28 de mayo de 2011

El difícil voto de IU

EL CENSO electoral en Extremadura lo forman más de 900.000 personas. En el supuesto, más teórico que probable, de que en unos comicios regionales votaran todos los censados, un partido que alcanzara justo 45.000 votos no ocuparía ni uno solo de los 65 escaños de la Asamblea. Ello en virtud de la norma propiciada por el PSOE que exige un mínimo del 5% de votos para participar en el reparto y que, como se sabe, dejó fuera del parlamento regional en la pasada legislatura a Izquierda Unida.

Lo anterior ayuda a entender que a los nuevos diputados de esta formación les resulte difícil prestar el apoyo que Fernández Vara necesita para seguir ocupando la presidencia de la Junta. Como ayudan a entenderlo muchos otros motivos: Leyes acordadas entre el PSOE y el PP (la de Educación, por ejemplo) de claro sesgo conservador, incumplimiento por parte de los socialistas de pactos municipales en virtud de los cuales ocuparon importantes alcaldías, modificación de planes de urbanismo al dictado de intereses particulares... Argumentos no faltan, pues, a quienes defienden que IU no debiera apoyar la investidura de Fernández Vara.


Pero el problema, como todo el mundo sabe, es que no apoyar a Vara supone apoyar a Monago, cuya moderación personal no se discute, pero que encabeza en nuestra región un partido situado a «la derecha de la derecha». Un partido que habrá sido el más votado en Extremadura, pero al que no ha apoyado la mayoría de los votantes. Un partido que se opone a muchos avances sociales de los últimos años, un partido que hubiera dejado sin voz a los más de 300.000 votantes de Bildu, que propugna la privatización o el copago de servicios públicos básicos, que se opone firmemente a la separación entre Iglesia y Estado... Un partido, en fin, capaz de tener a Mayor Oreja entre sus dirigentes.

De modo que, aun entendiendo la dificultad del dilema, para mí, y supongo que para muchos otros de sus votantes (de cuya opinión, evidentemente, no puedo hacerme intérprete), el que Izquierda Unida facilitara el acceso del PP al gobierno de Extremadura constituiría una profunda decepción. Aunque se llegara a ello tras una consulta entre sus afiliados. ¿Es que la situación actual no estaba entre las barajadas antes de las elecciones? Que los votos de IU fueran determinantes para decidir el color de la Junta era un objetivo de la coalición. Logrado éste, me cuesta trabajo admitir que no se tuviera respuesta para tal supuesto.