16 de septiembre de 2006

Palabras, palabras, palabras

TIENE MÁS RAZÓN que un santo la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras de Extremadura cuando, en nota hecha pública recientemente, insta a la Consejería de Educación a poner en práctica en el menor plazo posible un buen número de las medidas acordadas con los sindicatos en el curso pasado para –cita literal– “la mejora de la calidad de la educación del siglo XXI”. Pretensión ambiciosa, como se ve. Pero, en efecto, en dicho acuerdo, rebosante de declaraciones tan bien intencionadas como de plasmación imposible de verificar (“se desarrollará un ambicioso programa de refuerzo”, “se potenciará la cultura emprendedora”, etcétera), se contenían algunas medidas concretas, como la reducción de jornada lectiva a los profesores mayores de 55 años o el establecimiento de compensación económica para algunas tareas lectivas singulares, cuya puesta en práctica, por lo que se ve, se ha dejado para mejor ocasión.

De modo que si cuando se trata de hacer realidad acuerdos muy sencillos de aplicar se muestra así de eficaz la Consejería, ¿qué hemos de pensar acerca de propósitos tan etéreos como “producir un cambio de actitudes y planteamientos por parte de educadores” o “poner en marcha una serie de medidas que entroncando con el modelo educativo extremeño y fiel a sus rasgos característicos, se agrupen en torno a ciertos ejes vertebradores”, también enunciados en el acuerdo citado? "Palabras, palabras, palabras".