16 de junio de 2013

Efecto llamada y otras demagogias

ADMITAMOS que las oposiciones fueran el mejor sistema para seleccionar a los candidatos más idóneos para el ejercicio de ciertos servicios públicos. Así, al menos, deben de creerlo quienes, en vez de utilizar otros métodos, siguen convocándolas con mayor o menor frecuencia para ocupar puestos de médicos, profesores o bomberos, pongamos por caso.

Puede que pensarlo sea consecuencia de la pérdida de neuronas que trae consigo la edad provecta, como la mía, pero me atrevería a decir que cuantos más opositores haya a una plaza mejor será el seleccionado y, por tanto, mejor el servicio que preste a la comunidad. De estudiante, muchos de mis mejores profesores eran de otros lugares distintos del mío y, como profesor, muchos de los colegas cuya trabajo más admiré tenían un deje en el hablar diferente al de los nacidos en los pocos metros cuadrados en que me tocó vivir.

Pero claro, se encuentra uno con tipos como el de la noticia adjunta. Un tipo supuestamente responsable de que los niños y adolescentes extremeños tengan los mejores maestros que sea posible. ¿Y de qué se enorgullece el menda? ¿De haber ingeniado un revolucionario y excelente procedimiento de selección? ¿De buscar bajo las piedras para hallar los mejores docentes?




«¡Quite, hombre!», me dirá el lector, «¡está usted agilipollado!» ¡Cómo va a preocuparse el ilustrisimo señor de tales cosas! Lo que le enorgullece es haber evitado el dichoso "efecto llamada", invento lingüístico donde los haya. ¡Qué genios! ¿O acaso en otros lugares no exigen a los futuros profesores, qué sé yo, que conozcan un idioma distinto del de Isabel y Fernando? ¿O acaso, si en otros sitios fueran asnos, habríamos nosotros de serlo menos?

Yo no tengo nada contra los nacionalismos. Sean de primera, de segunda, o de tercera división. Ni siquiera contra los de primera o segunda regional. Pero, habré de reconocerlo: los de tercera regional con posibilidad de descenso me sacan de quicio. (En realidad sé que no se trata de nacionalismo, sino de demagogia de vía estrecha y réditos anchos).