4 de febrero de 2012

Son jóvenes, pero antiguos

NO HAY QUE confundir lo viejo con lo antiguo. Ni lo joven con lo moderno. Conozco a muchos ancianos de mentalidad más innovadora que la de ciertos jóvenes, cuyas ideas no hubieran desentonado en el siglo XIX. O antes.

Lo digo porque alguien podría extrañarse de que personas en plena juventud o, si no juventud, madurez, como destacados miembros del Gobierno, estén haciendo gala en las últimas semanas de posturas ideológicas tan involutivas, tan retrógradas. No hay motivo de extrañeza. No actúan así por jóvenes, sino por antiguos. Lo hacen porque está en su naturaleza. Y lo habían anunciado. Desde ese punto de vista, su comportamiento es irreprochable.


¿O acaso no es antiguo un presidente que se refiera a sus conciudadanos en los términos en que lo hizo Rajoy en Bruselas? Su «a mí me van a hacer una huelga», envaneciéndose de ello, ¿no les recordó el ¡cómo está el servicio! de cuando las señoronas aquellas de la asociación pía? Le faltó añadir que, a este paso, lo mismo la gente pide un mes de vacaciones al año.

La involución que estamos viviendo en nuestro país, en todos y cada uno de los órdenes –deténgase el lector en analizar algunos recientes nombramientos en el área cultural extremeña, por ejemplo– no es cuestión de edades. Es cuestión de una forma de ver el mundo que, siendo generosos, podríamos calificar de netamente conservadora y, de ser algo más precisos, de abiertamente reaccionaria.

Reaparecen nombres que creíamos perdidos en montes turcos, se anuncian limitaciones al ejercicio de derechos que a nadie obligan, se multiplican los avisos de reducciones de servicios públicos básicos, se habla sin recato de medidas que pondrán en riesgo otros... Mientras, órganos judiciales cuya renovación se obstaculizó, ahora se aprestan a ser ocupados. ¡Qué espectáculo el de la Justicia, virgen de la Macarena!

El electorado español se pronunció claramente en el pasado noviembre (no tanto el extremeño meses antes, pero ya ven). Gobiernan quienes los votantes quisieron. Parafraseando al desaparecido Vázquez Montalbán podríamos decir que, a partir de los cuarenta, cada sociedad es responsable de sus actos. La edad media de la población española es justamente esa, y un señor que se llamaba Franco murió en el 75. Saque el lector las conclusiones que estime pertinentes. Y que cada palo aguante su vela.

Publicado en El Periódico Extremadura