19 de febrero de 2011

Rajoy prefiere las malas noticias

A PROPÓSITO de la situación en el País Vasco, donde la presentación de Sortu ha sido bien recibida (con la excepción del Partido Popular y el partido de Rosa Díez), se están dando algunas reacciones que no por previsibles dejan de ser lamentables. Hace un par de días, por ejemplo, el líder del PP, Mariano Rajoy, manifestaba que era una excelente noticia «para todos los demócratas» el que, según la policía y la Guardia Civil, este partido de la izquierda aberzale se hubiera creado «bajo control directo del mundo de ETA».

Desde luego, la legalización o no de la nueva organización no corresponde a los cuerpos policiales, sino a los jueces, que ya veremos lo que deciden, pero creo que ningún demócrata debiera alegrarse de que un partido tenga por inspiradores a terroristas. De lo que habría que congratularse, aunque ello desmintiera latiguillos al uso, sería justamente de lo contrario.


El otro día, gracias a Internet, pude ver un par de interesantes programas de TV3, la televisión catalana, sobre la actualidad política en Euskadi. Es una pena que la visión plural y alejada de los tópicos que en ellos se daba sobre los últimos acontecimientos sea tan poco habitual en el resto de España. En uno de los programas se recordaba que en lugares como Irlanda o Sudáfrica, en los que la convivencia pacífica parecía un sueño, la voluntad de alcanzar compromisos condujo a la paz. En otro entrevistaban largamente, con preguntas nada complacientes, a un dirigente de la nueva formación vasca. Se podrá estar o no de acuerdo con los fines que proclaman en sus estatutos, pero si rechazan toda violencia, incluida expresamente la de ETA, si asumen como únicos medios para participar en la vida política los pacíficos y democráticos, ¿qué puede alegarse en su contra? ¿Tan malo es que personas que manifiestan acatar la legalidad puedan presentarse ante el electorado?

Puedo imaginar lo que sería mala noticia para Rajoy: que bajo el actual gobierno se pusiera fin a décadas de violencia. Pero a quienes, en el PSOE, parecen mirarle más a él que a cientos de miles de vascos que desean la legalización del nuevo partido, ¿qué les asusta? ¿Que si la normalidad democrática se instaura en Euskadi la caverna sea aun más beligerante con ellos de lo que lo ha sido hasta el presente? ¿Tanto tendrían que perder?