30 de enero de 2008

¿Quién lava más blanco?

HE LEÍDO en algún sitio que Televisión Española ha ofrecido a los partidos políticos la posibilidad de sustituir los tradicionales espacios de propaganda electoral, que habían ido perdiendo interés en los últimos años, por spots publicitarios que se insertarían, como unos anuncios más, en la sucesión de ellos con las que la televisión pública (y no digamos las comerciales), atiborra su programación diaria.

La idea me parece magnífica. Por dos razones. La primera, que cualquier medio que haga crecer el interés de la ciudadanía por la política debiera ser bien recibido. Hace años se hablaba del desencanto para referirse a esa desilusión que se había instalado entre los españoles en los años 80, una vez superada la efervescencia apasionante de los primeros años de la democracia. Hoy no es que haya desencanto; es que ni siquiera se recuerda cuándo hubo encanto. Cualquier actuación que ayudara a resucitar esa ilusión, aunque fuera por unos días, debiera ser acogida con los brazos abiertos. ¿No compra la gente enciclopedias que se anuncian en la tele, aunque luego no las lea?

La segunda razón es que esas cuñas breves, con cancioncillas pegadizas y rimas sencillas, como quien calcula compra en Sepu, encajarían mejor que sesudos debates en el tipo de campaña en la que PP y PSOE se han embarcado. Términos como subasta, rebajas, ofertas, están a la orden del día; hasta el punto de que, leyendo la prensa, podría uno creer que lo que tiene en las manos es uno de esos folletos comerciales que los hipermercados meten en los buzones de nuestras casas. No me extrañaría que, incluso, algunos viejos militantes que no hayan perdido totalmente los ideales por los que tomaron partido hace años y conserven alguna capacidad crítica estén desorientados, no sabiendo si se hallan en una organización política o en una pura empresa de captación de votos a cualquier precio.

¿A cualquier precio? No, a 400 euros o un 3% de disminución del IRPF, según los casos. ¡En qué poco valoran nuestra papeleta!

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26 de enero de 2008

Justicia 'ad hoc'

AUNQUE HACE TIEMPO que dejé de identificar la Justicia con una dama virtuosa de ojos cegados por una venda, no puedo evitar sorprenderme por muchas de las noticias relacionadas con ella. Se habla, por ejemplo, de victorias, en este o aquel otro alto tribunal, del sector conservador sobre el progresista o viceversa; se retrasan ad calendas grecas las obligadas renovaciones de este o aquel órgano de gobierno de los jueces; se recusa a un magistrado u otro buscando que la balanza (esa que las alegorías representan en equilibrio) se incline a diestra o siniestra... Bastaría a veces con sólo conocer la composición del tribunal para saber cuál será el sentido de una futura sentencia, especialmente si se refiere a un asunto político.

La Ley de Partidos es –no creo que nadie lo dude– una ley ad hoc, es decir, una ley “elaborada para una situación concreta, que no tendrá aplicabilidad más allá de esa situación”. Fue promovida en 2002 por el Partido Popular, entonces en el Gobierno, y aprobada con sólo 16 votos en contra, entre ellos los de Izquierda Unida. Se trata, pues, de una ley democrática, atendiendo a su proceso de aprobación, pero no deja de sorprender la flexibilidad, la discrecionalidad, podríamos decir, con que se aplica. Ayer mismo se acordó el inicio del proceso de ilegalización de los partidos ANV y PCTV, legales desde hace años. Y cabe hacerse algunas preguntas: ¿Se hubiera iniciado la ilegalización a un mes de las elecciones si no se temiera que 200.000 ciudadanos les dieran el voto? ¿No se tratará, en realidad, bajo una apariencia de respeto de los procedimientos, de una iniciativa oportunista que se toma justamente ahora para quitar argumentos al PP e impedir la libre representación política, en los órganos donde reside la soberanía popular, de muchas personas que estando en desacuerdo con la violencia –¿o hay 200.000 terroristas?– consideran que esos partidos les ofrecen una vía pacífica, por radical que sea, para participar en la vida pública.

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23 de enero de 2008

Womad: menudo espectáculo

LAMENTO MUCHO DECIRLO, pero debo de ser uno de los poquísimos cacereños que no tiene opinión formada sobre el asunto del Womad, cuya posible no celebración, a juzgar por la polvareda que se está levantando, tendría una importancia tan mayúscula que, a su lado, la crisis bursátil que hace tambalearse en estos días la economía mundial sería pecata minuta. Los foros en Internet de los periódicos regionales bullen de opiniones cuya vehemencia pareciera digna de mejor causa, políticos de uno y otro signo se tiran los trastos a la cabeza repartiendo responsabilidades, militantes de distintas tendencias, pero con las mismas siglas al fondo, se arrean navajazos nada sutiles, pidiendo dimisiones... Hasta el mismísimo presidente de la Junta se ve obligado a intervenir reclamando esfuerzos (y quizá concordia entre hermanos) para que no se consume el divorcio entre la empresa organizadora del evento y el consorcio responsable del mismo en Cáceres...

Hace tiempo que por distintas razones no acudo al Womad, aunque recuerdo intervenciones de músicos de gran nivel en algunos de sus primeros años, y considero deseable, desde luego, que se repitan en nuestra ciudad actividades de aquella categoría. Pero la sobreactuación de ciertos responsables políticos al mostrarse cual amantes despechados por lo sucedido me suenan un poco a recurso de malos actores que, ante un texto poco convincente, exageran en demasía los gestos y la impostación de la voz. Por otra parte, considerar que un festival folclórico de dos días, por interesante que sea, constituye la máxima expresión de la actividad cultural de una ciudad y anunciar grandes encuentros alternativos en “defensa de la música como motor para cambiar el mundo”, con la inevitable referencia a 2016, obliga a pensar que por muchas autovías que se estén haciendo aún estamos muy lejos de Atenas o Florencia, de Berlín o París, que si años atrás fueron capitales europeas de la cultura supongo que sería por méritos más sólidos que los aquí aducidos.

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19 de enero de 2008

Simplezas baturras

NO SÉ SI SE SEGUIRÁ editando el calendario zaragozano. Recuerdo al venerable anciano que hace años se ganaba la vida vendiéndolo, junto a caramelos y cigarrillos, en las inmediaciones de la antigua estación de autobuses de Cáceres. Sus clientes, gente sencilla que llegaba de los pueblos, hallarían en aquel librito consejos útiles para sus previsiones sobre el tiempo y la agricultura. Pero, en cualquier caso, aún existiría hoy una filosofía de calendario zaragozano que admitiría como verdades irrefutables, sin someterlas a consideración, ciertas falsedades que van pasando de boca en boca como quien no quiere la cosa.

En el mundo de la política se dan mucho estas situaciones. Alguien tiene una ocurrencia feliz (no digo que de mala fe) y al poco esa ocurrencia se considera tan cierta como que dos más dos son cuatro. Aquí mismo hemos hablado recientemente de uno de esos tópicos: el de que la ley electoral favorece a los partidos nacionalistas. Basta con hacer una sencilla división (número de votos obtenidos entre número de diputados) para ver cuán falsa es esa afirmación. Con independencia, claro está, de la opinión que a unos y otros puedan merecerles los partidos nacionalistas.

Hace dos días se tenía otro ejemplo de esas argumentaciones repetitivas en lo que el presidente de la Junta manifestaba a propósito del próximo “paso” de Carlos Floriano al Congreso, en Madrid: que a él –Vara– los extremeños le “encargaron” tras las elecciones autonómicas ser el presidente de la Junta y a Floriano ser el jefe de la oposición. Pues no, señor, los extremeños no encargaron nada a nadie. Cada elector votó a quien quiso, si quiso votar a alguien, y desde luego, si Floriano quedó en la oposición no fue porque nadie se lo encargara (y mucho menos sus votantes), sino porque no tuvo más remedio. Desde ese punto de vista, no engaña a nadie yéndose a Madrid. Y justo es reconocerlo.

(Acabo de comprobar, gracias a internet, que el zaragozano se sigue editando. Ahora entiendo mejor algunas cosas).

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16 de enero de 2008

Voluntad política y eficiencia administrativa

EXISTEN GRANDES ASUNTOS en los que los gobiernos de turno tienen poco margen de maniobra, con independencia de su orientación política. No es que yo crea, como ese aristócrata al que ha fichado el nuevo partido de Rosa Díez, que “izquierda y derecha son conceptos de hace dos siglos” (hay que agradecerle a este hombre, Álvaro de Marichalar, que para soltar semejante parida haya pospuesto su expedición para cruzar en moto acuática el Paso de Drake, en el Antártico), pero es cierto que si la economía mundial entra en un ciclo de decrecimiento, por ejemplo, el ministro de Hacienda sólo podrá poner paños calientes a la crisis, sin poder evitarla totalmente. Justamente por eso, porque hay asuntos cuya evolución no depende de la voluntad de los gobernantes, mientras que otros dependen exclusivamente de una decisión ejecutiva, es por lo que algunos somos comprensivos ante ciertas dificultades de Zapatero pero no entendemos muchas de sus tibiezas en temas como la Ley del Aborto, la financiación de la Iglesia católica, etcétera.

Tampoco se entiende que los ciudadanos padezcamos insuficiencias en el funcionamiento de la Administración fácilmente subsanables. Acabo de ser testigo de una anécdota que muestra hasta qué punto, al margen de los grandes asuntos de Estado, hay aspectos de nuestra vida cotidiana manifiestamente mejorables: Un amigo es enviado por el médico del Servicio Extremeño de Salud a un especialista. Sabe que no tiene nada grave, por lo que entiende que puedan pasar semanas antes de recibir la correspondiente citación, pero al cabo de dos meses, creyendo que ya ha esperado lo suficiente, acude a las oportunas dependencias. Allí le informan de que “ha tenido suerte”, pues su cita es justamente para el día siguiente; la comunicación que tendría que haberle llegado se ha extraviado.

¿Tan difícil resulta asegurarse de que los usuarios de los servicios públicos reciban los avisos que les conciernen? ¿No dependen esas cosas de la voluntad política de los gobernantes?

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12 de enero de 2008

Las lágrimas de Hillary

A FINALES DE LOS SETENTA, en la entonces Universidad Laboral de Cáceres (hoy convertida en un instituto más, aunque haya conservado su antiguo nombre) hubo un director (al que se llamaba rector, según la pretenciosa terminología de la época) que si al llegar al cargo despertó las ilusiones de profesores y alumnos, por su carácter supuestamente democrático, al poco se granjeó la enemistad y la inquina de todo el mundo por su forma arbitraria y estrafalaria de dirigir la institución. En aquella época La Laboral contaba con más de 2.500 alumnos, la mitad internos, dos escuelas universitarias, etcétera.

Hubo un momento en que el clima de tensión se hizo insoportable. Protestaban los alumnos, protestaba el personal no docente, protestábamos los profesores... Quien, a su llegada, iba a traernos la democracia, había defraudado a todo el mundo. Las urnas que, literalmente, mandó construir, yacían con telarañas en cualquier rincón, una verborrea incontenible suplantaba al diálogo... El centro se convirtió en una olla a punto de estallar y el rechazado personaje se vio obligado a convocar un claustro en cuyo orden del día figuraba como único punto una moción de confianza a la que él mismo se sometía. Que la tenía perdida era tan seguro como que dos más dos son cuatro, pero pese a ello la expectación era enorme.

Apenas abierta la sesión, el hombre tomó la palabra. Nunca, jamás, habré asistido a una representación tan magistral como la que puso en escena. Gesticuló, susurró, clamó y, finalmente, lloró como un niño cuando pidió perdón a quien hubiera ofendido y solicitó el voto a todos los presentes. Ganó por mayoría abrumadora. Ni siquiera quienes se dejaron embaucar por el histriónico personaje se explicaban que tal cosa hubiera podido suceder.

Me he acordado de ello al ver que Hillary Clinton ha vencido, contra todo pronóstico, en las recientes elecciones primarias en New Hampshire tras derramar en la televisión unas oportunas lagrimitas. Hay armas que nunca perderán su eficacia.

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10 de enero de 2008

Besamanos

LA IMAGEN está tomada de la edición del día 10 de enero de 2008 de El Periódico Extremadura. No es de muy buena calidad, pero es la única que he hallado en la red, pese a que he dedicado un buen rato a su búsqueda. En ella se ve a la Reina inclinada ante el cardenal Rouco en la cena celebrada el día anterior, con motivo del 70º cumpleaños de Juan Carlos, en el palacio del Pardo. Siempre pensé que eran los demás, en todo caso, los que se inclinaban ante los reyes, pero debe de haber excepciones.

9 de enero de 2008

Madre no hay más que una

ENTREVISTAN [El Periódico Extremadura, 9 de enero de 2008] al hasta ahora presidente de la Agrupación de Asociaciones de Vecinos de Cáceres, Miguel Salazar. Natural de Villanueva de la Vera, ha sido capitán de la Guardia Civil, cuerpo al que perteneció durante 40 años. En un momento del diálogo, el periodista le recuerda que según sus detractores está inclinado a la derecha. Su respuesta es antológica. La corto y pego, tal cual, del periódico.

8 de enero de 2008

Tópicos y realidad

En la edición del pasado domingo de El Periódico Extremadura se produjo una coincidencia que a buen seguro llamaría la atención de más de un lector. En una de sus páginas pares (ya se sabe: las de la izquierda, que suelen tener menos lectores que las situadas a la derecha, en las que incluso la inserción de publicidad es más cara) apareció un reportaje sobre cierta enciclopedia que, pese a ser de reciente publicación, incurre en errores, plagados de tópicos, al tratar sobre nuestra región. Hablar hoy en día de subdesarrollo y pobreza como rasgos definitorios de Extremadura peca, en efecto, de falta de rigor. Especialmente si no se aclara que esas hipotéticas características tendrían, en todo caso, perfiles mucho menos acusados que décadas atrás.

Es lamentable que tantas personas, incluso muchas supuestamente ilustradas, caigan fácilmente en el lugar común, pero eso sucede cuando otros hablan de nosotros... y cuando nosotros hablamos de otros. ¿Hará falta recordar las reiteradas manifestaciones sobre el carácter poco menos que de vampiros chupadores de nuestra sangre que cierto político extremeño, afortunadamente ya retirado de la primera línea, atribuía hasta hace poco a vascos y catalanes?

Pero, volviendo a la coincidencia, en la página contigua a la anterior se informaba de la salida de la UCI del Hospital de Mérida de la mujer que días atrás había dado a luz un hijo a solas en Almendralejo, tras haber ocultado su embarazo a padres y hermanos. El bebé, como se sabe, falleció antes de que nadie pudiera auxiliar a madre e hijo en tan difícil trance. La noticia, en su día, me pareció terrible, propia de otras épocas.

De modo que, lamentablemente, cabe preguntarse si la enciclopedia en cuestión, pese a su falta de rigor, está totalmente errada. Porque, a mi juicio, sucesos como el que comentamos, aunque también ocurran en otros sitios, prueban que aún queda un largo camino por recorrer hasta que podamos decir que los tópicos sobre nuestra tierra perdieron totalmente su razón de ser.

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Anticlericalismo

HAY OCASIONES en que no merece la pena escribir nada porque alguien lo ha hecho mejor de lo que uno mismo hubiera podido hacerlo. Eso sucede con esta breve carta publicada en El País, hoy, 8 de enero de 2008.

5 de enero de 2008

Obispos totalitarios

HA SIDO TAN MANIFIESTA la intención totalitaria de los obispos, expresada en su reciente mitin en Madrid, que pocos negarán su propósito de intervenir en la vida de todos los ciudadanos, seamos católicos o no. Estamos de nuevo ante la vieja España martillo de herejes. Con la cruz o, en su defecto, con la espada.

Pero hay dos aspectos relacionados con la postura de los reverendos que convendría resaltar para evitar equívocos. El primero, que las críticas que las manifestaciones políticas de Rouco y compañía están provocando no debieran hacer pensar a los creyentes de buena fe, si se permite el juego de palabras, que alguien pretenda menoscabar sus derechos. Quienes defendemos la necesidad de un Estado realmente aconfesional no queremos que se restrinjan derechos a nadie, sino justamente lo contrario: que se extiendan. A ningún católico se le obliga a divorciarse (aunque cada vez sean más los que lo hagan), a ningún creyente homosexual se le impide permanecer célibe, etcétera. Es tan evidente eso que sonroja tener que escribirlo.

Lo segundo que conviene subrayar es la postura del Ejecutivo de Zapatero, plagada de gestos que, más que conciliadores con quienes le atacan, denotan una actitud de dependencia hacia ellos que debiera tener un coste electoral. Los ejemplos son muchos: incremento del porcentaje del impuesto sobre la renta destinado al mantenimiento de la Iglesia católica (algún día habrá que recordar cómo la célebre casilla, de una u otra forma, la marcamos todos los contribuyentes), cobardía a la hora de legislar sobre el aborto, incumpliendo promesas electorales, presencia reiterada de autoridades civiles en ceremonias religiosas, adoctrinamiento católico, pagado por todos, en la enseñanza pública, muestras de respeto rayanas en sumisión en las visitas al Vaticano de la vicepresidenta del Gobierno...

Es decepcionante el comportamiento del PSOE. Parece mentira que aún ignore, como ha recordado Llamazares, los peligros que para los ojos entrañan ciertas prácticas.

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4 de enero de 2008

Tozuda realidad

LA REALIDAD se nos presenta a veces de manera violenta, destrozando bienintencionados tópicos al uso y fábulas que a veces se admiten de forma acrítica. Extremadura, se nos dice, se encuentra a la vanguardia en el uso de las nuevas tecnologías, la educación progresa admirablemente (algunos artículos propagandísticos de responsables de la Consejería, por cierto, debieran estar prohibidos fuera de los "espacios electorales gratuitos")... Todo lo que se quiera. Pero aún queda mucho, muchísimo camino por recorrer.

Acabo de leer la siguiente noticia en la versión en Internet de El Periódico Extremadura:

"Una mujer de 27 años da a luz en su domicilio de Almendralejo sin ayuda y el bebé fallece, según informan miembros de la Cruz Roja a la agencia Efe (...) La joven vive (...) con su padres y su hermana, quienes desconocían su estado".

Terrible.

2 de enero de 2008

Sarkozy no es De Gaulle

AUNQUE A DIFERENCIA de Franco, su colega en la profesión militar, nunca tuvo el brazo incorrupto de monja alguna en su dormitorio, si le llegan a decir al general De Gaulle, presidente de la V República Francesa, cuya única actividad social era la asistencia a misa en Colombey les Deux Eglises, si le llegan a decir, repito, que un sucesor suyo en el Palacio del Elíseo se iba a ir de viaje de fin de semana con una amiga a Egipto, donde, vestido con un chándal barato, se le iba a ver amartelado con ella, dando carnaza a todas las revistas mal llamadas del corazón, si se lo llegan a decir a De Gaulle, hubiera renunciado al cargo y se hubiera retirado con su santa esposa a un convento.

Y no es para menos. Vivimos unos días en los que incluso grandes personajes son incapaces de mantener el tipo ante el irresistible imán de las pantallas. Lo importante es aparecer en ellas, sea viajando a un remoto país en labores supuestamente humanitarias, sea aterrizando brevemente aquí o allí para hacerse un par de fotos, sea haciendo gala de nuevas conquistas amorosas. Y lo peor no es que estas personas pongan su vida privada en la almoneda del chismorreo, lo peor es que grandes medios informativos, que hasta fechas recientes tenían bien merecida fama de seriedad, van perdiendo poco a poco ese prestigio –todo sea por el beneficio– ocupando porcentajes cada vez mayores de sus páginas, de sus minutos de emisión, en cultivar este periodismo amarillo que parece ser el único que interesa a los lectores. No sucede nada en el mundo, en efecto, que pueda preocupar más a una audiencia concienzudamente preparada para ello, que los ires y venires de Sarkozy, de la Bruni o del ínclito Tony Blair, cuya conversión al catolicismo también está siendo muy comentada.

Pero sucede que este tipo de noticias tienen una vida media muy corta. Los lectores (o contempladores de imágenes, más bien) necesitan dosis cada vez mayores de esta droga. Y, así, los suplementos en colorines de los periódicos terminarán fagocitando a sus progenitores, los programas de televisión que muestran la vida íntima de quienes se prestan a ello terminarán absorbiendo todo lo que no sea fútbol y publicidad, y los escasos individuos cuyo sentido de la vergüenza no haya sido totalmente eliminado, tendrán que acudir a las hemerotecas para recordar, con nostalgia, aquellos tiempos en que la prensa y los otros medios procuraban mejorar el mundo. O, al menos, no convertirlo en un circo.

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