19 de marzo de 2007

Serenamente, pero hay que responder

COREAN A GRITOS, a riesgo de la integridad de sus cuerdas vocales, “¡España, España!”, como si ésta fuera exclusivamente suya; insultan sin recato al presidente de un Gobierno democrático, utilizan cualquier medio para denigrar a quien no piensa como ellos (o mejor: a quien, por pensar, no les hace el juego); agitan fantasmas inventados cada día; manipulan sin pudor para sus fines espurios, que sólo pueden ignorar los incautos, los sentimientos de muy respetables personas que aún no se han recuperado de grandísimos dolores, sufridos en carne propia o en la de seres queridos. Están desatados.

Primero fueron las maniobras sobre la autoría de los atentados del 11-M. Inventaron patrañas que ni a un ebrio guionista de Hollywood se le hubieran ocurrido. Y como nunca aceptaron el resultado de los comicios de 2004 —el expresidente Aznar llegó a afirmar que "los atentados tenían por objetivo el vuelco en las elecciones"—, ahora consideran que cualquier medio es lícito para volver al poder. Juegan con la buena fe de parte de los ciudadanos que se manifiestan aquí o allí (“toda la gente de bien”, según Rajoy; los demás debemos ser escoria); tergiversando, atribuyendo propósitos innobles al Gobierno, mintiendo por activa y por pasiva, sea sobre la decisión tomada con De Juana, que fue la menos mala de las posibles, o sobre un inexistente proyecto de unión de Navarra al País Vasco. (Abramos en este punto un paréntesis para reconocer que parte de la responsabilidad del caso De Juana correspondió al anterior ministro de Justicia, que llegó a afirmar hace dos años, ante la inminente liberación del etarra, tras cumplir su condena, que se “construiría” un procedimiento para impedir su excarcelación. No supo dónde se metía).

¿Y aquí, en Extremadura? Pues aquí siguen la misma línea que en el resto del país. Y, anunciada la retirada de Ibarra, parecen desconcertados con que el PSOE encabece sus listas electorales con una persona tan moderada que perfectamente podría haber sido candidato en su día de la UCD o de la Democracia Cristiana, si tales términos no fueran antitéticos entre nosotros. Como a éste no le pueden criticar que, por ejemplo, cada vez que acude a Villafranca de los Barros lo primero que haga sea visitar la capilla de su antiguo colegio de curas, los del PP se tiran a la yugular del candidato a la alcaldía de Badajoz por la edición hace años del dichoso catálogo sobre unas fotos —en su ignorancia hablan de “pornografía católica” cuando, en todo caso, sería no católica— que sólo escandalizan a quienes están deseando escandalizarse. Lectores de este periódico, algunos ilustrados y con títulos rimbombantes, se dirigen a su director protestando con santa indignación por un editorial sobre dicho asunto que fue un prodigio de sensatez y mesura. Otros utilizan en su queja expresiones como “partir la boca”. ¡Por Dios! (con perdón: no quiero ser irreverente). Tienen estos nuevos torquemadas unas creencias tan indemostrables como intocables y pretenden que los demás las consideremos teoremas. El cardenal primado de España, nada más y nada menos, afirma que "nunca nuestra querida, noble y cristiana Extremadura, tan amante de la Virgen de Guadalupe, ha sido más humillada; porque nunca la Virgen, que todo extremeño lleva tan dentro de sí, ha sido de ese modo ultrajada”. Caramba, me digo, he de ir urgentemente a que me hagan una radiografía. ¿La llevaré yo también dentro, sin saberlo? ¿O acaso no seré extremeño? Esta gente es capaz hasta de negarme esa condición. ¿Vuelve la anti España?

De modo que, serenamente, sin insultar, pero ejerciendo la libertad que durante tantos años nos negaron los padres ideológicos (en muchos casos también biológicos) de quienes hoy se escandalizan farisaicamente, debieran pronunciarse claramente sobre estos asuntos quienes estén ya hartos de tanta agitación, de tanta mentira, de tanto propósito de imponer particulares criterios religiosos o morales a todos. Y entre los más obligados a pronunciarse sin tibiezas, como ha señalado el secretario general de Izquierda Unida, los propios dirigentes del PSOE extremeño. Si los recalcitrantes, esos de la España martillo de herejes, de los obispos del brazo alzado, de Torquemada y de la cristianización a golpes de crucifijo, no tienen pudor alguno en mostrarse montaraces ¿a cuento de qué tanta resignación cristiana por parte de quienes más medios tienen para responderles?

5 de marzo de 2007

Apoyemos a Zapatero

ES TERRIBLE. Ves a ancianitas a las que cederías gustoso el asiento en el autobús gritando como energúmenas, mientras enarbolan letreros en los que se llama asesino y terrorista al presidente del Gobierno. Oyes a gente a la que siempre tuviste por moderada emitiendo unos juicios terroríficos sobre la vida o la muerte —la ajena, se sobreentiende—, transmitiendo el odio de una forma en que jamás les supusiste capaces. Miras el telediario y ves banderas con símbolos que pensabas ya arrumbados, brazos en alto, boinas rojas... Se hace obligado un esfuerzo de explicación y petición de calma por todos los que no participamos de esta especie de histeria colectiva. Las personas, políticos o no, que tengan una mínima ascendencia sobre la opinión pública, debieran manifestarse llamando al sentido común y a la reflexión sin esperar más tiempo. Porque en este momento lo más importante de lo que está en juego no es si las próximas elecciones las van a ganar unos u otros; lo que está en juego es el clima de concordia y convivencia que durante tantos años ha presidido las relaciones entre los distintos sectores de opinión en nuestro país; clima que, desde la salida de Aznar del Gobierno y, especialmente, desde que Zapatero anunció su propósito de llegar al fin del terrorismo mediante un proceso de diálogo con ETA, se ha visto interrumpido una y otra vez.

Y aunque escribiendo sobre el asunto De Juana Chaos se han consumido toneladas de tinta en las últimas semanas, conviene que se haga un ejercicio pedagógico y se vuelva a explicar a quienes puedan estar desorientados, tantas veces como sea necesario, lo que realmente ha ocurrido. Considero, honradamente, que líderes políticos, profesores, profesionales diversos que en nuestra comunidad, en Extremadura, gozan de un alto predicamento, especialmente entre las personas sencillas y bienintencionadas, debieran hacer uso de su posición para ayudar a desenmascarar la maniobra de desestabilización emprendida por el Partido Popular y sus portavoces en algunos medios de comunicación. Sería estupendo leer en páginas como éstas, o ver en las pantallas de la televisión regional, las explicaciones que pudieran, debieran dar algunos personajes públicos. Leo en un importante rotativo, difundido en toda España, que a la hora de tomar la controvertida decisión sobre la situación de De Juana, Zapatero examinó todas las fases por las que había pasado el asunto, plagado desde su inicio de contradicciones jurídicas: Tras el cumplimiento, hace año y medio, de la condena que se le impuso por 25 asesinatos, vino la imputación al etarra de un nuevo delito por escribir dos artículos de opinión; después, la petición de puesta en libertad del juez Santiago Pedraz por no encontrar delito en tales artículos; luego, la petición fiscal de 96 años de prisión por "amenazas terroristas"; posteriormente, la rebaja a 12 años por la Audiencia Nacional, tomada a toda prisa por el pleno de ese tribunal y, por último, la resolución del Tribunal Supremo que le condenó a tres años por "amenazas no terroristas y enaltecimiento del terrorismo". Y esto no todo el mundo lo recuerda. No puedo pensar que esas ancianitas de las que hablaba al principio, si supieran lo realmente sucedido, se mostraran como lo hacen.

Además, quienes gozan de suficiente autoridad, del crédito que les han dado años de dedicación al servicio público, debieran insistir sobre un punto muy importante, del que se está inexplicablemente prescindiendo en el debate de estas últimas semanas. Porque se habla mucho, como es lógico, de las víctimas del terrorismo que se ha sufrido en España, que sólo merecen nuestro respeto y solidaridad. Pero ¿acaso no es obligación de los gobernantes evitar víctimas futuras? ¿O de veras, quienes agitan banderas e insultan a Zapatero, creen que de haber muerto De Juana mientras estaba atado a la cama, no se hubiera producido una reactivación de los atentados, un incremento de las lágrimas, del sufrimiento? La inteligencia distingue al hombre de los animales. El presidente del Gobierno, además de humanitario, ha sido inteligente y valiente. Ha puesto su obligación por delante de otras motivaciones. Y esto debe decirse en voz alta, por cuanta más gente, mejor.

1 de marzo de 2007

Una decisión acertada

LOS GOBERNANTES MUESTRAN su auténtica talla, su rostro más genuino, cuando han de adoptar decisiones difíciles. Y difícil era la decisión que la huelga de hambre de José Ignacio de Juana, que a punto estaba de costarle la vida, había obligado a tomar al Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. Difícil, entre otras razones, porque había que acordar cuáles prevalecían, si los criterios humanitarios y de sensatez política, o los inspirados por la Ley del Talión; porque había que optar entre los argumentos basados en el interés público y los meramente electorales y populistas. La decisión era difícil porque, de producirse en el sentido en que se ha producido, frente a ella se encontraría una oposición instalada permanentemente en la extrema derecha que intentaría, intentará, rentabilizarla electoralmente sin reparar en medios. Una oposición que, digámoslo claramente, quería sangre.

La decisión era difícil, sí. Pero ha sido la acertada. Porque somos muchos, también, los que no estamos a favor del ojo por ojo, los que apoyamos iniciativas legales y democráticas tendentes al fin del terrorismo. Porque, en resumen, la fortaleza de un Estado se demuestra haciendo uso inteligente de las competencias que los ciudadanos atribuimos a las autoridades y no rigiéndose por criterios de venganza. El Gobierno, pues, ha hecho lo que tenía que hacer. Enhorabuena.