31 de octubre de 2009

No nos merecemos tanto sinvergüenza

INTENTO mantenerme bien informado. Leo los principales periódicos cada día, consulto varios de los muchos blogs que tratan de la actualidad política, escucho atentamente un par de los debates que cada noche ofrecen algunas televisiones... y, como supongo le ocurrirá al lector, sufro tentaciones cada vez más fuertes de mandar todo a paseo. Estoy aburrido de las interminables batallas cainitas entre los bandos del Partido Popular, que quizás no tengan por líder al santo Job, pero entre cuyos militantes, honrada como supongo la mayoría de ellos, debe cundir el desánimo visto el espectáculo que sus dirigentes están ofreciendo. Estoy cansado de la falta de capacidad de entusiasmar a la ciudadanía de un PSOE en el que se echa de menos el impulso ético del que tiempos atrás alardeaba.

Aburrimiento, cansancio pero, sobre todo, indignación por los mil y un caso de corrupción que, cual gota malaya, nos torturan día tras día, de manera que cada nuevo paso por los juzgados nos sorprende menos que el anterior, como si nos fuéramos habituando al robo, al expolio. Leo en un diario que en los años noventa uno de cada tres diputados italianos estuvo imputado por delitos económicos. ¿Es posible que algo parecido llegue a suceder aquí? Se dirá que lo bueno de una democracia es que la suciedad termina saliendo a la superficie. Es posible, pero ¿quién explica por qué tarda tanto en salir? Y no parece existir lugar libre de la plaga. Apellidos que se mencionaron en casos lejanos geográficamente de nosotros, se repiten en otros cercanos; siglas que se asociaban a la honradez centenaria aparecen manchadas en municipios como Santa Coloma de Gramanet...

Es tremendo decirlo, pero cada vez parecen existir más motivos para dar la razón a quienes opinan que los partidos políticos, al menos los mayoritarios, los que pueden repartir prebendas y sillones, están infestados de truhanes y gente que ha hecho de su militancia un próspero modo de vida. La honrada ciudadanía no se merece tanto sinvergüenza.

24 de octubre de 2009

¿Aznar presidente de la República?

HACE unos días, formando parte del programa de Ágora, el debate peninsular, tuvieron lugar en Cáceres diversas conferencias sobre “Portugal y la familia real española”. Resultaron de interés, aunque en ellas apenas se hablara sobre la monarquía y la república como formas de Estado, tema que habría sido digno de consideración, pues dado que ambos sistemas se hallan asentados a uno y otro lado de la Raya se hubieran podido obtener conclusiones fehacientes sobre sus semejanzas y diferencias, sobre sus respectivos pros y contras.

El caso es que tras ser reiteradamente presentada Villa Giralda – la mansión del Conde de Barcelona mientras vivió en Estoril– como lugar de obligada peregrinación durante el franquismo de todo español demócrata –como si no hubieran sido muchos más los que se vieron obligados a peregrinar a Carabanchel– en una de las conferencias se repitió un argumento muy en boga últimamente para evidenciar la supuesta ventaja de la monarquía –parlamentaria, excuso decirlo– frente a la república. Se preguntó al auditorio si éste podía imaginarse una república presidida por José María Aznar o Felipe González.

Cuando lo oí, y pese a las evidentes diferencias entre los dos personajes, pensé en dos cosas. La primera, que si uno de los políticos citados hubiera llegado algún día a presidir una hipotética república, lo habría hecho porque los españoles lo habrían decidido en una elección democrática. Y no sólo eso, sino que los mismos que lo hubieran colocado allí habrían tenido al cabo de un cierto tiempo la posibilidad de mandarlo a su casa, algo imposible cuando la jefatura del Estado se recibe en herencia. Y la segunda reflexión que me vino a la cabeza fue que, siendo de pesadilla un Aznar presidiendo el Estado, nadie nos libra de que en el futuro pueda ejercer –que no merecer– esa función, como rey, con carácter vitalicio y por simples razones genéticas, alguien aún peor que él. Sobrados ejemplos hay en la historia de España para justificar lo que digo, ¿no creen ustedes?

17 de octubre de 2009

'Liftings' urbanísticos



HOY EN DÍA, el que no es guapo es porque no quiere. Virtualmente, digo. Coge uno una foto no de muy primer plano, abre el Photoshop, se aplica unos adelgazamientos por aquí, unos estiramientos por allá y ¡ale, ya está, convertido en una beldad!

En la cruda realidad las cosas son más difíciles, y las arrugas, el gesto desfavorecedor, el paso de los años, no son tan fáciles de disimular.

Con las ciudades, con Cáceres en particular, sucede algo parecido. Últimamente, los artistas del diseño y de la venta de humo se muestran incansables. Reformas ideales de plazas y callejas, liftings urbanísticos... En una ciudad seca, calurosa, en la que en verano amarillean hasta las lechugas, se muestran idílicas imágenes de verdor, casi de selva amazónica. Todo sería un divertimento si en el empeño los cacereños no nos jugásemos un dinero que probablemente no tengamos, pero habrá que rendirse al signo de los tiempos, a la virtualidad, al dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Confiemos en que, si la operación llega a consumarse, al menos no sea muy doloroso el postoperatorio.

El globo de Rajoy

SIEMPRE se ha dicho, aunque no sea políticamente correcto, que un bobo engaña a cien. Y ello sigue siendo cierto, incluso más que nunca, gracias a los medios de los que hoy en día dispone el tonto inicial para engatusar a quienes le escuchen.

La otra noche, aburrido del infame vodevil del caso Gürtel, hastiado del alarde de pésima sintaxis, banderitas de España en la muñeca y navajazos que nos han ofrecido los Costa, Camps y compañía, cogí el mando a distancia y me puse a hacer zapping. Hoy, una pequeña antena parabólica te permite ver canales de todo el mundo, de modo que fui pasando de los telediarios chinos (en francés e inglés) a las noticias de la bolsa neoyorquina; de las películas francesas a la información que proporciona de modo continuo Telesur, la televisión venezolana. Y, en esto, la BBC, la CNN, y supongo que otras emisoras, interrumpieron abruptamente sus programas y mostraron en pantalla un enorme globo, con aspecto de platillo volante, que recorría el cielo de Colorado, en los Estados Unidos, y que, según nos contaban, llevaba en su interior un niño cuya vida corría serio peligro.

Lo verían ustedes: transmisión del vuelo desde cámaras instaladas en helicópteros, sesudas lecciones sobre aeronáutica y la influencia en la trayectoria del globo de la temperatura, el viento; entrevistas a expertos pilotos... Finalmente, el globo aterrizó, la policía lo rodeó como a los malos en una película... y todo resultó ser una broma. El niño no había salido de casa.

Millones de personas en todo el mundo embaucadas por el cuento. Pero lo sucedido supera la condición de anécdota y nos debiera hacer reflexionar sobre la necesidad de dudar de cualquier cosa que nos cuenten quienes se mueven en aras, exclusivamente, de la máxima audiencia, aunque sea contándonos una fábula. Y que me disculpe el señor Rajoy si al escribir lo anterior me vienen a la cabeza sus manifestaciones de plena confianza en la honradez de la banda levantina. Es una bobería más gorda que el globo de Colorado.

14 de octubre de 2009

Costa y el subconsciente

DESDE LUEGO, si la sintaxis es reflejo de la forma de pensar, apañados están en el PP con el tal señor Costa. El texto que leyó ayer ante los periodistas, escrito en unos folios sin membrete ni firma, es un dechado de agresiones a nuestro sufrido idioma. Por cierto: en dicho comunicado, escrito todo él en mayúsculas, se comete un lapsus muy significativo. Escribe Costa, refiriéndose a un reloj que le regalaron, cuyo precio según unos fue de 20.000 euros y según él de solo 6.000: "PUEDE QUE ALGUNAS PERSONAS ENCUENTREN PROFUNDAMENTE INAPROPIADO ACEPTAR UN REGALO, PERO PARA MÍ FUE UN REGALO DE UN COMPAÑERO DE PARTIDO, QUE QUISO HACERME A TÍTULO ABSOLUTAMENTE PERSONAL, POR EL AFECTO Y EL APRECIO MUTUO QUE NOS PROCESAMOS".

¿"Procesamos"? Mala jugada del subconsciente, que le hizo cambiar el verbo profesar por ese otro mucho más sugerente... y ajustado, probablemente, a lo que pasa en estos días por su cabeza.



(En la imagen no se ve el reloj, pero sí –¡faltaba más!– la banderita de ¡España, España, España!)

10 de octubre de 2009

Los sonidos de Cáceres

"ALMEJAS a la marinera". Así nos martirizan desde hace días los potentes altavoces que, a bordo de un automóvil que recorre las calles cacereñas, se meten en nuestros hogares sin que nadie –salvo el ilustrísimo ayuntamiento, que habrá visto en esa ruidosa publicidad un mérito para lo de la capitalidad cultural– les haya dado permiso. En el mejor estilo pueblerino que quepa imaginarse. Anuncian una llamada “feria del marisco”.

Ya no tenemos bastante con la propaganda que encontramos en los buzones de nuestras casas, que tiramos directamente a la papelera. Ni con la invasión que hacen de nuestros hogares esas llamadas telefónicas a horas intempestivas en las que esforzados trabajadores que no tienen mejor forma de ganarse la vida nos ofrecen maravillosas ofertas si contratamos con su compañía la conexión a Internet. Tampoco parece bastar con el eterno “ha llegado el tapicero, señora” –a los hombres, que nos den–, que ya forma parte de nuestras tradiciones. Ni con los coches anunciantes de cualquier cosa que si se paran en un semáforo cuando cruzas la calle pueden dejarte los tímpanos hechos polvo. Ahora, como digo, son las almejas, la empanada, el “marisco preparado por los mejores cocineros gallegos”. ¿Y mañana? ¿El queso manchego, la fabada asturiana?

Comprendo que los honrados tapiceros, marisqueros, vendedores de lo que sea, deseen que su negocio prospere y recurran a los medios que juzguen oportunos para vendernos sus productos. Lo que no me cabe en la cabeza es que quienes tendrían que prohibir tan molestas formas de anunciarse las permitan sin pestañear, mientras se les llena la boca con lo modernos que somos o viajan acá o allá a costa del contribuyente para mendigar que nuestra ciudad se constituya en sede de la cultura europea. Nos podríamos ahorrar los gastos que tanto viaje ocasiona. Unos buenos vídeos que junto a las novatadas universitarias recogieran los sonidos habituales de nuestras calles mostrarían mucho mejor que ellos nuestros indiscutibles méritos.

8 de octubre de 2009

"Atentado terrorista" en Afganistán

SI NO lo motivara un suceso trágico –la muerte de un militar español en una acción bélica en Afganistán– lo que voy a referir habría que tomárselo sobre todo como una demostración más de hasta qué punto muchos periodistas, conscientemente o no, utilizan el lenguaje de una forma perversa, engañosa, manipuladora.

Oigo repetidamente en Radio Nacional de España, en todos sus informativos de hoy, que la lamentable muerte del soldado español en dicho país asiático se ha producido en un "atentado terrorista". Y así como me parece adecuado que se utilice esa expresión cuando, por ejemplo, un individuo descerraja un tiro en la nuca a una persona que en ese momento sale de su casa para ir a trabajar, o coloca una bomba en un coche que estalla en un aparcamiento público, me resulta difícil de entender que cuando uno de los bandos enfrentados en una guerra –como ocurre en Afganistán– ataca al otro y en éste se producen bajas –qué si no sucede en una guerra– se acuda al manido "atentado terrorista" para narrar lo sucedido. ¿Falta de profesionalidad de locutores y redactores o, más bien, desprecio de la inteligencia del oyente? Lamentable, en cualquier caso.

3 de octubre de 2009

Impuestos y cuentos chinos

SE HA ESCRITO tanto últimamente sobre la subida de impuestos que acaso sea ocioso opinar al respecto, pero aún pueden hacerse algunas consideraciones basadas, más que en los conocimientos fiscales de cada cual, en el sentido común; sobre todo para que no se confunda el silencio con el asentimiento. Especialmente ahora, cuando tras el vaivén de declaraciones contradictorias de varios miembros del Gobierno, aprobado ya el anteproyecto de Presupuestos Generales del Estado, ciertas conclusiones resultan evidentes.

La primera, que era falso que la subida no afectaría a las rentas del trabajo. Si la supresión de los 400 euros de deducción anual –aprobada en su día como “medida de impulso económico”– no supone que la mayoría de los contribuyentes vea reducida su nómina en unos 30 euros mensuales, entonces no se entiende nada. Pero, además, la subida del IVA producirá un incremento en el precio de bienes y servicios del 2%, con la consiguiente reducción del poder adquisitivo de los asalariados. Puede ser una medida necesaria, pero no está bien que se haya intentado engañar a la gente diciendo que los cambios sólo afectarían a los ricos; término, por otra parte, más propio de un mitin que de una discusión seria. En otros países, por cierto, lo que se ha hecho ha sido justo lo contrario: bajar el IVA. No juzgo la procedencia de una u otra medida, pero es chocante que bajo el pretexto de mantener las prestaciones sociales se aumente un impuesto que afecta especialmente a las rentas bajas.

La segunda consideración es que dada la altísima contribución de la economía sumergida al PIB (algunos la cifran en el 20%) y el enorme fraude fiscal existente en nuestro país, la subida tributaria se aceptaría de mejor grado si, en lugar de hacernos comulgar con ruedas de molino, se persiguiera eficazmente a los defraudadores. A nadie le gusta pagar impuestos, pero sería bueno que, si los pagamos, al menos nos trataran como adultos y no como a niños a los que se puede engatusar con un cuento chino.

1 de octubre de 2009

Donde dije digo...

LO CHOCANTE de este recorte, sacado de la web del Ministerio de Hacienda, no es que hable de la reducción de los 400 euros en el IRPF como una medida de "impulso económico". Lo chocante es que esa página siga activa, hoy, día 1 de octubre de 2009, cuando se dice que por razones de interés general hay que eliminar tal deducción. (Click sobre la imagen para agrandarla).