8 de mayo de 2014

Monago no ganó las elecciones

EXISTEN varias formas de hacer propaganda política. Una de ellas, la más burda, consiste en llenar los medios antes llamados de información de loas sin tino e imágenes celestiales del pagador a cuyos intereses se sirve. Así, nos encontraremos con periódicos cuyo permanente quehacer consistirá en glosar sin pudor los inconmensurables éxitos del querido líder o toparemos con debates supuestamente plurales en las televisiones (autonómicas, no autónomas) en los que moderadores de total confianza sabrán cómo llevar las sardinas a las ascuas pertinentes… Es tan flagrante el asunto que, aun ciego y sordo, uno se percataría de ello...


Pero existe otra forma más sutil de proceder, una manera más imperceptible de incrustarse en el subconsciente de los lectores, de los oyentes poco avisados... Consiste en dar por ciertos supuestos que no lo son o -seamos condescendientes- susceptibles de distintas interpretaciones.

Hoy, por ejemplo, presentada en Extremadura una moción de censura contra el presidente de la Junta, Monago, se puede leer en un diario regional: “El líder del PSOE buscaba el efecto mediático [al presentar esa moción] y lo consiguió, metiendo nuevamente al zorro en el gallinero de Izquierda Unida, una formación que, por segunda vez esta legislatura, está obligada a decidir entre apoyar a los socialistas o dejar que siga gobernando quien ganó las elecciones”.

Pues no, lo siento. Monago no ganó las elecciones. Su partido, el Partido Popular, fue el más votado, sí, pero no tanto como para alcanzar mayoría en el parlamento… Si Monago se sentó en el sillón de la Presidencia de la Junta no fue porque “ganara las elecciones”; fue porque algunos que pudieron evitarlo se lo consintieron. Los mismos que, por cierto, no creo que dentro de unos días caigan de caballo alguno.