18 de noviembre de 2011

Enriquecerse en medio de la niebla

ESTABA tentado de dedicar este espacio a comentar la respuesta de cierto candidato electoral a una pregunta en televisión, cuando dijo que «al llamar matrimonio a la unión de una pareja del mismo sexo, alguna gente se siente dolida». Me parecía un punto de partida interesante para hablar sobre la visión totalitaria del mundo de ciertas personas que se llaman a sí mismas liberales, según las cuales lo que yo haga es lo que han de hacer los demás, y lo que para mí esté vedado, ha de estarlo también para ellos. Decidí, sin embargo, dejar el tema para otro día. Esa norma completamente sobrepasada por la realidad que hace de hoy una jornada «de reflexión» puede que así lo aconseje.


Por eso hablaré de una película vista recientemente, The fog of war, no sé si estrenada en España en salas comerciales, que gira sobre la vida de Robert McNamara, Secretario de Defensa de los Estados Unidos en los años del presidente Kennedy y de su nefasto sucesor Lyndon B. Johnson. Se rememoran en ella momentos críticos, como el de la Crisis de los misiles, que puso al mundo al borde de la hecatombe nuclear, o el de la guerra de Vietnam, que marcó a una generación. El documental es interesante porque en él un anciano McNamara, que actúa como narrador, no tiene empacho en reconocer verdades que en su día se ocultaron, como que el Incidente del Golfo de Tonkin –la supuesta agresión por parte de los vietnamitas a una patrullera americana– fue, eso, una pura invención para justificar la guerra. La película muestra la catadura moral de los dirigentes americanos de la época y la simpleza extrema de sus razonamientos.

El documental permite reafirmarse en la idea de que en países con sistemas políticos supuestamente democráticos las decisiones importantes no solo son tomadas por minorías, sino a espaldas de las opiniones públicas, a las que se engaña sin pestañear. Habrá que esperar, pues, décadas para conocer las verdaderas causas de la crisis que asola en estos días medio mundo y está conduciendo a un brutal recorte de derechos que tanto costó obtener. Algún McNamara de hoy aparecerá en las pantallas del futuro, sonriente, recordando cómo se inventaron esta o aquella patraña, cómo engañaron descaradamente a tantos millones de personas, a las que condujeron a la miseria y la desesperación mientras ellos se enriquecían aún más en medio de la niebla.

Publicado en El Periódico Extremadura