitarán un argumentario de su partido? Lo digo porque, más o menos abiertamente, desde las filas de su organización se está descalificando la actividad política casi a diario. Lo ha hecho también Monago, al afirmar con desdén que sobran políticos en España; lo que, amén de paradójico, resulta confuso. Paradójico porque bien pareciera que él no fuera uno de ellos, un político, y confuso porque colocar la misma etiqueta a Esperanza Aguirre y al alcalde de Marinaleda, pongamos por caso, es como confundir churras con merinas.

Pero, volviendo al principio, ¿cómo no van a estar politizadas unas protestas que responden a decisiones de carácter político tomadas por ministros y consejeros que ocupan esos cargos en virtud de su militancia en un partido? ¿El cierre de centros sanitarios es acaso un acuerdo de una junta de accionistas? ¿De los socios de un club deportivo? Descarto que para los dirigentes del PP toda protesta ciudadana sea subversiva, pero a veces parecen esforzarse en que creamos lo contrario. Debieran ser más respetuosos con la inquietud de la gente, especialmente cuando se manifiesta de forma pacífica y civilizada.

Existen razones para sospechar que estos nuevos valores del Partido Popular pertenecen a la escuela de pensamiento –es una forma de hablar– de aquel general golpista que tenía el cinismo de aconsejar a sus ministros que hicieran como él y no se metieran en política. Además de a pegar tiros, era un tipo muy aficionado a despotricar contra los que llamaba politicastros. Acuda el lector al Diccionario y decida si el término ha perdido vigencia.

Publicado en El Periódico Extremadura
   

15 de junio de 2012

Un debate falto de objetividad

AUN A RIESGO de aburrir al lector, creo conveniente volver sobre el debate abierto tras la propuesta del presidente de la Junta de reducir el número de diputados en la Asamblea de Extremadura. Todas las opiniones son libres, pero ciertos datos debieran manejarse con más rigor del que se está teniendo.

En primer lugar, procede insistir en que la disminución en 20 del número de diputados no supondría una pérdida de pluralidad en el Parlamento. El método D'Hont es un algoritmo aritmético, neutral. Lo que ocurre es que, aplicado en circunscripciones con solo 4 o 5 diputados, como las extremeñas en el caso de las elecciones generales, deja a los partidos minoritarios –o, mejor dicho, a todos salvo los más grandes– fuera del Parlamento. Cuando, como es el caso de las elecciones autonómicas, en cada provincia se eligen 20 o más diputados, la diversidad está asegurada, más aún si se elimina cualquier barrera para entrar en el reparto.


Carecen de fundamento, pues, las objeciones del PSOE a la propuesta de Monago basadas en que, de prosperar, se perdería pluralidad en Mérida. Es llamativo, por otra parte, que ese motivo sea alegado por quienes en su día decidieron exigir un mínimo del 5 % de los votos para acceder a la asignación de escaños. En cuanto a que tras el propósito de ahorro aducido por el PP se esconda un rechazo genérico a la participación ciudadana en política, no deja de ser una hipótesis factible, pero incomprobable.

Izquierda Unida, por su parte, sugiere que si de verdad se tratara de ahorrar bastaría con reducir el salario de los diputados. Pues sí, es una posibilidad no desdeñable, pero que no resta razones a la otra. Aunque la medida anunciada por Monago tendría un efecto más ejemplarizante que significativo en unos presupuestos multimillonarios, ¿por qué no combinar las dos opciones, reducción del número de escaños y disminución de los salarios?

Finalmente, se está barajando otro criterio que me parece peregrino: el de que si el Ayuntamiento de Badajoz, por ejemplo, tiene veintitantos concejales, el parlamento regional, en proporción a la población que representa, no podría tener solo 45. Aplicada esa regla de tres al caso del Congreso de los Diputados, sus señorías tendrían que reunirse en el estadio Bernabéu. Mejor que siga el fútbol, ¿no les parece?

Publicado en El Periódico Extremadura


14 de junio de 2012

La propuesta de Monago

ME SURGEN algunos comentarios ante el anuncio del presidente de la Junta de que propondrá a la Asamblea que el número de diputados que la formen en el futuro sea de 45 en lugar de los 65 actuales y que el porcentaje mínimo para participar en el reparto de escaños baje del 5 al 3 %. El primero, de carácter técnico, es que, según se publicó ayer en este periódico, tanto si en el sistema propuesto se mantuvieran las dos circunscripciones actuales (respetando la proporcionalidad ahora vigente en el número de diputados correspondientes a cada una), como si se unieran en una sola, la composición porcentual del nuevo parlamento, partiendo de la distribución de votos de 2011, no diferiría gran cosa de la actual. Ningún partido alcanzaría mayoría absoluta y solo PP, PSOE e IU obtendrían escaños (22, 21 y 2, respectivamente).

'El Periódico Extremadura', 13.06.2012

De otro carácter es la consideración de si la propuesta obedece al convencimiento de que 45 diputados podrían realizar sin merma de la tarea legislativa el trabajo que ahora realizan 65 o si más bien se trata de una medida populista que pretendiera, por un lado, distraer la atención de la sociedad extremeña de la política de recortes llevada a cabo por el gobierno regional y, por otro, alcanzar el aplauso fácil de una población harta de problemas que acogerá gustosa cualquier decisión que vaya contra los políticos, a los que ahora se atribuye, sin matices, el origen de todos nuestros males.

Respecto de lo primero, soy de quienes creen que, en efecto, se produjo en los años de eclosión autonómica una proliferación de costosos organismos que difícilmente se justificaban por su necesidad. La mayor parte de los diputados regionales son unos perfectos desconocidos para la mayoría de la gente y no parece que el trabajo que llevan sobre sus espaldas se las curve en demasía. Reducir su número, más que un ahorro de importancia, puede constituir un buen ejemplo de austeridad. Desde ese punto de vista, y dado que se mantendría la pluralidad de la cámara, bienvenida sea la propuesta de Monago.

Ahora bien, si lo que en realidad se pretendiera fuera alimentar en la opinión pública un rechazo sin matices a la política y distraerla con maniobras que enmascaran el fondo de los problemas, la propuesta sería de un oportunismo peligroso y, por ello, rechazable. Su autor sabrá cuál es el caso.

Publicado en El Periódico Extremadura
 
 

9 de junio de 2012

Generalizaciones peligrosas

SUELO frecuentar Twitter, la red social de microdiálogos en la que, como se sabe, mediante textos de un máximo de 140 caracteres se intercambian noticias y opiniones sobre mil asuntos: lo que esté ocurriendo en cada instante en cualquier lugar del mundo o lo que la propia red esté convirtiendo en tema de discusión. El reto al que este medio enfrenta es el de aunar brevedad y precisión.

A los realizadores de algunos programas de televisión debe de ocurrirles lo mismo que a los tuiteros. Emitir un debate de carácter político íntegramente y sin que medie un montaje que lo fragmente en trozos digeribles lo haría aburrido para una audiencia con el mando a distancia en ristre, de modo que usan sin complejos el corta y pega. Lo peligroso es que ello conduzca a difundir medias verdades. Los 140 caracteres de Twitter o los 140 segundos de televisión –por así decir– entrañan ese riesgo.

Carmen Álvarez (PP) y Concha Gutiérrez (PSOE)
Pensaba en ello hace unos días, mientras veía a un conocido periodista, muy hábil para sacar a sus entrevistados lo que estos no siempre quieren decir, sentando a su lado a dos diputadas, una del PP y otra del PSOE, portavoces en la Comisión de Empleo de sus grupos parlamentarios. Hablaban sobre el paro. La sensación que las imágenes producían era lamentable. A primera vista, las dos señoras parecían más interesadas en repetir tópicos que en argumentar sobre el principal problema de la sociedad española.

Sin embargo, a raíz del rechazo generalizado que hacia ambas se produjo en Twitter, antes incluso de que la emisión finalizara, me asaltó una duda. ¿Se hubiera producido tal unanimidad en la condena con un montaje de la entrevista que hubiera destacado más la diferencias entre las parlamentarias, que hubiera seleccionado otros fragmentos de los discursos? ¿No se estaría alimentando conscientemente entre los espectadores ese prejuicio tan extendido de que todos los políticos son iguales, que solo buscan el propio beneficio, que da igual el color del carnet, pues solo de medrar se trata?

Dar pábulo a esa falacia, incitar a una condena indiscriminada de la mal llamada clase política, es una irresponsabilidad. Sobre todo porque puede facilitar que el día menos pensado un mesías se ofrezca a salvar la nación y una población (más que ciudadanía) desengañada se lo permita. Todos debiéramos saber en qué terminan tales experiencias.
 
Publicado en El Periódico Extremadura

2 de junio de 2012

Rajoy: Entre la nada y el vacío

EN LOS DIFÍCILES días que nos está tocando vivir no faltan opciones para mantenerse informado, leyendo en mil sitios a sociólogos y economistas, oyéndolos en las muchas tertulias en que su probada ubicuidad les permite participar... Lamentablemente, carezco de la formación requerida para aprovechar al máximo sus análisis, aunque, en general, estos hombres (hay pocas mujeres entre ellos) resultan más certeros explicando lo que ya ha ocurrido que vaticinando el futuro, por próximo que este sea. Hasta ahora, cuatro o cinco años después del inicio de la crisis, no han dado ni una en el clavo.

Sin embargo, mi ignorancia de la ciencia económica no me impide percatarme de la extraordinaria simpleza, rayana en la bobaliconería, con la que se pronuncia sobre la situación el presidente del Gobierno, siempre navegando entre la nada y el vacío. No crean ustedes que juzgaba mejor a su predecesor, el ahora consejero de Estado Zapatero, a quien parece que aquellas famosas dos tardes de clases particulares de economía no le fueron suficientes, pero coincidirán conmigo en que la escasez de recursos argumentales de Rajoy está batiendo récords.

Sobran ejemplos para justificar lo que digo: si se le pregunta sobre el pago del IBI por parte de la Iglesia (asunto sobre el que más le valdría al PSOE mantener un prudente silencio), Rajoy lo descarta debido a «la que está cayendo», razón tan precisa que solo puede ocurrírsele a quien hace las cosas «como Dios manda». En otras ocasiones recurre a la que llama seriedad de nuestro país, cosa que nadie sabe muy bien en qué consiste: «España va a recuperar muy pronto su credibilidad» porque es un «país serio y solvente». Tampoco desdeña promesas en que nadie cree: «no va a haber ningún rescate de la banca española». ¿Lo vieron ustedes en la rueda de prensa del pasado lunes?

Como les decía, me gustaría disponer de la formación necesaria para entender mejor este período tan crítico de nuestra época. Pero aún me gustaría más saber que, si yo no, al menos dispusieran de esos conocimientos quienes toman decisiones –o las acatan– que están empeorando nuestro sistema de vida. Si la forma en que hablamos es reflejo de la consistencia de nuestro pensamiento, me temo que Rajoy no figura ni entre los sabios ni, mucho menos, entre los que verdaderamente deciden.

Publicado en El Periódico Extremadura