12 de mayo de 2012

¡Vaya semanita!

CUANDO vi en la tele a Monago expresarse como lo hizo, tras las declaraciones del alcalde de Barcelona a propósito del AVE, mi primera reacción fue fijarme en la vicepresidenta de la Junta, situada junto a él. ¿Qué pensaría, como mujer, de un jefe que equiparaba tan burdamente dialéctica y virilidad? ¡Vaya papelón, la pobre!

Pero si la semana empezó así, a lo bestia, el resto no le ha ido a la zaga. No hablo de Bankia ni de la sentencia del Supremo contra Otegi y otros políticos vascos, confirmando una anterior de la sala de la Audiencia Nacional presidida por la pintoresca jueza Murillo. Tampoco de la denuncia por malversación contra el presidente del CPJ, según el cual “solo en amar a Cristo y hacerle amar, en una vida coherente y cabal, se encuentra la única y verdadera Justicia”. Me refiero a noticias más de por aquí, más del terruño. A las relacionadas con la consejería de Salud, récord mundial de titulares por año: tres en diez meses.

No se trata de hacer leña del árbol caído, ni de hurgar en las débiles disculpas del consejero destituido (pues de una destitución se trató), sino de analizar las reacciones producidas y la forma de resolver la crisis. En cuanto a las primeras, ninguna como la del alcalde de Badajoz, que aprovechó la ocasión para hacer gala de su proverbial elegancia. Ya saben: el anterior presidente de la Junta no hubiera podido actuar en el pasado como el exconsejero porque, al ser forense, sus «clientes están todos muertos». Difícil, en un concurso de exquisiteces en que participaran Monago y él, adjudicar el primer premio.

Y, luego, la forma en que se ha cubierto la vacante. Para dirigir la educación en una región no hay que ser catedrático por Oxford, cierto, ni para hacerlo con la sanidad premio Nobel de medicina. Pero, aun aceptado el carácter político de esos cargos, ¿no convendría que los desempeñara alguien de probada capacidad organizativa y experiencia como gestor? ¿Es el caso del nuevo consejero, cuyo mayor mérito parece ser su gentil verbo como parlamentario?

(Escrito lo anterior, se han conocido nuevas renuncias: las del delegado del Gobierno en Extremadura y de la directora general de Transportes. Según la Junta, las dimisiones son «un ejemplo». En efecto. Un ejemplo de incompetencia en grado superlativo. Imposible ya la ironía, la broma empieza a ser de muy mal gusto. ¡Vaya con el gobierno «de los mejores»!).

Publicado en El Periódico Extremadura