13 de junio de 2009

Inversiones poco ejemplares

TODA MEDIDA es una comparación. Cuando, hace ya tiempo, se sustituyó en los manuales escolares la vieja definición de metro, aquella que se refería a cierta parte de “la longitud del cuadrante de meridiano terrestre comprendido entre el polo norte y el ecuador”, por otra supuestamente más científica que mencionaba una barra de iridio y platino mostrada en un museo de París, empezó la confusión. Y aún seguimos en ella. No se pregunte a los chavales que acuden hoy a las aulas si el ecuador terrestre mide 4.000, 40.000 ó 400.000 kilómetros. Muchos de ellos no sabrán responder.

Por eso me ha parecido extraordinariamente acertada la comparación, la medida, que el periódico Público hizo ayer para poner ante los ojos del lector, con extraordinaria crudeza, el sinsentido de los noventa y tantos millones de euros que el Real Madrid va a gastarse para que cierto afamado futbolista milite, o como se diga, en sus filas. ¿Qué dirá esa cifra al común de los ciudadanos, preocupado por si podrá o no pagar este mes la cuota de su hipoteca? Lo aclara el diario: diez mil personas, diez mil, podrían percibir durante un año el subsidio de paro si se destinara a ello la fortuna que se va a gastar en el jugador de marras. Y se podrían haber hecho otros cálculos: Cuántas plazas escolares, cuántas camas hospitalarias podrían haberse creado; cuántas ayudas a personas necesitadas se podrían haber repartido con ese dinero.

Sé que se trata, o eso quiero pensar, de un negocio estrictamente privado, en el que los precios los establecen la oferta y la demanda. Pero no por ello deja de parecerme disparatado. Abundan los casos en que los excesos económicos, por muy particulares que sean los negocios en que se cometen, terminamos pagándolos todos. Y no hablo sólo de pago en moneda: el modelo que se expone es perverso. Se confunde el valor con el precio. Mientras se esté dispuesto a pagar lo que se paga por un futbolista, mientras inversiones como esa resulten rentables –lo cual, por cierto, está por demostrar–, de poco valdrá pregonar entre los jóvenes el valor de la solidaridad, el estudio, la responsabilidad.