30 de abril de 2008

Ministros temperamentales

A DIFERENCIA DE lo que ocurría décadas atrás, cuando para leer un periódico ideológicamente opuesto a nuestra propia manera de pensar casi había que pasar vergüenza al pedírselo al quiosquero, una de las muchas posibilidades que en nuestros días ofrece Internet es la de acceder a todas las formas de opinar sin moverse del asiento, sin confesar tus simpatías o fobias. Se dispone de todo el espectro ideológico a un solo clic de ratón. Otra cosa es que las opiniones ajenas, distantes de la propia, contribuyan a modificar la tuya o, al contrario, la reafirmen, pero eso es otro asunto.

Digo lo anterior porque minutos antes de empezar a escribir estas líneas he podido comprobar que dos de los más populares blogs españoles dedicados a la información política, pero situados ideológicamente a años luz uno del otro, han dedicado su página de entrada a establecer un llamativo paralelismo entre algo que sólo los más viejos del lugar podemos recordar directamente, y no por referencias: el baño de Fraga en el mar, embutido en un inmenso bañador, tras la pérdida desde un avión americano de unas bombas nucleares en Palomares, y el reto del ministro de Sanidad, Bernat Soria, a los periodistas para que si alguno dudaba de que el aceite de girasol disponible en el mercado no ofrece riesgos para la salud, le llevaran una botella para bebérsela. ¡Eso es ser chulo y lo demás cuento!

Podríamos deducir, si viésemos el paralelismo desde el punto de vista psicológico, que las semejanzas de carácter entre las personas no están reñidas con las diferencias ideológicas. Porque, en efecto, no creo que haya nadie más ajeno a la forma de pensar del antiguo ministro de Franco que un científico progresista que ha entendido que el BOE permite poner en práctica mejor que montones de tesis doctorales determinados principios. Pero desde un punto de vista sociológico la conclusión a la que acaso llegásemos sería la de confirmar que todo en política es espectáculo. ¡Pero qué le voy a decir a usted, lector amigo!

Pulsa aquí para descargar el artículo tal y como apareció publicado en la prensa.

26 de abril de 2008

Los de la cáscara amarga

A LA VISTA DE LAS CIRCUNSTANCIAS, los de la cáscara amarga nos reconocemos como una especie en vías de extinción. Los pocos ejemplares que vamos quedando, acosados por razas más astutas, de colmillos más afilados, de estómagos más felices, hemos de refugiarnos en nuestras guaridas prehistóricas para poder sobrevivir en un medio cada vez más hostil. Ya sólo nos queda rumiar nuestro rencor por las esquinas.

Nunca participamos en ciertas ceremonias de la grey, nuestras pupilas olfativas siempre fueron alérgicas al incienso y al agua bendita y la música militar, como al inolvidable cantautor, nunca nos hizo levantar. Pero, antes, esos rasgos no suponían que nos considerásemos seres extravagantes, lunáticos fuera de órbita. Cuando veíamos acudir en masa a ciertas celebraciones respetábamos sinceramente que las supersticiones, por mucho que se enmascararan bajo la capa de la tradición, hallaran acomodo entre la gente sencilla. Incluso hubo una época en que tal forma de ver las cosas tuvo visos de prevalecer sobre miradas vetustas. Antes. Ahora, nuestra condición de singulares se hace cada vez más pronunciada. No estamos en las fotos en las que se muestran, sin aparente vergüenza, nuestros antiguos compañeros. Como ellos han hecho con su rostro, suponemos que con sufrimiento, nosotros hemos asumido nuestra marginalidad, nuestra condición de estrafalarios, de espectadores de una comedia grotesca. Pese a ello, cuando uno lee en este periódico, en referencia a cierta talla religiosa: “Hoy, todo Cáceres a Fuente Concejo; por vez primera otra mujer (sic), la alcaldesa, la recibe”, piensa que ha de ir al loquero, a que lo mire. Pues una de dos: o a estas alturas de la vida no entiende lo que lee –¡ese todo, madre mía!– o sus recuerdos de infancia, los paseos por cursilandia, los intercambios de aventuras del Cachorro y el Capitán Trueno en la plaza Mayor, las diarias subidas de la cuesta del Paideuterium, son falsos recuerdos y creyéndose cacereño debe ser de Pensilvania, por lo menos.

Pulsa aquí para descargar el artículo tal y como apareció publicado en la prensa.

23 de abril de 2008

Bombarderos “perfectos”

DE LAS VARIAS ACEPCIONES que el DRAE proporciona para la palabra máquina la más pertinente para este caso es la segunda: “conjunto de aparatos combinados para recibir cierta forma de energía y transformarla en otra más adecuada, o para producir un efecto determinado”. Y en cuanto a perfecto, lo que se lee en el diccionario, también en la segunda acepción, es: “que posee el grado máximo de una determinada cualidad o defecto”. De tal manera que una máquina perfecta sería, deduzco, aquel aparato que produjera determinado efecto en su grado máximo.

Con tales premisas, vuelvo a leer las palabras pronunciadas por el heredero de la Corona tras pilotar el pasado lunes un avión Eurofighter, que despegó de la base de Morón de la Frontera, en Sevilla. Según los periódicos, el Príncipe calificó de “maquina perfecta” a dicho reactor y, muy satisfecho por la experiencia, destacó la “sensación de potencia” que le había producido pilotarlo. La nota colorista la aportó, decía la prensa, el lema pintado en la cola del avión: “Suerte, vista y al toro”.

Avivada mi curiosidad tras declaraciones tan elogiosas por parte de don Felipe, indagué acerca de esa “máquina perfecta” y al poco supe que el Eurofighter no es precisamente una aeronave de pasajeros, ni de transporte, sino un cazabombardero, o sea, también según el excelente DRAE: “un avión de combate que combina la capacidad de perseguir a otro, enemigo, con la de arrojar bombas sobre un determinado objetivo”. Y, claro, como las bombas no se arrojan para hacer espectáculos de fuegos artificiales, sino para cosa bien distinta –se me dirá que si la defensa nacional, que si pitos y flautas...– deduzco que el heredero de la Corona está muy satisfecho por haber pilotado un avión que él mismo juzga de perfecto a la hora de producir los efectos que suelen producir las bombas... Y como no quiero meterme en berenjenales, y ciertos terrenos son resbaladizos, dejo que el lector sustituya si quiere los puntos suspensivos por lo que le parezca más procedente.

Pulsa aquí para descargar el artículo tal y como apareció publicado en la prensa.

19 de abril de 2008

El espectáculo del PP

UNA VEZ QUE ZAPATERO (y no exactamente el PSOE) se ha instalado por otros cuatro años en la Moncloa, gracias en buena parte a su innegable tirón personal, el espectáculo que están ofreciendo los del Partido Popular es realmente penoso. No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de hasta qué punto la derrota electoral ha dejado a Rajoy y sus huestes en paños menores, con todas sus vergüenzas al aire. Sea a nivel nacional –esos constantes navajazos entre los partidarios del líder gallego y los de Aguirre, por ejemplo– o a nivel regional –con unas dimisiones y reconsideraciones de dimisiones que producen vergüenza ajena–, la sensación que los dirigentes populares están produciendo en el espectador es, como digo, deplorable. ¡Quién los vio, en la época del Aznar más pletórico –el de la mano del emperador sobre su hombro–, y quién los ve! Un tal Pizarro que se iba a comer el mundo, relegado al gallinero en el Congreso; un tal Acebes, antaño sobrado si de defender lo indefendible se trataba, y cuya forzada sonrisa de hoy no logra enmascarar el rictus de la derrota; un tal Zaplana retirado a los cuarteles de invierno, en espera de mejores tiempos...

¿Podría el lector citar el nombre de un solo dirigente del Partido Popular, aquí, en Extremadura, al que vea futuro? Quien hasta ahora encabezaba ese grupo en la Asamblea, como se sabe, ha preferido el retiro dorado (dicho sin doble sentido) que supone ser diputado de segunda en la Carrera de San Jerónimo. Antiguos prebostes de la derecha, a los que se encontraba uno hasta en la sopa, están desaparecidos. Y en varias ciudades de nuestra región (lo de comunidad autónoma me sigue sonando raro), perdidas hace unos meses las alcaldías de Mérida y Cáceres, los ediles del Partido Popular, pese a sus meritorios esfuerzos, apenas si levantan cabeza. Se los ve en las fotos de los periódicos con caras de circunstancias, con gestos de derrota, como si fueran conscientes de estar interpretando en la comedia un papel de meros comparsas.

Pulsa aquí para descargar el artículo tal y como apareció publicado en la prensa.

16 de abril de 2008

Ministros y crucifijos

PONGO LA TELE algo antes de las noticias y sintonizo el primer canal de Televisión Española. Tras quedarme pasmado ante el contenido de un engendro en forma de programa en el que se habla de los asuntos de cama o de la afición a la bebida de este o aquel personaje del mundo de la farándula, cuyo interés público debe ser enorme, en vista del tiempo que se les dedica, empieza, por fin, el telediario. El acontecimiento del día es la “jura o promesa” de los nuevos ministros, incluidas entre ellos las mujeres, que en esta ocasión son mayoría en el Ejecutivo. Hay que reconocerle a Zapatero audacia a la hora de adoptar ciertas medidas de gran valor simbólico. Siempre he pensado que ya que hay problemas cuya solución no depende exclusivamente de la voluntad de los gobernantes (hoy en día, los de tipo económico por ejemplo, de carácter global), en otros cuyo arreglo depende sólo de ella sí que debiera hacerse notar la orientación de quienes mandan. De modo que hay que congratularse de noticias como la referente a quién ha asumido, y en qué condiciones, el mando de una organización tan tradicional y machista como la de las fuerzas armadas.

Veo, pues, el acto de jura o promesa. Los Reyes no se muestran especialmente entusiasmados cuando, por enésima vez en su vida, contemplan el desfile ante ellos de los nuevos integrantes del Gobierno. Se diría que se aburren o, al menos, que no disfrutan tanto como cuando participan en unas regatas en aguas mallorquinas o asisten a una carrera de motos. Pero no es eso lo que más me llama la atención. Lo que hace que tenga que frotarme los ojos es que a unos centímetros de donde se colocan los ministros, junto a un libro en el que supongo impresa la Constitución, aparece un enorme crucifijo.

¿Un crucifijo? Pues sí, en efecto. Un símbolo tan respetable como totalmente improcedente en ese lugar. ¿No habíamos quedado en que el nuestro era un estado no confesional? ¿Y el día en que además de mujer, una ministra sea mahometana? ¿O eso es todavía imposible?

Pulsa aquí para descargar el artículo tal y como apareció publicado en la prensa.

12 de abril de 2008

Homenaje a la II República

HOY MISMO, AL MEDIODÍA, en Cáceres, como supongo que sucederá en otras muchas ciudades, se celebrará un acto en conmemoración de la II República, aquella por la que muchos de nuestros padres y abuelos lucharon lealmente, la misma por cuya defensa dieron la vida –o les fue arrebatada– cientos de miles de personas honradas, de toda clase social y condición. La república del Azaña de “paz, piedad y perdón”, la de miles y miles de maestros cuya depuración supuso un lastre cultural del que sólo en tiempos muy recientes está recuperándose nuestro país. La de poetas excelsos, científicos extraordinarios, músicos insignes, de nombres conocidos, pero que no fueron sino unos pocos cientos que junto a miles y miles de compatriotas se vieron forzados al exilio para salvar la vida. Exilio en el que fueron recibidos con los brazos abiertos en países desde los que hoy vienen al nuestro personas de bien en busca de una forma legítima de ganarse el pan y no siempre son acogidas como sus antecesores lo hicieron con los españoles que huían del fascismo.

Hace poco, un amigo ya mayor, cacereño, me decía: “pero es que ni siquiera sé dónde fue enterrado mi padre”, un buen hombre fusilado como tantos otros en las tapias de nuestro cementerio y cuya viuda hubo de tragarse en silencio, por el bien de sus hijos, apenas niños, las lágrimas que no se le secaron en el resto de sus días. Y pedir que un derecho tan humano como ese, el de saber dónde están los restos de tu propio padre, se cumpla, es todavía tildado por algunos como manifestación de deseos de revancha, como prueba de un afán de venganza que sólo ojos ciegos pueden ver.

¿Que la conmemoración de hoy no debe deslindarse de la manifestación de que una monarquía nunca será, por su propia esencia, un régimen plenamente democrático? Pues sí, claro. Pero cuando uno acuda a mediodía al kiosco de la música del paseo de Cánovas, en Cáceres, lo hará sobre todo para recordar a tanta gente honrada cuya vida quedó truncada por la sinrazón y la barbarie.

Pulsa aquí para descargar el artículo tal y como apareció publicado en la prensa.

9 de abril de 2008

¿Nueva identidad regional?

HACE YA TIEMPO, me temo, que se produjo el divorcio entre la gente normal y corriente, como un servidor, y quienes han hecho de la política su profesión. Es cierto que alguien tiene que dedicarse a resolver los problemas colectivos y que no habría por qué hacerlo altruistamente, pero eso del político como individuo entregado al servicio a los demás resulta hoy poco creíble. Aunque también sea verdad que a toda norma puede ponérsele excepción. No tengo el gusto de conocer personalmente, por ejemplo, al presidente de la Junta de Extremadura, pero basta con escucharle o leer algunas de las anotaciones en su blog, para deducir que no ha sido el afán de poder, ni mucho menos el de medrar, lo que le ha llevado hasta ese puesto. Hay que felicitarse, y felicitarle, si me lo permite, por ello.

Pero en muchos otros casos, el divorcio al que me refería, la separación entre las preocupaciones cotidianas de la gente de la calle y las de esos personajes a los que vemos encorbatados, empavonados cabría decir, en actos públicos, en parlamentos regionales, en las primeras planas de los periódicos, es radical, absoluta. Parece que vivieran en un mundo distinto al del común de los mortales.

Pondré un ejemplo: En estos días los medios hablan de que en la Asamblea de Extremadura se esta iniciando el proceso para elaborar un nuevo Estatuto de Autonomía. Bueno, muy bien, podrá pensarse: alguna razón que se nos escape a los no iniciados habrá para ello. Sin embargo, a poco que uno indague se entera de que en realidad se trata de “dotar a Extremadura de una nueva identidad acorde con los nuevos tiempos”. ¿Una nueva identidad? ¡Caramba, esto sí que es grande! ¿Un cambio de look como los que practican las clínicas de cirugía estética, estirando la piel aquí, rellenando huecos allí?

Se me ocurre una idea: si cuando se piensa en reformar... qué sé yo, la plaza mayor de Cáceres, se convoca un concurso de proyectos, ¿por qué no convocar algo semejante para elegir nuestra “nueva identidad” regional? Se dispondría así de una muestra que incluyera trajes regionales de diseño, bandera autonómica de renovados colores, fiestas del pueblo sin toro ni alcalde en la procesión de la patrona... En fin y en resumen: habrá que tomárselo a coña.

Pulsa aquí para descargar el artículo tal y como apareció publicado en la prensa.

5 de abril de 2008

Responsables de nuestra cara

ESCRIBIÓ UNA VEZ el recordado Vázquez Montalbán que a partir de los cuarenta todos éramos responsable de nuestro rostro. A esa edad, la generosidad o el egoísmo, la bondad o la maldad, la honradez o la deslealtad habrían trazado ya surcos definitivos sobre la piel de cada cual. Quizá, ahora que lo pienso, el celebrado escritor se limitara a recordar que la cara, en efecto, es el espejo del alma.

Es probable que con las sociedades, con los países, ocurra algo parecido: que al cabo de 30, 40 años de nacer (es decir: de ver reconocidas las libertades, los derechos de quienes las integran) cada nación sea responsable de su rostro. Aquí, en España, han pasado más de tres décadas desde que la dictadura desapareció. Ciertas lacras, ciertos comportamientos acaso justificados en su día por la desolación que en tantos terrenos, pero especialmente en el cultural y en el cívico, produjo el franquismo, hoy resultan incomprensibles y, cuando se dan, causan en el observador decepción y tristeza. Incluso, a veces, la sensación de que ciertas cosas no tienen remedio.

Firmaba el otro día el profesor Rodríguez Cancho un magnífico artículo sobre el incívico proceder de muchos jóvenes, manifestado en los destrozos, la suciedad que provocan en las vías públicas... Pero el problema no es sólo de gente apenas adolescente. Lo es de personas que nacieron con la democracia y, por tanto, ya debieran haber asimilado las obligaciones inherentes a vivir en una sociedad civilizada. Vas por la calle y observas gestos que tendrían que avergonzar a sus autores, como el de esa señora bien vestida que tras recoger un folleto de manos de un joven lo rompe en mil pedazos y lo arroja al asfalto. Lo observas en ese ejecutivo que al tomar el café matinal tira el envoltorio del azúcar al suelo. Lo ves, incluso en la desidia de concejales y alcaldesas que permiten la agresión continua de altavoces que te obligan a oír hasta en tu propia casa una propaganda zafia y torpe... Sí, a los cuarenta el espejo es inmisericorde.

Pulsa aquí para descargar el artículo tal y como apareció publicado en la prensa.

2 de abril de 2008

Ser y estar

FLEXIBLE COMO ES el espacio de esta tribuna, hoy van a permitirme que lo ocupe con un asunto sobre el que los sociólogos tendrían mucho más que decir que un servidor; si no lo han dicho ya, por otra parte. Me refiero, como el propio título de la columna indica, al ser y al estar. Enseguida verán por qué hablo de sociólogos y no de lingüistas.

Como se sabe, una de las mayores dificultades encontradas por los estudiantes extranjeros de nuestro idioma es la de discernir entre el uso de dos verbos fundamentales que, distintos en español, en la mayoría de sus lenguas se reducen a uno solo. Y que disculpen los gramáticos los errores en los términos en que yo pueda incurrir. Desde luego, a un francés o a un inglés les debe resultar costosísimo distinguir entre que fulanita sea buena, por ejemplo, y que esté buena, si al poner este ejemplo no incurro en sexismo, lo cual lamentaría. Otro ejemplo clásico es el de que una cosa es que Juan esté feo con ese traje, lo que se arreglaría cambiando de sastre, y otra bien distinta que sea feo, lo que, acaso, sería cuestión del cirujano estético.

Bueno, pues en los últimos años, en que todo parece fugaz, la diferencia entre ser y estar ha saltado a otro campo: el de las relaciones sentimentales, afectivas o como quieran llamarse, entre hombres y mujeres (en todas sus posibles combinaciones). Antes, como todo el mundo sabe, Pepe era el esposo de Carmen, o María la novia de José. Entre gente más liberal, más abierta, también cabía que Pilar fuera la amante de Rodrigo o Luis el compañero de Ramón. Pero eso era antes, cuando a cualquier relación amorosa, si no se le daba el carácter de indisoluble hasta que muerte la deshiciera, sí se le daban al menos algunos visos de permanencia. Antes, como digo. Porque ahora no se es; se está. Juan está con Charo, pero lo está ahora, en este momento, mañana vaya usted a saber. “¿Sabes que fulanita está con zutanito?” “Sí –podría responder alguien– o, al menos, lo estaba cuando empecé a leer esta columna!”.

Pulsa aquí para descargar el artículo tal y como apareció publicado en la prensa.