26 de junio de 2010

El café no gusta a todos

OYENDO el otro día uno de los más memorables discos de Lluís Llach, el grabado en directo en Barcelona en enero de 1976, con la participación de un público entregado que coreaba “Llibertat, amnistia i estatut d'autonomia”, recordé la época en que los únicos que reclamaban el autogobierno eran vascos, catalanes y, en menor medida, gallegos. La posterior creación de diecisiete comunidades autónomas con sus respectivas y costosas administraciones, cuya reforma es hoy objeto de debate, fue un modo de acceder a las demandas de aquellos territorios históricos, aunque fuera diluyéndolas, para no soliviantar a fuerzas poderosas que aún podían interrumpir el proceso de transición a la democracia.


Sin embargo, en estos días se tiene la impresión de que tomada aquella decisión del “café para todos”, con los aspectos positivos que trajo consigo, pero también con los negativos que empiezan a reconocerse, el viejo problema, guste o no admitirlo, sigue pendiente. El País Vasco y Cataluña siguen constituyendo piezas sin encajar plenamente en el rompecabezas territorial español.

En Euskadi, una coalición parlamentaria basada más en el rechazo al nacionalismo que en la coincidencia de programas, y fruto de unos comicios de los que se excluyó a buena parte del electorado independentista, sigue sin saber integrar a toda la sociedad en un proyecto común. Que el lehendakari parezca hallarse más próximo al Partido Popular que al presidente de su propio partido es muestra de lo que digo y debiera hacer reflexionar a sus correligionarios.

En cuanto a Cataluña, el lamentable espectáculo ofrecido por un Tribunal Constitucional de dudosa legitimidad, que probablemente invalide en la próxima semana, tras años de vigencia, una norma aprobada por dos parlamentos y refrendada por la ciudadanía, puede hacer que, aun parcialmente, vuelva a ser coreado el viejo eslogan de los años setenta. Aunque ahora se encarguen de ello no ya quienes lo cantaron entonces, sino sus hijos y nietos. La historia continúa.