28 de abril de 2012

Los recortes del Partido Popular

EN UNA DE las más emocionantes crónicas publicadas en los últimos meses por la prensa española, el corresponsal en Portugal de un periódico madrileño contaba hace semanas cómo afectaba la crisis a la población del país vecino. El reportaje huía de esas cifras macroeconómicas que a los comunes de los mortales nos suenan a chino, se olvidaba de déficits públicos y calificaciones de las agencias de rating y se centraba en la vida diaria de la gente sencilla y trabajadora: una maestra, un comerciante, un ama de casa... El caso más conmovedor era el de un anciano del Alentejo que tenía que acudir dos o tres veces por semana a un hospital a unas decenas de kilómetros de su aldea. Que el gobierno hubiera acordado que los usuarios del transporte sanitario tuvieran que pagarlo de su propio bolsillo impediría a este hombre, de misérrima pensión, seguir con su tratamiento. Su esperanza de vida se veía, pues, gravemente amenazada.

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Ministra de Sanidad
Eso ocurría en Portugal hace unos meses. Ahora, ya lo tenemos aquí. El ejecutivo de Rajoy, siguiendo una política que ellos llaman de ajuste y otros de recorte e incluso supresión de servicios públicos esenciales, ha acordado, entre otras medidas, que el transporte sanitario no urgente sea costeado por sus usuarios. Los impuestos que en su día se hayan pagado o las cuotas a la Seguridad Social que se hayan satisfecho no eximirán de ese nuevo pago.

Esta decisión, justificada por la necesidad de disminuir el dichoso déficit y que desdeña otros medios de lograrlo, evidencia que ciertos tópicos, como el de que todos los partidos son iguales, resultan difícilmente comprensibles, salvo que surjan de una ignorancia culpable o, en el caso opuesto, de un radicalismo ideológico inoperante. Muchas medidas adoptadas en estos días serían impensables en un gobierno distinto del actual. Hay que decirlo claramente. Supongo que muchos de los electores del pasado 20 de noviembre estarán cayendo ahora en la cuenta. Un poco tarde.

En el caso de Extremadura, el hecho de que el PP carezca de la mayoría absoluta que en Madrid le permite arrasar con todo podría evitar que la herida infringida a lo público fuera tan profunda como en otros lugares. A ver qué hacen en Mérida los diputados de Izquierda Unida, que tan aficionados como son a los equilibrios corren el peligro de estrellarse cualquier día de estos contra el suelo.
 
Publicado el El Periódico Extremadura
  

21 de abril de 2012

Bravatas, inoperancia y genialidades

NO ESTÁN los tiempos para la lírica y los periodistas, como todo hijo de vecino, tienen derecho a sobrevivir; pero aun así sorprende el ridículo cometido hace unos días por ese diario madrileño cuyo nombre evoca, acaso irónicamente, la facultad de discurrir. El sábado pasado, en su primera plana, sobre el fondo de una foto a tamaño natural del ministro de Asuntos Exteriores con el índice amenazante, un enorme titular: «El Gobierno pone firme a Kirchner». No hubo que esperar mucho para que, producida la nacionalización de la petrolera YPF, el mismo periódico sostuviera sin rubor que «debe felicitarse al Gobierno por su prudencia, demostrada al limitar a las palabras la primera contestación ante el expolio». ¿Habrá que buscar en el diccionario el término servilismo?

Cito lo anterior como ejemplo de la forma de proceder del Gobierno de Rajoy y sus cornetas, sus medios afines. Bravatas e inoperancia. Perdiendo a chorros el apoyo con que contaron en las elecciones de noviembre, como demuestran las últimas encuestas, los del PP evidencian desorientación y prepotencia. Si ayer dijeron hache, hoy defienden be sin pestañear. Las contradicciones –¿verdad, señor Floriano?–, los diegos donde dijeron digo, las subidas de impuestos que aseguraron intocables, los recortes en educación, el repago en sanidad, iniciado con la pérdida de gratuidad de los medicamentos para los jubilados... Lo único que faltaba para el duro a una ciudadanía desengañada y escéptica era la aventura del safari real. Con un PSOE, para qué negarlo, que con lamerse las heridas y verlas venir parece tener suficiente. Su actitud ante el asunto del rey, con la excepción de Tomás Gómez, ha sido más propia de cortesanos aduladores que de un partido que un día fue republicano.

¿Cabrá algún consuelo? Pues sí, un consuelo del que los extremeños podemos sentirnos orgullosos: La propuesta de nuestro lehendakari, digo presidente regional, sobre una nueva edición, más de treinta años después de la primera, de los pactos de la Moncloa. Le auguro un rotundo éxito. Vean, si no, cómo ha sido acogida en su propio partido. Con propuestas de tal calibre (no sé si el término es adecuado en las presentes circunstancias) no cabe el desánimo. Por difíciles que sean los retos, los hombres de Estado es lo que tienen: soluciones de raíz para los males de la patria.


Publicado en El Periódico Extremadura
 

14 de abril de 2012

Aquellos tiempos del franquismo

EL FRANQUISMO –ya saben: esa etapa de nuestra historia que para algunos es de mal gusto recordar– mantuvo durante largos años ciertos principios inmutables. El orden público, por ejemplo, que siempre antepuso a la justicia. Todo tenía que dar apariencia de paz, aunque fuera la de los cementerios. Más de tres personas charlando en la calle constituían grupo ilegal. La orden de «¡disuélvanse!» se imponía a porrazos a quienes no se limitaran a decir amén.

Otro rasgo de aquel régimen durante gran parte de su existencia fue la ocupación por parte de miembros del Opus Dei de altos órganos del Estado. Ni siquiera Fraga, adversario a muerte de los tecnócratas, como entonces se les llamaba, pudo contra los López Rodó, López Bravo, Ullastres y compañía.

Sin olvidar que, si bien Tarancón, Añoveros y algún que otro cura de la cáscara amarga se enfrentaron al dictador, escuchar entonces a los pastores de la grey católica suponía volver a Trento. Homosexuales, mujeres que interrumpieran sus embarazos, separados, usuarios de anticonceptivos, todos eran amenazados por los obsesionados ensotanados con las llamas del infierno. No solo desde los púlpitos de las iglesias, sino desde los medios de comunicación estatales.

¡Qué tiempos aquellos!


Ahora las cosas han cambiado. Es cierto que el nuevo ministro del Interior anunció hace unos días que cometerá delito de pertenencia a organización criminal quien convoque a través de Internet actos que alteren el orden público, pero no es lo mismo que en el franquismo: en el franquismo no existía Internet.

El Opus Dei ya no ocupa la mayor parte de los ministerios. Solo a los titulares de Defensa, Interior, Hacienda y Asuntos Exteriores se los relaciona estrechamente con la Obra. Y aunque algunos ilustres embajadores del reino de España pertenezcan sin tapujos a ella, se han ido a Londres o por ahí.

¿Y en cuanto a los sermones cuaresmales? Nada, nada que ver los de hoy con los de entonces. En los descansos entre procesión y procesión (ahora llamadas desfiles procesionales) se siguen emitiendo por las televisiones públicas las diatribas obispales, sí, pero en color y alta definición, no en el blanco y negro de cuando Rajoy luchaba por la democracia mientras preparaba sus oposiciones a registrador.

El franquismo. ¡Qué tiempos aquellos!

Publicado en El Periódico Extremadura
  

5 de abril de 2012

Ya está bien de herencia recibida

CONFÍO en que ninguno de mis amigos dedicados a la sociología se moleste porque lo diga, pero pienso que la imprecisión de dicha ciencia se ha puesto de manifiesto una vez más. En esta ocasión, a la vista de los recientes resultados electorales en Asturias y, principalmente, Andalucía, donde todas las estimaciones previas se demostraron radicalmente erradas. Si alguien no quedó sorprendido en la noche del pasado domingo 25 de marzo, yo, al menos, no lo conozco.


Que los periódicos pudieran encabezar sus noticias el lunes siguiente con «El PSOE consigue frenar la marea azul» no figuraba, desde luego, entre las previsiones. ¿Qué puede haber sucedido, pues, para que estudios aparentemente sesudos y rigurosos hayan patinado tan estrepitosamente? ¿Carecen los estadísticos que trabajan para los institutos dedicados a la investigación sociológica en España del nivel científico requerido? ¿Oculta la gente sus verdaderas intenciones de voto cuando es interrogada al respecto?

Yo soy de la opinión, naturalmente rebatible, de que lo que ocurre es que la ciudadanía empieza a estar un tanto desengañada con el PP, en un proceso que solo acaba de iniciarse, pero que avanza día a día. Han pasado varios meses desde que Zapatero emprendió camino del exilio y seguir recurriendo a la “herencia recibida” para justificar todos los males parece ya disculpa demasiado trivial. Los datos económicos son cada día peores y culpar permanentemente de todo al Gobierno anterior resulta un poco cansino; ofensivo, incluso, a la inteligencia de la gente. ¿No iba a ser recogida con alborozo por los todopoderosos mercados la reforma laboral? ¿A qué, entonces, el derrumbe de los índices bursátiles, la subida a las nubes de la dichosa prima de riesgo?

¿Perder derechos que tanto costó lograr para seguir igual, cuando no peor? Continúa aumentando el paro, suben los precios de servicios esenciales... Van pasando los meses y empieza a evidenciarse que las promesas que se hicieron pueden quedarse, pese a los sacrificios impuestos, en eso, en promesas. Aquí, en Extremadura, ya vemos: aves que no levantan el vuelo, deudas que seguirán siendo históricas por largo tiempo... Muchos, entre los que me incluyo, pensábamos hasta hace unas semanas que la supremacía del Partido Popular se mantendría durante los próximos ocho, o incluso doce, años. Ya veremos.

Publicado en El Periódico Extremadura