14 de abril de 2012

Aquellos tiempos del franquismo

EL FRANQUISMO –ya saben: esa etapa de nuestra historia que para algunos es de mal gusto recordar– mantuvo durante largos años ciertos principios inmutables. El orden público, por ejemplo, que siempre antepuso a la justicia. Todo tenía que dar apariencia de paz, aunque fuera la de los cementerios. Más de tres personas charlando en la calle constituían grupo ilegal. La orden de «¡disuélvanse!» se imponía a porrazos a quienes no se limitaran a decir amén.

Otro rasgo de aquel régimen durante gran parte de su existencia fue la ocupación por parte de miembros del Opus Dei de altos órganos del Estado. Ni siquiera Fraga, adversario a muerte de los tecnócratas, como entonces se les llamaba, pudo contra los López Rodó, López Bravo, Ullastres y compañía.

Sin olvidar que, si bien Tarancón, Añoveros y algún que otro cura de la cáscara amarga se enfrentaron al dictador, escuchar entonces a los pastores de la grey católica suponía volver a Trento. Homosexuales, mujeres que interrumpieran sus embarazos, separados, usuarios de anticonceptivos, todos eran amenazados por los obsesionados ensotanados con las llamas del infierno. No solo desde los púlpitos de las iglesias, sino desde los medios de comunicación estatales.

¡Qué tiempos aquellos!


Ahora las cosas han cambiado. Es cierto que el nuevo ministro del Interior anunció hace unos días que cometerá delito de pertenencia a organización criminal quien convoque a través de Internet actos que alteren el orden público, pero no es lo mismo que en el franquismo: en el franquismo no existía Internet.

El Opus Dei ya no ocupa la mayor parte de los ministerios. Solo a los titulares de Defensa, Interior, Hacienda y Asuntos Exteriores se los relaciona estrechamente con la Obra. Y aunque algunos ilustres embajadores del reino de España pertenezcan sin tapujos a ella, se han ido a Londres o por ahí.

¿Y en cuanto a los sermones cuaresmales? Nada, nada que ver los de hoy con los de entonces. En los descansos entre procesión y procesión (ahora llamadas desfiles procesionales) se siguen emitiendo por las televisiones públicas las diatribas obispales, sí, pero en color y alta definición, no en el blanco y negro de cuando Rajoy luchaba por la democracia mientras preparaba sus oposiciones a registrador.

El franquismo. ¡Qué tiempos aquellos!

Publicado en El Periódico Extremadura