9 de junio de 2012

Generalizaciones peligrosas

SUELO frecuentar Twitter, la red social de microdiálogos en la que, como se sabe, mediante textos de un máximo de 140 caracteres se intercambian noticias y opiniones sobre mil asuntos: lo que esté ocurriendo en cada instante en cualquier lugar del mundo o lo que la propia red esté convirtiendo en tema de discusión. El reto al que este medio enfrenta es el de aunar brevedad y precisión.

A los realizadores de algunos programas de televisión debe de ocurrirles lo mismo que a los tuiteros. Emitir un debate de carácter político íntegramente y sin que medie un montaje que lo fragmente en trozos digeribles lo haría aburrido para una audiencia con el mando a distancia en ristre, de modo que usan sin complejos el corta y pega. Lo peligroso es que ello conduzca a difundir medias verdades. Los 140 caracteres de Twitter o los 140 segundos de televisión –por así decir– entrañan ese riesgo.

Carmen Álvarez (PP) y Concha Gutiérrez (PSOE)
Pensaba en ello hace unos días, mientras veía a un conocido periodista, muy hábil para sacar a sus entrevistados lo que estos no siempre quieren decir, sentando a su lado a dos diputadas, una del PP y otra del PSOE, portavoces en la Comisión de Empleo de sus grupos parlamentarios. Hablaban sobre el paro. La sensación que las imágenes producían era lamentable. A primera vista, las dos señoras parecían más interesadas en repetir tópicos que en argumentar sobre el principal problema de la sociedad española.

Sin embargo, a raíz del rechazo generalizado que hacia ambas se produjo en Twitter, antes incluso de que la emisión finalizara, me asaltó una duda. ¿Se hubiera producido tal unanimidad en la condena con un montaje de la entrevista que hubiera destacado más la diferencias entre las parlamentarias, que hubiera seleccionado otros fragmentos de los discursos? ¿No se estaría alimentando conscientemente entre los espectadores ese prejuicio tan extendido de que todos los políticos son iguales, que solo buscan el propio beneficio, que da igual el color del carnet, pues solo de medrar se trata?

Dar pábulo a esa falacia, incitar a una condena indiscriminada de la mal llamada clase política, es una irresponsabilidad. Sobre todo porque puede facilitar que el día menos pensado un mesías se ofrezca a salvar la nación y una población (más que ciudadanía) desengañada se lo permita. Todos debiéramos saber en qué terminan tales experiencias.
 
Publicado en El Periódico Extremadura