HAY MUCHA indignación, al menos aparentemente, entre algunas autoridades municipales y regionales extremeñas, así como entre destacados miembros de la oposición, debido a que Caja Extremadura (integrada en Liberbank, banco que precisa de apoyo público para su "saneamiento") ha decidido dejar de subvencionar determinadas actividades culturales en la región. Bien pareciera que el rechazo a la decisión adoptada es universal.
Sin embargo, y aunque mis palabras sean discutibles, me gustaría saber qué opinaban sobre las subvenciones otorgadas años atrás por la Caja a ciertas actividades "culturales" (casi siempre nacidas de instituciones políticas) quienes siendo impositores en ella recibían menos intereses de los que hubieran correspondido, o teniendo una hipoteca pagaban más de lo que hubieran pagado, si la Caja hubiera limitado sus actuaciones al campo estrictamente financiero.
Que la alcaldesa de Cáceres, por ejemplo, que compagina sin sonrojo ese puesto con el de senadora en Madrid, arremeta contra los directivos de Caja Extremadura, porque «están más preocupados por mantenerse en sus cargos y dejar las cargas a los demás que en el resto de cuestiones que de verdad tienen importancia» constituye un espectáculo de un nivel al que no llegarían muchos otros, por cuantiosa que fuera la subvención que recibieran.
27 de noviembre de 2012
9 de noviembre de 2012
El jubilado, la dama y los que salen (o no) del armario
LA ACCIÓN transcurre en una modesta tienda del centro de una ciudad provinciana. En un mostrador, a la izquierda de la entrada, un hombre que ya cumplió los 40 ofrece fruta y verduras a los vecinos. En el de enfrente, otro señor, algo mayor que el primero, vende quesos, salchichas, pollos...
En la tienda están siendo atendidas varias personas, mientras otras, no muchas, esperan su turno. Aparece en escena una nueva cliente, de aspecto inconfundible y edad inconmensurable, aunque ella se esfuerce en aparentar una juventud que hace tiempo se alejó. Por su vestimenta bien podría decirse que viene de una montería, pero la tan impoluta como gruesa capa de maquillaje en su rostro lo descarta.
– ¿La última?– pregunta
Un caballero de los que esperan, con aspecto de profesor de matemáticas, acaso jubilado, luciendo un bigote tan hermoso como encanecido, responde, mientras se señala ostensiblemente el mostacho:
– O el último, querrá usted decir
– ¡Vaya usted a saber! –replica la mujer– lo mismo ha salido usted del armario
– ¿Y qué? ¿Qué pasaría si hubiera salido del armario?
– ¡A todos esos habría que meterlos en la cárcel! ¡Unos degenerados, eso es lo que son, unos degenerados!
Los vendedores y el resto de clientes observan la escena entre el asombro y la sonrisa
– ¿Usted cree, señora? ¿A la cárcel? ¿Me permite una pregunta?
– Hágala, hágala, responde con cierta altanería la moza
– ¿Usted será católica practicante, verdad?
– Sí, señor. A mucha honra
– ¿Y nunca se ha preguntado por qué Jesucristo tuvo solo apóstoles? ¿No le parece a usted curioso? ¡Todo hombres! A lo mejor, de vivir ahora, también él habría salido del armario.
A la señora casi le da un patatús.
-¡Calle, calle usted, no diga disparates, por el amor de Dios!
Los vendedores siguen el diálogo con indisimulado regocijo, pero sin atreverse a intervenir. No están los tiempos para perder clientes.
– ¿Y el Papa y los cardenales? ¿No se extraña usted de que no haya ninguna mujer entre ellos?– vuelve a la carga el jubilata.
El de la fruta se decide:
– Tiene usted razón– dice con timidez– ¿Por qué las mujeres no pueden ser sacerdotes?
La mujer está a punto del infarto, pero se atreve a defenderse con un argumento que le pega tanto como un traje de bombero:
– De todas formas estamos en una democracia y cada cual puede opinar lo que considere oportuno
– En eso estamos de acuerdo –responde con un punto de ironía el caballero, mientras se dispone a pagar el importe de su compra–. Pero, ¿sabe usted una cosa? Yo creo que ve Intereconomía más de la cuenta. Ponga otra cadena de vez en cuando. En todo caso, señora, le deseo muy buenos días– mientras tiende la mano que la católica, apostólica y provinciana estrecha sin dudarlo al tiempo que concede:
– Aunque no esté de acuerdo con lo que dice, he de reconocer que es usted un señor muy simpático
El aludido esboza una sonrisa, le agradece a la mujer sus palabras y tras despedirse de todos cordialmente lamenta no usar sombrero para, tras mirar de soslayo, habérselo calado.
En la tienda están siendo atendidas varias personas, mientras otras, no muchas, esperan su turno. Aparece en escena una nueva cliente, de aspecto inconfundible y edad inconmensurable, aunque ella se esfuerce en aparentar una juventud que hace tiempo se alejó. Por su vestimenta bien podría decirse que viene de una montería, pero la tan impoluta como gruesa capa de maquillaje en su rostro lo descarta.
– ¿La última?– pregunta
Un caballero de los que esperan, con aspecto de profesor de matemáticas, acaso jubilado, luciendo un bigote tan hermoso como encanecido, responde, mientras se señala ostensiblemente el mostacho:
– O el último, querrá usted decir
– ¡Vaya usted a saber! –replica la mujer– lo mismo ha salido usted del armario
– ¿Y qué? ¿Qué pasaría si hubiera salido del armario?
– ¡A todos esos habría que meterlos en la cárcel! ¡Unos degenerados, eso es lo que son, unos degenerados!
Los vendedores y el resto de clientes observan la escena entre el asombro y la sonrisa
– ¿Usted cree, señora? ¿A la cárcel? ¿Me permite una pregunta?
– Hágala, hágala, responde con cierta altanería la moza
– ¿Usted será católica practicante, verdad?
– Sí, señor. A mucha honra
– ¿Y nunca se ha preguntado por qué Jesucristo tuvo solo apóstoles? ¿No le parece a usted curioso? ¡Todo hombres! A lo mejor, de vivir ahora, también él habría salido del armario.
A la señora casi le da un patatús.
-¡Calle, calle usted, no diga disparates, por el amor de Dios!
Los vendedores siguen el diálogo con indisimulado regocijo, pero sin atreverse a intervenir. No están los tiempos para perder clientes.
– ¿Y el Papa y los cardenales? ¿No se extraña usted de que no haya ninguna mujer entre ellos?– vuelve a la carga el jubilata.
El de la fruta se decide:
– Tiene usted razón– dice con timidez– ¿Por qué las mujeres no pueden ser sacerdotes?
La mujer está a punto del infarto, pero se atreve a defenderse con un argumento que le pega tanto como un traje de bombero:
– De todas formas estamos en una democracia y cada cual puede opinar lo que considere oportuno
– En eso estamos de acuerdo –responde con un punto de ironía el caballero, mientras se dispone a pagar el importe de su compra–. Pero, ¿sabe usted una cosa? Yo creo que ve Intereconomía más de la cuenta. Ponga otra cadena de vez en cuando. En todo caso, señora, le deseo muy buenos días– mientras tiende la mano que la católica, apostólica y provinciana estrecha sin dudarlo al tiempo que concede:
– Aunque no esté de acuerdo con lo que dice, he de reconocer que es usted un señor muy simpático
El aludido esboza una sonrisa, le agradece a la mujer sus palabras y tras despedirse de todos cordialmente lamenta no usar sombrero para, tras mirar de soslayo, habérselo calado.
20 de octubre de 2012
La Iglesia, los niños y El Defensor del Menor
SUENA el timbre de la puerta.
Es un niño. No más de cuatro o cinco años. Lleva una hucha en la mano.
Apenas logra farfullar una palabritas:
«¿Me echas… para el dom…?»
Entiendo que el chavalín, de ojos preciosos y mirada angelical, quiere decir Dómund.
Le sonrío, le hago una pequeña caricia y le digo que no.
No le digo lo que pienso de los hijos de puta (masculinos y femeninos) que en el colegio le han dado la hucha.
......
Si una mendiga originaria de un país del Este se coloca con un menor en una acera, la policía la retira y, en algunos casos, la sanciona. Si son las "monjitas" –sí, esas del pelotazo de El Corte Inglés– las que recurren, para su propio beneficio, a lo difícil que resulta decirle a un niñito que no, entonces cuentan con todas las bendiciones. Papales, of course, y municipales. ¿Dónde está el Defensor del Menor?
Es un niño. No más de cuatro o cinco años. Lleva una hucha en la mano.
Apenas logra farfullar una palabritas:
«¿Me echas… para el dom…?»
Entiendo que el chavalín, de ojos preciosos y mirada angelical, quiere decir Dómund.
Le sonrío, le hago una pequeña caricia y le digo que no.
No le digo lo que pienso de los hijos de puta (masculinos y femeninos) que en el colegio le han dado la hucha.
......
Si una mendiga originaria de un país del Este se coloca con un menor en una acera, la policía la retira y, en algunos casos, la sanciona. Si son las "monjitas" –sí, esas del pelotazo de El Corte Inglés– las que recurren, para su propio beneficio, a lo difícil que resulta decirle a un niñito que no, entonces cuentan con todas las bendiciones. Papales, of course, y municipales. ¿Dónde está el Defensor del Menor?
19 de octubre de 2012
Los Salesianos: ¿otro Reichstag?
TRAS EL TERRIBLE "asalto a los Salesianos" de Mérida, conocido en toda España gracias al despliegue al respecto de periódico tan respetable como El Mundo –¡lástima que los tres o cuatro chavales que, según dicen, cantaron eslóganes a favor de la enseñaba pública, no hubieran sido un poco más escandalosos!, habrá pensado Pedro José–, ¿para cuándo un despliegue sobre incendio de iglesias?
Es muy sencillo: se espera a un fin de semana, y se sigue a un grupo de adolescentes a quienes una excesiva ingesta alcohólica esté llevando a quemar papeleras, por ejemplo. Se fotografía a uno de ellos con un fondo en el que se vislumbre una iglesia o un colegio de monjas... ¡et voilà!
Estrujado hasta dejarlo seco el asunto de la conjura del 11-M, lo del incendio del Reichstag puede reservarse para dentro de unos días. O para la próxima campaña electoral.
Es muy sencillo: se espera a un fin de semana, y se sigue a un grupo de adolescentes a quienes una excesiva ingesta alcohólica esté llevando a quemar papeleras, por ejemplo. Se fotografía a uno de ellos con un fondo en el que se vislumbre una iglesia o un colegio de monjas... ¡et voilà!
Estrujado hasta dejarlo seco el asunto de la conjura del 11-M, lo del incendio del Reichstag puede reservarse para dentro de unos días. O para la próxima campaña electoral.
18 de octubre de 2012
Emmanuelle en Portugal
NO, no he tenido que esforzarme para recordar cuándo y dónde fue la primera vez que vi (visioné, diría hoy algún tertuliano iletrado) Emmanuelle, la célebre película protagonizada por la bellísima Sylvia Kristel, que acaba de fallecer prematuramente –¿hay quien no lo haga así?– en un hospital de Amsterdam. Fue en el verano de 1974, en Lisboa, en un moderno cine cercano a Marqués de Pombal, acaso en la Rua Castilho. Me acompañaba un amigo que, mientras yo participaba en las mil y una discusiones políticas que se producían cada atardecer en el Rossio, se dedicaba a practicar relaciones… digamos más de índole privada en algún barrio cercano.
Emmanuelle, sí, y Los cuentos inmorales, de Borowczyk, que vista hoy resulta de una cursilería insoportable. Pero también La Confesión (L' Aveu) de Costa-Gavras, la terrible historia de un ministro comunista checoslovaco acusado de traición; o la famosísima La Naranja Mecánica, de Kubrick… Todas ellas eran imposibles de ver en España, donde la censura ensotanada y caqui aún cometía impunemente sus fechorías.
Meses atrás, el 25 de abril, se había producido la Revolución de los Caveles, que dio al traste sin que se pegara un solo tiro con la siniestra dictadura salazarista, entonces encarnada en el fúnebre y triste Marcelo Caetano, una especie de Arias Navarro a la portuguesa que salió por piernas…
Lo sucedido en Portugal, la alegría desbordante que se veía en sus gentes, la ilusión infinita con la que observaban cuanto ocurría a su alrededor (ilusión que, en buena medida, fue desapareciendo al paso de los meses), produjo una emoción también considerable en la España antifranquista –que no era toda España, no nos engañemos–, que veía en las calles lisboetas un avance de lo que, si duda, pronto habría de verse en las de Madrid.
Hoy, casi 40 años después de que aquella bellísima Sylvia Kristel mostrara a los ojos de los viajeros españoles lo que mostrado aquí hubiera sido constitutivo de delito merecedor de prisión (y no hablo en sentido figurado), son otras semejanzas las que acercan a portugueses y españoles. No era mi intención hablar de ellas. No quiero que la mezcla de saudade y melancolía que comparar aquellos días de ilusión con los presentes pueda producir en mí, y en quien me leyera, efectos letales. Mi única pretensión era rememorar unos viejos tiempos que, qué obviedad voy a escribir, nunca más volverán.
¡Disfruta como tú sabes en ese lugar de placeres sin tino al que, sin duda, habrás llegado para quedarte por los siglos de los siglos, querida Sylvia!
Emmanuelle, sí, y Los cuentos inmorales, de Borowczyk, que vista hoy resulta de una cursilería insoportable. Pero también La Confesión (L' Aveu) de Costa-Gavras, la terrible historia de un ministro comunista checoslovaco acusado de traición; o la famosísima La Naranja Mecánica, de Kubrick… Todas ellas eran imposibles de ver en España, donde la censura ensotanada y caqui aún cometía impunemente sus fechorías.
Meses atrás, el 25 de abril, se había producido la Revolución de los Caveles, que dio al traste sin que se pegara un solo tiro con la siniestra dictadura salazarista, entonces encarnada en el fúnebre y triste Marcelo Caetano, una especie de Arias Navarro a la portuguesa que salió por piernas…
Lo sucedido en Portugal, la alegría desbordante que se veía en sus gentes, la ilusión infinita con la que observaban cuanto ocurría a su alrededor (ilusión que, en buena medida, fue desapareciendo al paso de los meses), produjo una emoción también considerable en la España antifranquista –que no era toda España, no nos engañemos–, que veía en las calles lisboetas un avance de lo que, si duda, pronto habría de verse en las de Madrid.
Hoy, casi 40 años después de que aquella bellísima Sylvia Kristel mostrara a los ojos de los viajeros españoles lo que mostrado aquí hubiera sido constitutivo de delito merecedor de prisión (y no hablo en sentido figurado), son otras semejanzas las que acercan a portugueses y españoles. No era mi intención hablar de ellas. No quiero que la mezcla de saudade y melancolía que comparar aquellos días de ilusión con los presentes pueda producir en mí, y en quien me leyera, efectos letales. Mi única pretensión era rememorar unos viejos tiempos que, qué obviedad voy a escribir, nunca más volverán.
¡Disfruta como tú sabes en ese lugar de placeres sin tino al que, sin duda, habrás llegado para quedarte por los siglos de los siglos, querida Sylvia!
17 de octubre de 2012
«Disuadir» a hostia limpia
Diccionario de la RAE:
disuadir. (Del lat. dissuadēre). 1. tr. Inducir, mover a alguien con razones a mudar de dictamen o a desistir de un propósito.
Periódico Extremadura:
Una quincena de agentes de la Policía Nacional han empleado la fuerza para disuadir a unos 200 estudiantes universitarios y de enseñanzas medias que se han manifestado este mediodía frente al Ayuntamiento de Cáceres.
Desde luego, peor que el mal uso del castellano por algunos periodistas es la utilización de una fuerza que debiera servir para proteger a los ciudadanos para agredirlos, pero ambos hechos constituyen una buena instantánea de la España de nuestros días.
disuadir. (Del lat. dissuadēre). 1. tr. Inducir, mover a alguien con razones a mudar de dictamen o a desistir de un propósito.
Periódico Extremadura:
Una quincena de agentes de la Policía Nacional han empleado la fuerza para disuadir a unos 200 estudiantes universitarios y de enseñanzas medias que se han manifestado este mediodía frente al Ayuntamiento de Cáceres.
Desde luego, peor que el mal uso del castellano por algunos periodistas es la utilización de una fuerza que debiera servir para proteger a los ciudadanos para agredirlos, pero ambos hechos constituyen una buena instantánea de la España de nuestros días.
14 de octubre de 2012
Urkullu y la mano de Dios
COMO cualquier españolito cuyo título de graduado en ESO no haya sido
obtenido en un sorteo sabe, la expresión «dejar de la mano de Dios» no
constituye manifestación de creencia en divinidad alguna, sino la
afirmación en lenguaje coloquial de que alguien ha sido abandonado a su
suerte, al «sálvese quien pueda».
Pero, claro, ¿qué ocurre? Pues que a algunos políticos en campaña electoral, preocupados porque una mención a la divinidad, aun fuera en sentido figurado, les hiciera perder un solo voto -no importa que ellos mismos sean de comunión diaria-, les asusta pronunciar el vocablo "Dios" y, en esas condiciones, se producen situaciones tan grotescas como la protagonizada hoy por el presidente del PNV y candidato a Lendakari, Iñigo Urkullu.
Queriendo este dirigente consnervador criticar el abandono al que, según él, ha condenado Bildu a las pequeñas y medianas empresas en Guipúzcoa, donde el partido independentista de izquierda gobierna, ha dicho, literalmente, que habían sido dejadas "a la mano de la Administración". O sea, justamente lo contrario de lo que quería decir.
¡Estupendo!
Pero, claro, ¿qué ocurre? Pues que a algunos políticos en campaña electoral, preocupados porque una mención a la divinidad, aun fuera en sentido figurado, les hiciera perder un solo voto -no importa que ellos mismos sean de comunión diaria-, les asusta pronunciar el vocablo "Dios" y, en esas condiciones, se producen situaciones tan grotescas como la protagonizada hoy por el presidente del PNV y candidato a Lendakari, Iñigo Urkullu.
Queriendo este dirigente consnervador criticar el abandono al que, según él, ha condenado Bildu a las pequeñas y medianas empresas en Guipúzcoa, donde el partido independentista de izquierda gobierna, ha dicho, literalmente, que habían sido dejadas "a la mano de la Administración". O sea, justamente lo contrario de lo que quería decir.
¡Estupendo!
2 de octubre de 2012
Milagros estadísticos en Sanidad
EL 4 de agosto de 2011, hace pues 14 meses, el Servicio Extremeño de Salud incluyó mi nombre en la lista de espera de pacientes pendientes de una intervención quirúrgica en el servicio de Traumatología del hospital san Pedro de Alcántara de Cáceres. Según el diagnóstico de los médicos que me habían atendido era imprescindible una operación en el hombro derecho que devolviera la movilidad al correspondiente brazo.
Hoy, dos de octubre de 2012, minutos antes de escribir estas líneas, recibo una llamada del hospital preguntándome si sigo interesado en la intervención. Antes de responder, pregunto a mi interlocutora si ésta sería inmediata. Y la amable señora me dice que no, que se trata de anunciarme la fecha de las distintas pruebas del "preoperatorio".
Lo de menos es qué le haya respondido a la diligente funcionaria. Lo de más, como matemático que soy, es qué extremadamente innovador método estadístico usará el señor consejero de Salud en sus informes a la prensa para poder decir que las "listas y el tiempo de espera están disminuyendo" en Extremadura. ¿Quizás un sistema que aúne avanzados algoritmos de cálculo con una desfachatez hasta ahora solo atribuible a la piedra de granito?
Hoy, dos de octubre de 2012, minutos antes de escribir estas líneas, recibo una llamada del hospital preguntándome si sigo interesado en la intervención. Antes de responder, pregunto a mi interlocutora si ésta sería inmediata. Y la amable señora me dice que no, que se trata de anunciarme la fecha de las distintas pruebas del "preoperatorio".
Lo de menos es qué le haya respondido a la diligente funcionaria. Lo de más, como matemático que soy, es qué extremadamente innovador método estadístico usará el señor consejero de Salud en sus informes a la prensa para poder decir que las "listas y el tiempo de espera están disminuyendo" en Extremadura. ¿Quizás un sistema que aúne avanzados algoritmos de cálculo con una desfachatez hasta ahora solo atribuible a la piedra de granito?
23 de septiembre de 2012
Un escándalo
DESDE mi punto de vista, sin el liderazgo por parte de Arnaldo Otegi, y otros, de la izquierda independentista vasca, la violencia de motivación política (el término "terrorista" me parece que simplifica en demasía las cosas, aunque no tengo problema en admitirlo) no habría desaparecido de aquella tierra. Por eso, su mantenimiento en prisión, por el 'delito' de haber intentado reconstruir un partido político hoy en día legalizado por el Tribunal Constitucional, tras un juicio presidido por la pintoresca jueza Murillo (la de «por mí, como si bebe vino»), es uno de los mayores escándalos de la «democracia española».
La liberación de Otegi, en prisión ya desde hace casi tres años, es algo imprescindible, no solo para la salud democrática de nuestra sociedad, sino para el mantenimiento entre nosotros de los mínimos que permitan suponer que vivimos en un »Estado de Derecho».
La liberación de Otegi, en prisión ya desde hace casi tres años, es algo imprescindible, no solo para la salud democrática de nuestra sociedad, sino para el mantenimiento entre nosotros de los mínimos que permitan suponer que vivimos en un »Estado de Derecho».
30 de junio de 2012
Hagan juego... y fumen, señores
SIGO en la prensa las noticias sobre la posible construcción, en las proximidades de Madrid o Barcelona, de un fastuoso casino ante el cual, según dicen, palidecerán los más afamados de Las Vegas. Los promotores de ese enorme templo consagrado al juego, al que rodearán hoteles, campos de golf y auditorios, están encabezados por un tal Adelson, multimillonario americano dueño de establecimientos similares en medio mundo y feroz opositor a Obama por su “política económica socialista”.
Según leo, las autoridades de las dos grandes urbes españolas están librando una ardua batalla para conseguir el favor de tan respetables empresarios y que sea su feudo el que termine recibiendo los montones de dólares que traerá Eurovegas, que es el nombre que le han puesto a la cosa. De dónde proceda la plata no parece preocupar. Y a quienes pudieran inquietar prácticas entre ruletas y naipes contrarias a la moralidad y buenas costumbres de los lugareños, una garantía: “no estamos en el negocio de promover el vicio”, como se ha apresurado a aclarar uno de los industriales. Curioso negocio, por cierto: promover el vicio.
Coincido con quienes auguran que estos señores lograrán eliminar los inconvenientes legales que, según algunos opositores al proyecto, debieran hacerlo inviable: que si los ganadores de premios han de pagar impuestos, que si en España no se permite jugar a crédito, que si hay que impedir a toda costa el blanqueo de dinero... Minucias. Seguro que asesores a docenas, cercanos a los despachos en que se toman las decisiones, están trabajando ya para convencer a quien sea preciso.
Es cierto que la última exigencia de los americanos resulta dura de roer. Derogar la ley que prohíbe fumar en lugares cerrados es difícil, por mucho que lo pidan con la loable intención de que los jugadores puedan combatir la ansiedad a base de nicotina. Difícil, pero no imposible. A fin de cuentas, ¿qué es una ley como esa para una mujer que, tras atragantarse con una sentencia del Tribunal Constitucional, sugiere la eliminación del mismo? Pecata minuta. La señora Aguirre, cuya versatilidad le permite encabezar las protestas por la subida del IVA un día y aplaudir que se suba al siguiente, ha declarado con su singular desparpajo: "Evidentemente, la prohibición de fumar se cambiará". Así da gusto, se estarán diciendo los de los maletines.
Publicado en El Periódico Extremadura
Según leo, las autoridades de las dos grandes urbes españolas están librando una ardua batalla para conseguir el favor de tan respetables empresarios y que sea su feudo el que termine recibiendo los montones de dólares que traerá Eurovegas, que es el nombre que le han puesto a la cosa. De dónde proceda la plata no parece preocupar. Y a quienes pudieran inquietar prácticas entre ruletas y naipes contrarias a la moralidad y buenas costumbres de los lugareños, una garantía: “no estamos en el negocio de promover el vicio”, como se ha apresurado a aclarar uno de los industriales. Curioso negocio, por cierto: promover el vicio.
Coincido con quienes auguran que estos señores lograrán eliminar los inconvenientes legales que, según algunos opositores al proyecto, debieran hacerlo inviable: que si los ganadores de premios han de pagar impuestos, que si en España no se permite jugar a crédito, que si hay que impedir a toda costa el blanqueo de dinero... Minucias. Seguro que asesores a docenas, cercanos a los despachos en que se toman las decisiones, están trabajando ya para convencer a quien sea preciso.
Es cierto que la última exigencia de los americanos resulta dura de roer. Derogar la ley que prohíbe fumar en lugares cerrados es difícil, por mucho que lo pidan con la loable intención de que los jugadores puedan combatir la ansiedad a base de nicotina. Difícil, pero no imposible. A fin de cuentas, ¿qué es una ley como esa para una mujer que, tras atragantarse con una sentencia del Tribunal Constitucional, sugiere la eliminación del mismo? Pecata minuta. La señora Aguirre, cuya versatilidad le permite encabezar las protestas por la subida del IVA un día y aplaudir que se suba al siguiente, ha declarado con su singular desparpajo: "Evidentemente, la prohibición de fumar se cambiará". Así da gusto, se estarán diciendo los de los maletines.
Publicado en El Periódico Extremadura
23 de junio de 2012
Protestas politizadas, por supuesto
PESE A que debiéramos estar ya curados de espanto, me llamaron la atención las recientes declaraciones del presidente de la Federación Extremeña de Municipios, en línea con otras anteriores del consejero de Salud, según las cuales «muchas protestas por el cierre de los PAC están politizadas». Me hicieron recordar aquella advertencia de los padres a sus hijos en los años de la dictadura para que no se metieran en política. No porque hacerlo fuera algo de lo que avergonzarse, sino por los riegos que entrañaba. Otra cosa era apuntarse al Frente de Juventudes o a la Sección Femenina, claro. Entonces no había problema.
Cuando estos señores del Partido Popular intentan desautorizar tan burdamente las protestas ciudadanas, ¿hablarán a título particular o recitarán un argumentario de su partido? Lo digo porque, más o menos abiertamente, desde las filas de su organización se está descalificando la actividad política casi a diario. Lo ha hecho también Monago, al afirmar con desdén que sobran políticos en España; lo que, amén de paradójico, resulta confuso. Paradójico porque bien pareciera que él no fuera uno de ellos, un político, y confuso porque colocar la misma etiqueta a Esperanza Aguirre y al alcalde de Marinaleda, pongamos por caso, es como confundir churras con merinas.
Pero, volviendo al principio, ¿cómo no van a estar politizadas unas protestas que responden a decisiones de carácter político tomadas por ministros y consejeros que ocupan esos cargos en virtud de su militancia en un partido? ¿El cierre de centros sanitarios es acaso un acuerdo de una junta de accionistas? ¿De los socios de un club deportivo? Descarto que para los dirigentes del PP toda protesta ciudadana sea subversiva, pero a veces parecen esforzarse en que creamos lo contrario. Debieran ser más respetuosos con la inquietud de la gente, especialmente cuando se manifiesta de forma pacífica y civilizada.
Existen razones para sospechar que estos nuevos valores del Partido Popular pertenecen a la escuela de pensamiento –es una forma de hablar– de aquel general golpista que tenía el cinismo de aconsejar a sus ministros que hicieran como él y no se metieran en política. Además de a pegar tiros, era un tipo muy aficionado a despotricar contra los que llamaba politicastros. Acuda el lector al Diccionario y decida si el término ha perdido vigencia.
Publicado en El Periódico Extremadura
Manifestación en Quintana de la Serena |
Pero, volviendo al principio, ¿cómo no van a estar politizadas unas protestas que responden a decisiones de carácter político tomadas por ministros y consejeros que ocupan esos cargos en virtud de su militancia en un partido? ¿El cierre de centros sanitarios es acaso un acuerdo de una junta de accionistas? ¿De los socios de un club deportivo? Descarto que para los dirigentes del PP toda protesta ciudadana sea subversiva, pero a veces parecen esforzarse en que creamos lo contrario. Debieran ser más respetuosos con la inquietud de la gente, especialmente cuando se manifiesta de forma pacífica y civilizada.
Existen razones para sospechar que estos nuevos valores del Partido Popular pertenecen a la escuela de pensamiento –es una forma de hablar– de aquel general golpista que tenía el cinismo de aconsejar a sus ministros que hicieran como él y no se metieran en política. Además de a pegar tiros, era un tipo muy aficionado a despotricar contra los que llamaba politicastros. Acuda el lector al Diccionario y decida si el término ha perdido vigencia.
Publicado en El Periódico Extremadura
15 de junio de 2012
Un debate falto de objetividad
AUN A RIESGO de aburrir al lector, creo conveniente volver sobre el debate abierto tras la propuesta del presidente de la Junta de reducir el número de diputados en la Asamblea de Extremadura. Todas las opiniones son libres, pero ciertos datos debieran manejarse con más rigor del que se está teniendo.
En primer lugar, procede insistir en que la disminución en 20 del número de diputados no supondría una pérdida de pluralidad en el Parlamento. El método D'Hont es un algoritmo aritmético, neutral. Lo que ocurre es que, aplicado en circunscripciones con solo 4 o 5 diputados, como las extremeñas en el caso de las elecciones generales, deja a los partidos minoritarios –o, mejor dicho, a todos salvo los más grandes– fuera del Parlamento. Cuando, como es el caso de las elecciones autonómicas, en cada provincia se eligen 20 o más diputados, la diversidad está asegurada, más aún si se elimina cualquier barrera para entrar en el reparto.
Carecen de fundamento, pues, las objeciones del PSOE a la propuesta de Monago basadas en que, de prosperar, se perdería pluralidad en Mérida. Es llamativo, por otra parte, que ese motivo sea alegado por quienes en su día decidieron exigir un mínimo del 5 % de los votos para acceder a la asignación de escaños. En cuanto a que tras el propósito de ahorro aducido por el PP se esconda un rechazo genérico a la participación ciudadana en política, no deja de ser una hipótesis factible, pero incomprobable.
Izquierda Unida, por su parte, sugiere que si de verdad se tratara de ahorrar bastaría con reducir el salario de los diputados. Pues sí, es una posibilidad no desdeñable, pero que no resta razones a la otra. Aunque la medida anunciada por Monago tendría un efecto más ejemplarizante que significativo en unos presupuestos multimillonarios, ¿por qué no combinar las dos opciones, reducción del número de escaños y disminución de los salarios?
Finalmente, se está barajando otro criterio que me parece peregrino: el de que si el Ayuntamiento de Badajoz, por ejemplo, tiene veintitantos concejales, el parlamento regional, en proporción a la población que representa, no podría tener solo 45. Aplicada esa regla de tres al caso del Congreso de los Diputados, sus señorías tendrían que reunirse en el estadio Bernabéu. Mejor que siga el fútbol, ¿no les parece?
Publicado en El Periódico Extremadura
En primer lugar, procede insistir en que la disminución en 20 del número de diputados no supondría una pérdida de pluralidad en el Parlamento. El método D'Hont es un algoritmo aritmético, neutral. Lo que ocurre es que, aplicado en circunscripciones con solo 4 o 5 diputados, como las extremeñas en el caso de las elecciones generales, deja a los partidos minoritarios –o, mejor dicho, a todos salvo los más grandes– fuera del Parlamento. Cuando, como es el caso de las elecciones autonómicas, en cada provincia se eligen 20 o más diputados, la diversidad está asegurada, más aún si se elimina cualquier barrera para entrar en el reparto.
Carecen de fundamento, pues, las objeciones del PSOE a la propuesta de Monago basadas en que, de prosperar, se perdería pluralidad en Mérida. Es llamativo, por otra parte, que ese motivo sea alegado por quienes en su día decidieron exigir un mínimo del 5 % de los votos para acceder a la asignación de escaños. En cuanto a que tras el propósito de ahorro aducido por el PP se esconda un rechazo genérico a la participación ciudadana en política, no deja de ser una hipótesis factible, pero incomprobable.
Izquierda Unida, por su parte, sugiere que si de verdad se tratara de ahorrar bastaría con reducir el salario de los diputados. Pues sí, es una posibilidad no desdeñable, pero que no resta razones a la otra. Aunque la medida anunciada por Monago tendría un efecto más ejemplarizante que significativo en unos presupuestos multimillonarios, ¿por qué no combinar las dos opciones, reducción del número de escaños y disminución de los salarios?
Finalmente, se está barajando otro criterio que me parece peregrino: el de que si el Ayuntamiento de Badajoz, por ejemplo, tiene veintitantos concejales, el parlamento regional, en proporción a la población que representa, no podría tener solo 45. Aplicada esa regla de tres al caso del Congreso de los Diputados, sus señorías tendrían que reunirse en el estadio Bernabéu. Mejor que siga el fútbol, ¿no les parece?
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14 de junio de 2012
La propuesta de Monago
ME SURGEN algunos comentarios ante el anuncio del presidente de la Junta de que propondrá a la Asamblea que el número de diputados que la formen en el futuro sea de 45 en lugar de los 65 actuales y que el porcentaje mínimo para participar en el reparto de escaños baje del 5 al 3 %. El primero, de carácter técnico, es que, según se publicó ayer en este periódico, tanto si en el sistema propuesto se mantuvieran las dos circunscripciones actuales (respetando la proporcionalidad ahora vigente en el número de diputados correspondientes a cada una), como si se unieran en una sola, la composición porcentual del nuevo parlamento, partiendo de la distribución de votos de 2011, no diferiría gran cosa de la actual. Ningún partido alcanzaría mayoría absoluta y solo PP, PSOE e IU obtendrían escaños (22, 21 y 2, respectivamente).
De otro carácter es la consideración de si la propuesta obedece al convencimiento de que 45 diputados podrían realizar sin merma de la tarea legislativa el trabajo que ahora realizan 65 o si más bien se trata de una medida populista que pretendiera, por un lado, distraer la atención de la sociedad extremeña de la política de recortes llevada a cabo por el gobierno regional y, por otro, alcanzar el aplauso fácil de una población harta de problemas que acogerá gustosa cualquier decisión que vaya contra los políticos, a los que ahora se atribuye, sin matices, el origen de todos nuestros males.
Respecto de lo primero, soy de quienes creen que, en efecto, se produjo en los años de eclosión autonómica una proliferación de costosos organismos que difícilmente se justificaban por su necesidad. La mayor parte de los diputados regionales son unos perfectos desconocidos para la mayoría de la gente y no parece que el trabajo que llevan sobre sus espaldas se las curve en demasía. Reducir su número, más que un ahorro de importancia, puede constituir un buen ejemplo de austeridad. Desde ese punto de vista, y dado que se mantendría la pluralidad de la cámara, bienvenida sea la propuesta de Monago.
Ahora bien, si lo que en realidad se pretendiera fuera alimentar en la opinión pública un rechazo sin matices a la política y distraerla con maniobras que enmascaran el fondo de los problemas, la propuesta sería de un oportunismo peligroso y, por ello, rechazable. Su autor sabrá cuál es el caso.
Publicado en El Periódico Extremadura
'El Periódico Extremadura', 13.06.2012 |
De otro carácter es la consideración de si la propuesta obedece al convencimiento de que 45 diputados podrían realizar sin merma de la tarea legislativa el trabajo que ahora realizan 65 o si más bien se trata de una medida populista que pretendiera, por un lado, distraer la atención de la sociedad extremeña de la política de recortes llevada a cabo por el gobierno regional y, por otro, alcanzar el aplauso fácil de una población harta de problemas que acogerá gustosa cualquier decisión que vaya contra los políticos, a los que ahora se atribuye, sin matices, el origen de todos nuestros males.
Respecto de lo primero, soy de quienes creen que, en efecto, se produjo en los años de eclosión autonómica una proliferación de costosos organismos que difícilmente se justificaban por su necesidad. La mayor parte de los diputados regionales son unos perfectos desconocidos para la mayoría de la gente y no parece que el trabajo que llevan sobre sus espaldas se las curve en demasía. Reducir su número, más que un ahorro de importancia, puede constituir un buen ejemplo de austeridad. Desde ese punto de vista, y dado que se mantendría la pluralidad de la cámara, bienvenida sea la propuesta de Monago.
Ahora bien, si lo que en realidad se pretendiera fuera alimentar en la opinión pública un rechazo sin matices a la política y distraerla con maniobras que enmascaran el fondo de los problemas, la propuesta sería de un oportunismo peligroso y, por ello, rechazable. Su autor sabrá cuál es el caso.
Publicado en El Periódico Extremadura
9 de junio de 2012
Generalizaciones peligrosas
SUELO frecuentar Twitter, la red social de microdiálogos en la que, como se sabe, mediante textos de un máximo de 140 caracteres se intercambian noticias y opiniones sobre mil asuntos: lo que esté ocurriendo en cada instante en cualquier lugar del mundo o lo que la propia red esté convirtiendo en tema de discusión. El reto al que este medio enfrenta es el de aunar brevedad y precisión.
A los realizadores de algunos programas de televisión debe de ocurrirles lo mismo que a los tuiteros. Emitir un debate de carácter político íntegramente y sin que medie un montaje que lo fragmente en trozos digeribles lo haría aburrido para una audiencia con el mando a distancia en ristre, de modo que usan sin complejos el corta y pega. Lo peligroso es que ello conduzca a difundir medias verdades. Los 140 caracteres de Twitter o los 140 segundos de televisión –por así decir– entrañan ese riesgo.
Pensaba en ello hace unos días, mientras veía a un conocido periodista, muy hábil para sacar a sus entrevistados lo que estos no siempre quieren decir, sentando a su lado a dos diputadas, una del PP y otra del PSOE, portavoces en la Comisión de Empleo de sus grupos parlamentarios. Hablaban sobre el paro. La sensación que las imágenes producían era lamentable. A primera vista, las dos señoras parecían más interesadas en repetir tópicos que en argumentar sobre el principal problema de la sociedad española.
Sin embargo, a raíz del rechazo generalizado que hacia ambas se produjo en Twitter, antes incluso de que la emisión finalizara, me asaltó una duda. ¿Se hubiera producido tal unanimidad en la condena con un montaje de la entrevista que hubiera destacado más la diferencias entre las parlamentarias, que hubiera seleccionado otros fragmentos de los discursos? ¿No se estaría alimentando conscientemente entre los espectadores ese prejuicio tan extendido de que todos los políticos son iguales, que solo buscan el propio beneficio, que da igual el color del carnet, pues solo de medrar se trata?
Dar pábulo a esa falacia, incitar a una condena indiscriminada de la mal llamada clase política, es una irresponsabilidad. Sobre todo porque puede facilitar que el día menos pensado un mesías se ofrezca a salvar la nación y una población (más que ciudadanía) desengañada se lo permita. Todos debiéramos saber en qué terminan tales experiencias.
Publicado en El Periódico Extremadura
A los realizadores de algunos programas de televisión debe de ocurrirles lo mismo que a los tuiteros. Emitir un debate de carácter político íntegramente y sin que medie un montaje que lo fragmente en trozos digeribles lo haría aburrido para una audiencia con el mando a distancia en ristre, de modo que usan sin complejos el corta y pega. Lo peligroso es que ello conduzca a difundir medias verdades. Los 140 caracteres de Twitter o los 140 segundos de televisión –por así decir– entrañan ese riesgo.
Carmen Álvarez (PP) y Concha Gutiérrez (PSOE) |
Sin embargo, a raíz del rechazo generalizado que hacia ambas se produjo en Twitter, antes incluso de que la emisión finalizara, me asaltó una duda. ¿Se hubiera producido tal unanimidad en la condena con un montaje de la entrevista que hubiera destacado más la diferencias entre las parlamentarias, que hubiera seleccionado otros fragmentos de los discursos? ¿No se estaría alimentando conscientemente entre los espectadores ese prejuicio tan extendido de que todos los políticos son iguales, que solo buscan el propio beneficio, que da igual el color del carnet, pues solo de medrar se trata?
Dar pábulo a esa falacia, incitar a una condena indiscriminada de la mal llamada clase política, es una irresponsabilidad. Sobre todo porque puede facilitar que el día menos pensado un mesías se ofrezca a salvar la nación y una población (más que ciudadanía) desengañada se lo permita. Todos debiéramos saber en qué terminan tales experiencias.
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2 de junio de 2012
Rajoy: Entre la nada y el vacío
EN LOS DIFÍCILES días que nos está tocando vivir no faltan opciones para mantenerse informado, leyendo en mil sitios a sociólogos y economistas, oyéndolos en las muchas tertulias en que su probada ubicuidad les permite participar... Lamentablemente, carezco de la formación requerida para aprovechar al máximo sus análisis, aunque, en general, estos hombres (hay pocas mujeres entre ellos) resultan más certeros explicando lo que ya ha ocurrido que vaticinando el futuro, por próximo que este sea. Hasta ahora, cuatro o cinco años después del inicio de la crisis, no han dado ni una en el clavo.
Sin embargo, mi ignorancia de la ciencia económica no me impide percatarme de la extraordinaria simpleza, rayana en la bobaliconería, con la que se pronuncia sobre la situación el presidente del Gobierno, siempre navegando entre la nada y el vacío. No crean ustedes que juzgaba mejor a su predecesor, el ahora consejero de Estado Zapatero, a quien parece que aquellas famosas dos tardes de clases particulares de economía no le fueron suficientes, pero coincidirán conmigo en que la escasez de recursos argumentales de Rajoy está batiendo récords.
Sobran ejemplos para justificar lo que digo: si se le pregunta sobre el pago del IBI por parte de la Iglesia (asunto sobre el que más le valdría al PSOE mantener un prudente silencio), Rajoy lo descarta debido a «la que está cayendo», razón tan precisa que solo puede ocurrírsele a quien hace las cosas «como Dios manda». En otras ocasiones recurre a la que llama seriedad de nuestro país, cosa que nadie sabe muy bien en qué consiste: «España va a recuperar muy pronto su credibilidad» porque es un «país serio y solvente». Tampoco desdeña promesas en que nadie cree: «no va a haber ningún rescate de la banca española». ¿Lo vieron ustedes en la rueda de prensa del pasado lunes?
Como les decía, me gustaría disponer de la formación necesaria para entender mejor este período tan crítico de nuestra época. Pero aún me gustaría más saber que, si yo no, al menos dispusieran de esos conocimientos quienes toman decisiones –o las acatan– que están empeorando nuestro sistema de vida. Si la forma en que hablamos es reflejo de la consistencia de nuestro pensamiento, me temo que Rajoy no figura ni entre los sabios ni, mucho menos, entre los que verdaderamente deciden.
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Sin embargo, mi ignorancia de la ciencia económica no me impide percatarme de la extraordinaria simpleza, rayana en la bobaliconería, con la que se pronuncia sobre la situación el presidente del Gobierno, siempre navegando entre la nada y el vacío. No crean ustedes que juzgaba mejor a su predecesor, el ahora consejero de Estado Zapatero, a quien parece que aquellas famosas dos tardes de clases particulares de economía no le fueron suficientes, pero coincidirán conmigo en que la escasez de recursos argumentales de Rajoy está batiendo récords.
Sobran ejemplos para justificar lo que digo: si se le pregunta sobre el pago del IBI por parte de la Iglesia (asunto sobre el que más le valdría al PSOE mantener un prudente silencio), Rajoy lo descarta debido a «la que está cayendo», razón tan precisa que solo puede ocurrírsele a quien hace las cosas «como Dios manda». En otras ocasiones recurre a la que llama seriedad de nuestro país, cosa que nadie sabe muy bien en qué consiste: «España va a recuperar muy pronto su credibilidad» porque es un «país serio y solvente». Tampoco desdeña promesas en que nadie cree: «no va a haber ningún rescate de la banca española». ¿Lo vieron ustedes en la rueda de prensa del pasado lunes?
Como les decía, me gustaría disponer de la formación necesaria para entender mejor este período tan crítico de nuestra época. Pero aún me gustaría más saber que, si yo no, al menos dispusieran de esos conocimientos quienes toman decisiones –o las acatan– que están empeorando nuestro sistema de vida. Si la forma en que hablamos es reflejo de la consistencia de nuestro pensamiento, me temo que Rajoy no figura ni entre los sabios ni, mucho menos, entre los que verdaderamente deciden.
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26 de mayo de 2012
No estamos para Olimpíadas
PLENAMENTE activa la sucesión de bofetadas que la crisis nos está propinando, quizá pocos cacereños lo recuerden, pero hubo gran duelo en nuestra ciudad cuando aquel fantasioso proyecto de la Capitalidad Cultural de Europa para 2016 naufragó estrepitosamente. Acudan, quienes hayan olvidado el desastre, a la gigantesca hemeroteca que la Red nos ofrece. Observarán caras compungidas, rostros llorosos, vídeos de la serie C en que las entonces alcaldesa de Cáceres y consejera de Cultura apenas si podían farfullar un par de palabras. A puntito estuvimos, lo que se dice a puntito, de atribuir el desastre a la conjura judeo-masónica. ¡A saber qué habrían hecho los donostiarras, esos separatistas de los demonios(*), para conseguir la designación!
Sin embargo –paradojas de la vida–, quienes entonces lloraron ahora probablemente respiren tranquilos. ¿Se imaginan ustedes lo que hubiera ocurrido si, con los bolsillos como el estómago de Carpanta, los cacereños hubiéramos tenido que ir apoquinando desde hace meses y hasta dentro de cuatro años la millonada que la capitalidad hubiera supuesto? Como recordara aquel general en memorable ocasión, no hay mal que por bien no venga, en efecto.
Saco a colación este asunto porque veo la foto en que varios personajes celebran en Quebec (medio millón de euros el viajecito) la selección de Madrid como ciudad candidata a albergar los Juegos Olímpicos de 2020 y creo apreciar impostura en sus sonrisas, exageración en su abrazo. ¿Alegría sincera la de los dos partidos mayoritarios, Partido Popular y Partido Socialista? ¿Igualmente dichosos Lissavetzky y Ana Botella?
Nadie sabe qué ocurrirá de aquí a 2020, pero hoy, cuando se imponen a la sociedad sacrificios sin tino y una asfixiante política de austeridad hace peligrar servicios públicos esenciales, los dirigentes políticos habrían de ser extremadamente cuidadosos al planificar un evento, como las Olimpíadas, de coste multimillonario y dudoso provecho. Que algunas autoridades verdaderamente desearan pompas, ceremonias y obras faraónicas que solo beneficiarían a unos pocos, constituiría un verdadero desprecio de las preocupaciones reales de la gente. Sus sonrisas, sí, han de ser forzadas. Retirarlas y renunciar a la organización de los Juegos sería una magnífica forma de demostrar que aún les queda algo de sentido común.
Publicado en El Periódico Extremadura.
Sin embargo –paradojas de la vida–, quienes entonces lloraron ahora probablemente respiren tranquilos. ¿Se imaginan ustedes lo que hubiera ocurrido si, con los bolsillos como el estómago de Carpanta, los cacereños hubiéramos tenido que ir apoquinando desde hace meses y hasta dentro de cuatro años la millonada que la capitalidad hubiera supuesto? Como recordara aquel general en memorable ocasión, no hay mal que por bien no venga, en efecto.
Saco a colación este asunto porque veo la foto en que varios personajes celebran en Quebec (medio millón de euros el viajecito) la selección de Madrid como ciudad candidata a albergar los Juegos Olímpicos de 2020 y creo apreciar impostura en sus sonrisas, exageración en su abrazo. ¿Alegría sincera la de los dos partidos mayoritarios, Partido Popular y Partido Socialista? ¿Igualmente dichosos Lissavetzky y Ana Botella?
Nadie sabe qué ocurrirá de aquí a 2020, pero hoy, cuando se imponen a la sociedad sacrificios sin tino y una asfixiante política de austeridad hace peligrar servicios públicos esenciales, los dirigentes políticos habrían de ser extremadamente cuidadosos al planificar un evento, como las Olimpíadas, de coste multimillonario y dudoso provecho. Que algunas autoridades verdaderamente desearan pompas, ceremonias y obras faraónicas que solo beneficiarían a unos pocos, constituiría un verdadero desprecio de las preocupaciones reales de la gente. Sus sonrisas, sí, han de ser forzadas. Retirarlas y renunciar a la organización de los Juegos sería una magnífica forma de demostrar que aún les queda algo de sentido común.
(*) Aunque parezca mentira, algún lector de este artículo ha considerado que eso de «independentistas de los demonios» había que entenderlo en sentido literal. Es evidente que la ironía no siempre es bien interpretada.
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19 de mayo de 2012
¡Gibraltar español, cuánto tiempo!
NO SÉ QUÉ les sucederá a ustedes, amigos lectores, pero yo empiezo a observar en nuestros gobernantes comportamientos que me provocan esa conocida sensación del déjà vu, de algo vivido con anterioridad. Es posible que en situaciones como la presente todos los políticos tiendan a actuar de forma parecida. Se trataría, quizás, de que en su mundo, como en el animal, ante el peligro se disparasen automáticamente ciertos mecanismos de autodefensa. No sé.
Me surge esta ida al percibir en los últimos días un claro desliz de ministros y altos cargos hacia un patrioterismo rancio que yo creía extinto. No me atrevería a decir que ello obedezca a un sibilino plan elaborado por algún gabinete semiclandestino, pero bien pareciera que al llamarnos a los españoles a envolvernos en la bandera y corear viejas consignas, lo que ahora pretendieran algunos dirigentes populares fuera que olvidásemos por un rato el desastre en que se está convirtiendo su gestión de la crisis. ¿No se habían presentado como sanadores universales? Las últimas intervenciones del ministro de Economía, reconociendo que ya no pueden hacer más para salir del atolladero, son desoladoras. A la vista de las circunstancias, y si el recurso a la herencia recibida empieza a estar agotado, ¿por qué no montar un show con lo del Peñón y la visita de la Reina a Londres, por ejemplo? Eso daría para distraer por unos cuantos días al personal, ¿no es cierto?
Porque, si bien el ademán pendenciero con tufillo colonialista de la Moncloa tras las nacionalizaciones en Argentina y en Bolivia duró menos que un suspiro (pese a la beligerancia de los nefastos medios extremistas), ahora, ante la supuesta falta de apoyo de las instituciones europeas a nuestro país, empiezan a resurgir otros resabios. Bien pareciera que algunos añorasen aquellos tiempos de la autarquía y los coches a gasógeno. No les importaría, pues, perder amigos acá y allá con tal de ocultar la tragedia. “Si ellos tienen ONU”, como decían los esbirros franquistas, “nosotros tenemos dos”. Visto el panorama, no cabría descartar que los españoles de bien seamos convocados en fecha próxima a la plaza de Oriente para, todos al unísono, corear el viejo ¡Gibraltar español! No faltaría quien, de probada experiencia en situaciones semejantes, presidiera el acto con toda majestad desde el balcón del Palacio Real.
Publicado el El Periódico Extremadura
Me surge esta ida al percibir en los últimos días un claro desliz de ministros y altos cargos hacia un patrioterismo rancio que yo creía extinto. No me atrevería a decir que ello obedezca a un sibilino plan elaborado por algún gabinete semiclandestino, pero bien pareciera que al llamarnos a los españoles a envolvernos en la bandera y corear viejas consignas, lo que ahora pretendieran algunos dirigentes populares fuera que olvidásemos por un rato el desastre en que se está convirtiendo su gestión de la crisis. ¿No se habían presentado como sanadores universales? Las últimas intervenciones del ministro de Economía, reconociendo que ya no pueden hacer más para salir del atolladero, son desoladoras. A la vista de las circunstancias, y si el recurso a la herencia recibida empieza a estar agotado, ¿por qué no montar un show con lo del Peñón y la visita de la Reina a Londres, por ejemplo? Eso daría para distraer por unos cuantos días al personal, ¿no es cierto?
Porque, si bien el ademán pendenciero con tufillo colonialista de la Moncloa tras las nacionalizaciones en Argentina y en Bolivia duró menos que un suspiro (pese a la beligerancia de los nefastos medios extremistas), ahora, ante la supuesta falta de apoyo de las instituciones europeas a nuestro país, empiezan a resurgir otros resabios. Bien pareciera que algunos añorasen aquellos tiempos de la autarquía y los coches a gasógeno. No les importaría, pues, perder amigos acá y allá con tal de ocultar la tragedia. “Si ellos tienen ONU”, como decían los esbirros franquistas, “nosotros tenemos dos”. Visto el panorama, no cabría descartar que los españoles de bien seamos convocados en fecha próxima a la plaza de Oriente para, todos al unísono, corear el viejo ¡Gibraltar español! No faltaría quien, de probada experiencia en situaciones semejantes, presidiera el acto con toda majestad desde el balcón del Palacio Real.
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12 de mayo de 2012
¡Vaya semanita!
CUANDO vi en la tele a Monago expresarse como lo hizo, tras las declaraciones del alcalde de Barcelona a propósito del AVE, mi primera reacción fue fijarme en la vicepresidenta de la Junta, situada junto a él. ¿Qué pensaría, como mujer, de un jefe que equiparaba tan burdamente dialéctica y virilidad? ¡Vaya papelón, la pobre!
Pero si la semana empezó así, a lo bestia, el resto no le ha ido a la zaga. No hablo de Bankia ni de la sentencia del Supremo contra Otegi y otros políticos vascos, confirmando una anterior de la sala de la Audiencia Nacional presidida por la pintoresca jueza Murillo. Tampoco de la denuncia por malversación contra el presidente del CPJ, según el cual “solo en amar a Cristo y hacerle amar, en una vida coherente y cabal, se encuentra la única y verdadera Justicia”. Me refiero a noticias más de por aquí, más del terruño. A las relacionadas con la consejería de Salud, récord mundial de titulares por año: tres en diez meses.
No se trata de hacer leña del árbol caído, ni de hurgar en las débiles disculpas del consejero destituido (pues de una destitución se trató), sino de analizar las reacciones producidas y la forma de resolver la crisis. En cuanto a las primeras, ninguna como la del alcalde de Badajoz, que aprovechó la ocasión para hacer gala de su proverbial elegancia. Ya saben: el anterior presidente de la Junta no hubiera podido actuar en el pasado como el exconsejero porque, al ser forense, sus «clientes están todos muertos». Difícil, en un concurso de exquisiteces en que participaran Monago y él, adjudicar el primer premio.
Y, luego, la forma en que se ha cubierto la vacante. Para dirigir la educación en una región no hay que ser catedrático por Oxford, cierto, ni para hacerlo con la sanidad premio Nobel de medicina. Pero, aun aceptado el carácter político de esos cargos, ¿no convendría que los desempeñara alguien de probada capacidad organizativa y experiencia como gestor? ¿Es el caso del nuevo consejero, cuyo mayor mérito parece ser su gentil verbo como parlamentario?
(Escrito lo anterior, se han conocido nuevas renuncias: las del delegado del Gobierno en Extremadura y de la directora general de Transportes. Según la Junta, las dimisiones son «un ejemplo». En efecto. Un ejemplo de incompetencia en grado superlativo. Imposible ya la ironía, la broma empieza a ser de muy mal gusto. ¡Vaya con el gobierno «de los mejores»!).
Publicado en El Periódico Extremadura
Pero si la semana empezó así, a lo bestia, el resto no le ha ido a la zaga. No hablo de Bankia ni de la sentencia del Supremo contra Otegi y otros políticos vascos, confirmando una anterior de la sala de la Audiencia Nacional presidida por la pintoresca jueza Murillo. Tampoco de la denuncia por malversación contra el presidente del CPJ, según el cual “solo en amar a Cristo y hacerle amar, en una vida coherente y cabal, se encuentra la única y verdadera Justicia”. Me refiero a noticias más de por aquí, más del terruño. A las relacionadas con la consejería de Salud, récord mundial de titulares por año: tres en diez meses.
No se trata de hacer leña del árbol caído, ni de hurgar en las débiles disculpas del consejero destituido (pues de una destitución se trató), sino de analizar las reacciones producidas y la forma de resolver la crisis. En cuanto a las primeras, ninguna como la del alcalde de Badajoz, que aprovechó la ocasión para hacer gala de su proverbial elegancia. Ya saben: el anterior presidente de la Junta no hubiera podido actuar en el pasado como el exconsejero porque, al ser forense, sus «clientes están todos muertos». Difícil, en un concurso de exquisiteces en que participaran Monago y él, adjudicar el primer premio.
Y, luego, la forma en que se ha cubierto la vacante. Para dirigir la educación en una región no hay que ser catedrático por Oxford, cierto, ni para hacerlo con la sanidad premio Nobel de medicina. Pero, aun aceptado el carácter político de esos cargos, ¿no convendría que los desempeñara alguien de probada capacidad organizativa y experiencia como gestor? ¿Es el caso del nuevo consejero, cuyo mayor mérito parece ser su gentil verbo como parlamentario?
(Escrito lo anterior, se han conocido nuevas renuncias: las del delegado del Gobierno en Extremadura y de la directora general de Transportes. Según la Junta, las dimisiones son «un ejemplo». En efecto. Un ejemplo de incompetencia en grado superlativo. Imposible ya la ironía, la broma empieza a ser de muy mal gusto. ¡Vaya con el gobierno «de los mejores»!).
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5 de mayo de 2012
Argumentos de ida y vuelta
MENTIRÍA si dijera que todas las medidas adoptadas por los ministros del PP me parecen mal. Lo digo sin ironía. Incluso porque desde un punto de vista estadístico resulta imposible lanzar un dardo miles de veces y no acertar ninguna. No me parece mal, por ejemplo, lo anunciado por el responsable de Educación, con quien, salvo una hermosa calvicie, tan pocas cosas comparto. Me refiero a que en el futuro, para titularse, los alumnos de ESO habrán de aprobar todas las asignaturas del plan de estudios. Los profesores que hemos tenido en un aula a treinta alumnos de los que solo uno –tal cual– había superado el nivel anterior, sabemos de qué hablamos. ¿Se puede enseñar a correr a quien no sabe andar?
Pero, descartado ese y algún otro caso aislado, no hay viernes sin que el Gobierno adopte acuerdos que a muchos nos parecen disparatados y fruto de un notable abuso de poder. El poder es legítimo no solo por cómo se alcanza, sino por cómo se ejerce. Y desde ese punto de vista, la adopción continuada de medidas que recortan derechos ciudadanos y que se habían descartado expresamente en la última campaña electoral constituye un claro atropello.
También merece reflexión la forma en que las decisiones pretenden justificarse. Observemos el caso del secretario de Estado de Comercio, al que el otro día oí defender el cobro de peajes en las autovías porque, según él, lo lógico es que las paguen quienes las utilizan. Lo primero que pensé fue que quienes creemos que el Estado no debiera subvencionar a la Iglesia católica podríamos utilizar su mismo argumento: que la paguen quienes la usan. ¿Habrá que recordar una vez más que, pongamos o no la crucecita en la declaración de la renta, creyentes o ateos, cristianos o budistas, morenos o rubios, todos los españoles pagamos el sueldo al obispo de Alcalá y compañía?
¿Y la enseñanza privada? Si ciertos padres prefieren que sus hijos no acudan a los centros públicos y los mandan a escuelas regidas, en la mayoría de los casos, por órdenes religiosas, ¿por qué hemos de pagarles el capricho entre todos, como ahora ocurre? Aplíquese también aquí el criterio del ingenioso secretario, por favor.
Tienen mayoría absoluta, sí, nadie lo discute. Pueden obrar a sus anchas, cierto. Pero, al menos, podrían tomarse la molestia de utilizar argumentos que fueran un poco, solo un poco más consistentes.
Publicado en El Periódico Extremadura
Pero, descartado ese y algún otro caso aislado, no hay viernes sin que el Gobierno adopte acuerdos que a muchos nos parecen disparatados y fruto de un notable abuso de poder. El poder es legítimo no solo por cómo se alcanza, sino por cómo se ejerce. Y desde ese punto de vista, la adopción continuada de medidas que recortan derechos ciudadanos y que se habían descartado expresamente en la última campaña electoral constituye un claro atropello.
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¿Y la enseñanza privada? Si ciertos padres prefieren que sus hijos no acudan a los centros públicos y los mandan a escuelas regidas, en la mayoría de los casos, por órdenes religiosas, ¿por qué hemos de pagarles el capricho entre todos, como ahora ocurre? Aplíquese también aquí el criterio del ingenioso secretario, por favor.
Tienen mayoría absoluta, sí, nadie lo discute. Pueden obrar a sus anchas, cierto. Pero, al menos, podrían tomarse la molestia de utilizar argumentos que fueran un poco, solo un poco más consistentes.
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28 de abril de 2012
Los recortes del Partido Popular
EN UNA DE las más emocionantes crónicas publicadas en los últimos meses por la prensa española, el corresponsal en Portugal de un periódico madrileño contaba hace semanas cómo afectaba la crisis a la población del país vecino. El reportaje huía de esas cifras macroeconómicas que a los comunes de los mortales nos suenan a chino, se olvidaba de déficits públicos y calificaciones de las agencias de rating y se centraba en la vida diaria de la gente sencilla y trabajadora: una maestra, un comerciante, un ama de casa... El caso más conmovedor era el de un anciano del Alentejo que tenía que acudir dos o tres veces por semana a un hospital a unas decenas de kilómetros de su aldea. Que el gobierno hubiera acordado que los usuarios del transporte sanitario tuvieran que pagarlo de su propio bolsillo impediría a este hombre, de misérrima pensión, seguir con su tratamiento. Su esperanza de vida se veía, pues, gravemente amenazada.
Eso ocurría en Portugal hace unos meses. Ahora, ya lo tenemos aquí. El ejecutivo de Rajoy, siguiendo una política que ellos llaman de ajuste y otros de recorte e incluso supresión de servicios públicos esenciales, ha acordado, entre otras medidas, que el transporte sanitario no urgente sea costeado por sus usuarios. Los impuestos que en su día se hayan pagado o las cuotas a la Seguridad Social que se hayan satisfecho no eximirán de ese nuevo pago.
Esta decisión, justificada por la necesidad de disminuir el dichoso déficit y que desdeña otros medios de lograrlo, evidencia que ciertos tópicos, como el de que todos los partidos son iguales, resultan difícilmente comprensibles, salvo que surjan de una ignorancia culpable o, en el caso opuesto, de un radicalismo ideológico inoperante. Muchas medidas adoptadas en estos días serían impensables en un gobierno distinto del actual. Hay que decirlo claramente. Supongo que muchos de los electores del pasado 20 de noviembre estarán cayendo ahora en la cuenta. Un poco tarde.
En el caso de Extremadura, el hecho de que el PP carezca de la mayoría absoluta que en Madrid le permite arrasar con todo podría evitar que la herida infringida a lo público fuera tan profunda como en otros lugares. A ver qué hacen en Mérida los diputados de Izquierda Unida, que tan aficionados como son a los equilibrios corren el peligro de estrellarse cualquier día de estos contra el suelo.
Publicado el El Periódico Extremadura
Ministra de Sanidad |
Esta decisión, justificada por la necesidad de disminuir el dichoso déficit y que desdeña otros medios de lograrlo, evidencia que ciertos tópicos, como el de que todos los partidos son iguales, resultan difícilmente comprensibles, salvo que surjan de una ignorancia culpable o, en el caso opuesto, de un radicalismo ideológico inoperante. Muchas medidas adoptadas en estos días serían impensables en un gobierno distinto del actual. Hay que decirlo claramente. Supongo que muchos de los electores del pasado 20 de noviembre estarán cayendo ahora en la cuenta. Un poco tarde.
En el caso de Extremadura, el hecho de que el PP carezca de la mayoría absoluta que en Madrid le permite arrasar con todo podría evitar que la herida infringida a lo público fuera tan profunda como en otros lugares. A ver qué hacen en Mérida los diputados de Izquierda Unida, que tan aficionados como son a los equilibrios corren el peligro de estrellarse cualquier día de estos contra el suelo.
Publicado el El Periódico Extremadura
21 de abril de 2012
Bravatas, inoperancia y genialidades
NO ESTÁN los tiempos para la lírica y los periodistas, como todo hijo de vecino, tienen derecho a sobrevivir; pero aun así sorprende el ridículo cometido hace unos días por ese diario madrileño cuyo nombre evoca, acaso irónicamente, la facultad de discurrir. El sábado pasado, en su primera plana, sobre el fondo de una foto a tamaño natural del ministro de Asuntos Exteriores con el índice amenazante, un enorme titular: «El Gobierno pone firme a Kirchner». No hubo que esperar mucho para que, producida la nacionalización de la petrolera YPF, el mismo periódico sostuviera sin rubor que «debe felicitarse al Gobierno por su prudencia, demostrada al limitar a las palabras la primera contestación ante el expolio». ¿Habrá que buscar en el diccionario el término servilismo?
Cito lo anterior como ejemplo de la forma de proceder del Gobierno de Rajoy y sus cornetas, sus medios afines. Bravatas e inoperancia. Perdiendo a chorros el apoyo con que contaron en las elecciones de noviembre, como demuestran las últimas encuestas, los del PP evidencian desorientación y prepotencia. Si ayer dijeron hache, hoy defienden be sin pestañear. Las contradicciones –¿verdad, señor Floriano?–, los diegos donde dijeron digo, las subidas de impuestos que aseguraron intocables, los recortes en educación, el repago en sanidad, iniciado con la pérdida de gratuidad de los medicamentos para los jubilados... Lo único que faltaba para el duro a una ciudadanía desengañada y escéptica era la aventura del safari real. Con un PSOE, para qué negarlo, que con lamerse las heridas y verlas venir parece tener suficiente. Su actitud ante el asunto del rey, con la excepción de Tomás Gómez, ha sido más propia de cortesanos aduladores que de un partido que un día fue republicano.
¿Cabrá algún consuelo? Pues sí, un consuelo del que los extremeños podemos sentirnos orgullosos: La propuesta de nuestro lehendakari, digo presidente regional, sobre una nueva edición, más de treinta años después de la primera, de los pactos de la Moncloa. Le auguro un rotundo éxito. Vean, si no, cómo ha sido acogida en su propio partido. Con propuestas de tal calibre (no sé si el término es adecuado en las presentes circunstancias) no cabe el desánimo. Por difíciles que sean los retos, los hombres de Estado es lo que tienen: soluciones de raíz para los males de la patria.
Publicado en El Periódico Extremadura
Cito lo anterior como ejemplo de la forma de proceder del Gobierno de Rajoy y sus cornetas, sus medios afines. Bravatas e inoperancia. Perdiendo a chorros el apoyo con que contaron en las elecciones de noviembre, como demuestran las últimas encuestas, los del PP evidencian desorientación y prepotencia. Si ayer dijeron hache, hoy defienden be sin pestañear. Las contradicciones –¿verdad, señor Floriano?–, los diegos donde dijeron digo, las subidas de impuestos que aseguraron intocables, los recortes en educación, el repago en sanidad, iniciado con la pérdida de gratuidad de los medicamentos para los jubilados... Lo único que faltaba para el duro a una ciudadanía desengañada y escéptica era la aventura del safari real. Con un PSOE, para qué negarlo, que con lamerse las heridas y verlas venir parece tener suficiente. Su actitud ante el asunto del rey, con la excepción de Tomás Gómez, ha sido más propia de cortesanos aduladores que de un partido que un día fue republicano.
¿Cabrá algún consuelo? Pues sí, un consuelo del que los extremeños podemos sentirnos orgullosos: La propuesta de nuestro lehendakari, digo presidente regional, sobre una nueva edición, más de treinta años después de la primera, de los pactos de la Moncloa. Le auguro un rotundo éxito. Vean, si no, cómo ha sido acogida en su propio partido. Con propuestas de tal calibre (no sé si el término es adecuado en las presentes circunstancias) no cabe el desánimo. Por difíciles que sean los retos, los hombres de Estado es lo que tienen: soluciones de raíz para los males de la patria.
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14 de abril de 2012
Aquellos tiempos del franquismo
EL FRANQUISMO –ya saben: esa etapa de nuestra historia que para algunos es de mal gusto recordar– mantuvo durante largos años ciertos principios inmutables. El orden público, por ejemplo, que siempre antepuso a la justicia. Todo tenía que dar apariencia de paz, aunque fuera la de los cementerios. Más de tres personas charlando en la calle constituían grupo ilegal. La orden de «¡disuélvanse!» se imponía a porrazos a quienes no se limitaran a decir amén.
Otro rasgo de aquel régimen durante gran parte de su existencia fue la ocupación por parte de miembros del Opus Dei de altos órganos del Estado. Ni siquiera Fraga, adversario a muerte de los tecnócratas, como entonces se les llamaba, pudo contra los López Rodó, López Bravo, Ullastres y compañía.
Sin olvidar que, si bien Tarancón, Añoveros y algún que otro cura de la cáscara amarga se enfrentaron al dictador, escuchar entonces a los pastores de la grey católica suponía volver a Trento. Homosexuales, mujeres que interrumpieran sus embarazos, separados, usuarios de anticonceptivos, todos eran amenazados por los obsesionados ensotanados con las llamas del infierno. No solo desde los púlpitos de las iglesias, sino desde los medios de comunicación estatales.
¡Qué tiempos aquellos!
Ahora las cosas han cambiado. Es cierto que el nuevo ministro del Interior anunció hace unos días que cometerá delito de pertenencia a organización criminal quien convoque a través de Internet actos que alteren el orden público, pero no es lo mismo que en el franquismo: en el franquismo no existía Internet.
El Opus Dei ya no ocupa la mayor parte de los ministerios. Solo a los titulares de Defensa, Interior, Hacienda y Asuntos Exteriores se los relaciona estrechamente con la Obra. Y aunque algunos ilustres embajadores del reino de España pertenezcan sin tapujos a ella, se han ido a Londres o por ahí.
¿Y en cuanto a los sermones cuaresmales? Nada, nada que ver los de hoy con los de entonces. En los descansos entre procesión y procesión (ahora llamadas desfiles procesionales) se siguen emitiendo por las televisiones públicas las diatribas obispales, sí, pero en color y alta definición, no en el blanco y negro de cuando Rajoy luchaba por la democracia mientras preparaba sus oposiciones a registrador.
El franquismo. ¡Qué tiempos aquellos!
Publicado en El Periódico Extremadura
Otro rasgo de aquel régimen durante gran parte de su existencia fue la ocupación por parte de miembros del Opus Dei de altos órganos del Estado. Ni siquiera Fraga, adversario a muerte de los tecnócratas, como entonces se les llamaba, pudo contra los López Rodó, López Bravo, Ullastres y compañía.
Sin olvidar que, si bien Tarancón, Añoveros y algún que otro cura de la cáscara amarga se enfrentaron al dictador, escuchar entonces a los pastores de la grey católica suponía volver a Trento. Homosexuales, mujeres que interrumpieran sus embarazos, separados, usuarios de anticonceptivos, todos eran amenazados por los obsesionados ensotanados con las llamas del infierno. No solo desde los púlpitos de las iglesias, sino desde los medios de comunicación estatales.
¡Qué tiempos aquellos!
El Opus Dei ya no ocupa la mayor parte de los ministerios. Solo a los titulares de Defensa, Interior, Hacienda y Asuntos Exteriores se los relaciona estrechamente con la Obra. Y aunque algunos ilustres embajadores del reino de España pertenezcan sin tapujos a ella, se han ido a Londres o por ahí.
¿Y en cuanto a los sermones cuaresmales? Nada, nada que ver los de hoy con los de entonces. En los descansos entre procesión y procesión (ahora llamadas desfiles procesionales) se siguen emitiendo por las televisiones públicas las diatribas obispales, sí, pero en color y alta definición, no en el blanco y negro de cuando Rajoy luchaba por la democracia mientras preparaba sus oposiciones a registrador.
El franquismo. ¡Qué tiempos aquellos!
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5 de abril de 2012
Ya está bien de herencia recibida
CONFÍO en que ninguno de mis amigos dedicados a la sociología se moleste porque lo diga, pero pienso que la imprecisión de dicha ciencia se ha puesto de manifiesto una vez más. En esta ocasión, a la vista de los recientes resultados electorales en Asturias y, principalmente, Andalucía, donde todas las estimaciones previas se demostraron radicalmente erradas. Si alguien no quedó sorprendido en la noche del pasado domingo 25 de marzo, yo, al menos, no lo conozco.
Que los periódicos pudieran encabezar sus noticias el lunes siguiente con «El PSOE consigue frenar la marea azul» no figuraba, desde luego, entre las previsiones. ¿Qué puede haber sucedido, pues, para que estudios aparentemente sesudos y rigurosos hayan patinado tan estrepitosamente? ¿Carecen los estadísticos que trabajan para los institutos dedicados a la investigación sociológica en España del nivel científico requerido? ¿Oculta la gente sus verdaderas intenciones de voto cuando es interrogada al respecto?
Yo soy de la opinión, naturalmente rebatible, de que lo que ocurre es que la ciudadanía empieza a estar un tanto desengañada con el PP, en un proceso que solo acaba de iniciarse, pero que avanza día a día. Han pasado varios meses desde que Zapatero emprendió camino del exilio y seguir recurriendo a la “herencia recibida” para justificar todos los males parece ya disculpa demasiado trivial. Los datos económicos son cada día peores y culpar permanentemente de todo al Gobierno anterior resulta un poco cansino; ofensivo, incluso, a la inteligencia de la gente. ¿No iba a ser recogida con alborozo por los todopoderosos mercados la reforma laboral? ¿A qué, entonces, el derrumbe de los índices bursátiles, la subida a las nubes de la dichosa prima de riesgo?
¿Perder derechos que tanto costó lograr para seguir igual, cuando no peor? Continúa aumentando el paro, suben los precios de servicios esenciales... Van pasando los meses y empieza a evidenciarse que las promesas que se hicieron pueden quedarse, pese a los sacrificios impuestos, en eso, en promesas. Aquí, en Extremadura, ya vemos: aves que no levantan el vuelo, deudas que seguirán siendo históricas por largo tiempo... Muchos, entre los que me incluyo, pensábamos hasta hace unas semanas que la supremacía del Partido Popular se mantendría durante los próximos ocho, o incluso doce, años. Ya veremos.
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Que los periódicos pudieran encabezar sus noticias el lunes siguiente con «El PSOE consigue frenar la marea azul» no figuraba, desde luego, entre las previsiones. ¿Qué puede haber sucedido, pues, para que estudios aparentemente sesudos y rigurosos hayan patinado tan estrepitosamente? ¿Carecen los estadísticos que trabajan para los institutos dedicados a la investigación sociológica en España del nivel científico requerido? ¿Oculta la gente sus verdaderas intenciones de voto cuando es interrogada al respecto?
Yo soy de la opinión, naturalmente rebatible, de que lo que ocurre es que la ciudadanía empieza a estar un tanto desengañada con el PP, en un proceso que solo acaba de iniciarse, pero que avanza día a día. Han pasado varios meses desde que Zapatero emprendió camino del exilio y seguir recurriendo a la “herencia recibida” para justificar todos los males parece ya disculpa demasiado trivial. Los datos económicos son cada día peores y culpar permanentemente de todo al Gobierno anterior resulta un poco cansino; ofensivo, incluso, a la inteligencia de la gente. ¿No iba a ser recogida con alborozo por los todopoderosos mercados la reforma laboral? ¿A qué, entonces, el derrumbe de los índices bursátiles, la subida a las nubes de la dichosa prima de riesgo?
¿Perder derechos que tanto costó lograr para seguir igual, cuando no peor? Continúa aumentando el paro, suben los precios de servicios esenciales... Van pasando los meses y empieza a evidenciarse que las promesas que se hicieron pueden quedarse, pese a los sacrificios impuestos, en eso, en promesas. Aquí, en Extremadura, ya vemos: aves que no levantan el vuelo, deudas que seguirán siendo históricas por largo tiempo... Muchos, entre los que me incluyo, pensábamos hasta hace unas semanas que la supremacía del Partido Popular se mantendría durante los próximos ocho, o incluso doce, años. Ya veremos.
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31 de marzo de 2012
Mayorías andaluzas y extremeñas
COMO LA VIDA está llena de paradojas, y la vida política aún más, no cabe asombrarse de que algún medio de la ultraderecha, esa que campa a sus anchas por ciertos canales de la TDT aunque apenas venda sus panfletos en los quioscos, haya parafraseado en estos días la célebre afirmación de Marx y Engels, trasladando el fantasma que recorría la Europa de mediados del XIX, el fantasma del comunismo, a la Andalucía del presente siglo. ¡Están que se salen estos fachillas, cuyos excesos, más que susto, producen risa!
No, no hay fantasma revolucionario en el horizonte andaluz. Hay la evidencia de que allí, en Andalucía, como aquí, en Extremadura, somos mayoría quienes, desde distintas perspectivas y con diferentes planteamientos, preferimos una sociedad en que primen la solidaridad y la igualdad a otra regida por los privilegios y las diferencias. Por eso resultaría incomprensible allí, como para muchos lo resultó aquí, que disquisiciones metafísicas, maximalismos variados y personalismos de poco pelo impidieran que la mayoría electoral de izquierdas, por ambigua que esta expresión resulte, se viera reflejada en el próximo gobierno que se constituya.
A mí, qué quieren que les diga, me resulta chocante oír decir al líder de Izquierda Unida de Extremadura que gracias a su organización se está conteniendo la política de Monago, al que Escobar se esmera en llamar «presidente Monago», por si alguien hubiera olvidado tal condición. Me resulta chocante en cuanto, si hubieran querido los tres diputados de IU en Mérida, esa política no solo se hubiera contenido sino, sencillamente, se hubiera evitado.
No conozco bien las corrientes, escisiones y tendencias que existan en IU de Extremadura. Tampoco estoy al día de las facciones surgidas en el PSOE. Ni una ni otro son asociaciones pías formadas por seres angelicales y, sin duda, muchos comportamientos del PSOE extremeño en sus momentos de supremacía justificaban ciertos recelos. Pero estoy seguro de que la alegría que muchos sentimos cuando el pasado domingo los escaños obtenidos entre PSOE e IU en Andalucía superaron los del PP se asemejó a la vivida el 22 de mayo en Extremadura. Esperemos que los parecidos se queden en eso y que una decepción como la producida en nuestra comunidad tras la abstención de IU en la investidura de Monago no se repita en la comunidad vecina.
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No, no hay fantasma revolucionario en el horizonte andaluz. Hay la evidencia de que allí, en Andalucía, como aquí, en Extremadura, somos mayoría quienes, desde distintas perspectivas y con diferentes planteamientos, preferimos una sociedad en que primen la solidaridad y la igualdad a otra regida por los privilegios y las diferencias. Por eso resultaría incomprensible allí, como para muchos lo resultó aquí, que disquisiciones metafísicas, maximalismos variados y personalismos de poco pelo impidieran que la mayoría electoral de izquierdas, por ambigua que esta expresión resulte, se viera reflejada en el próximo gobierno que se constituya.
A mí, qué quieren que les diga, me resulta chocante oír decir al líder de Izquierda Unida de Extremadura que gracias a su organización se está conteniendo la política de Monago, al que Escobar se esmera en llamar «presidente Monago», por si alguien hubiera olvidado tal condición. Me resulta chocante en cuanto, si hubieran querido los tres diputados de IU en Mérida, esa política no solo se hubiera contenido sino, sencillamente, se hubiera evitado.
No conozco bien las corrientes, escisiones y tendencias que existan en IU de Extremadura. Tampoco estoy al día de las facciones surgidas en el PSOE. Ni una ni otro son asociaciones pías formadas por seres angelicales y, sin duda, muchos comportamientos del PSOE extremeño en sus momentos de supremacía justificaban ciertos recelos. Pero estoy seguro de que la alegría que muchos sentimos cuando el pasado domingo los escaños obtenidos entre PSOE e IU en Andalucía superaron los del PP se asemejó a la vivida el 22 de mayo en Extremadura. Esperemos que los parecidos se queden en eso y que una decepción como la producida en nuestra comunidad tras la abstención de IU en la investidura de Monago no se repita en la comunidad vecina.
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24 de marzo de 2012
¿Una Thatcher española?
POR UNA de esas coincidencias que se producen de vez en cuando, a las que no hay que buscar razones esotéricas, había hecho una pausa en La dama de hierro, la reciente película sobre Margaret Thatcher, antigua primera ministra británica, cuando un vistazo a la prensa digital me permitió enterarme de la última hora de dos destacadas políticas españolas: Esperanza Aguirre y Ana Botella. Ambas habían dedicado buena parte de su jornada, hace un par de días, a visitar un supermercado recién inaugurado en el madrileño barrio de Salamanca. Las fotos las mostraban, a cada una por separado y a distintas horas, luchando por meter unas peras o algo parecido en unas bolsas de plástico. Una auténtica hazaña para ellas, supongo, a las que imagino poco habituadas a lidiar con semejantes cometidos. ¿Habrán tenido, acaso, que prescindir del servicio? Ya se sabe que la crisis, la maldita crisis heredada de Zapatero, no repara en clases.
Al volver a la película, excesivamente puesta al servicio de Meryl Streep, magnífica actriz pero acaso algo proclive a vampirizar cuanto personaje interpreta, me dio por pensar si alguna de estas dos señoras del PP podría, en su día, desempeñar aquí un papel semejante al jugado en el Reino Unido de los ochenta por la autoritaria Thatcher. Me respondí que no. Por una parte, porque algunas de las circunstancias históricas que encumbraron a la británica son difícilmente repetibles en estas latitudes. Guerras como la de las Malvinas, afortunadamente, son inimaginables en las Chafarinas, por mucho Trillo que medie. Pero, además, no veo yo a ninguna de las madrileñas clientes por un día de Mercadona con el pedigrí de la dama de peinado rocoso y sonrisa hierática, amiga de Pinochet. Mientras que esta fue una mujer hecha a sí misma, de origen modesto, única con faldas en un equipo de hombres, a las madrileñas las veo más en la línea de las niñas pijas educadas en colegios de postín y pendientes de las palabras del padre (espiritual) o el marido.
Otra cosa sería si habláramos de la vicepresidenta del Gobierno, la fulgurante Soraya Sáenz de Santamaría. Casada civilmente, pregonera de la Semana Santa de Valladolid, para cabreo de tridentinos, y piquito de oro, bien haría Rajoy en vigilarla de cerca. Para quien es capaz de dar un corte de mangas a los obispos y seguir con vida no deben existir metas inalcanzables.
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Al volver a la película, excesivamente puesta al servicio de Meryl Streep, magnífica actriz pero acaso algo proclive a vampirizar cuanto personaje interpreta, me dio por pensar si alguna de estas dos señoras del PP podría, en su día, desempeñar aquí un papel semejante al jugado en el Reino Unido de los ochenta por la autoritaria Thatcher. Me respondí que no. Por una parte, porque algunas de las circunstancias históricas que encumbraron a la británica son difícilmente repetibles en estas latitudes. Guerras como la de las Malvinas, afortunadamente, son inimaginables en las Chafarinas, por mucho Trillo que medie. Pero, además, no veo yo a ninguna de las madrileñas clientes por un día de Mercadona con el pedigrí de la dama de peinado rocoso y sonrisa hierática, amiga de Pinochet. Mientras que esta fue una mujer hecha a sí misma, de origen modesto, única con faldas en un equipo de hombres, a las madrileñas las veo más en la línea de las niñas pijas educadas en colegios de postín y pendientes de las palabras del padre (espiritual) o el marido.
Otra cosa sería si habláramos de la vicepresidenta del Gobierno, la fulgurante Soraya Sáenz de Santamaría. Casada civilmente, pregonera de la Semana Santa de Valladolid, para cabreo de tridentinos, y piquito de oro, bien haría Rajoy en vigilarla de cerca. Para quien es capaz de dar un corte de mangas a los obispos y seguir con vida no deben existir metas inalcanzables.
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17 de marzo de 2012
Aviones por aquí, aviones por allá...
ME CRUZO con un amigo al que llevaba mucho tiempo sin ver y le saludo cordialmente. Tras intercambiar unas palabras de cortesía, al mencionarle a un colega común observo en él un gesto de extrañeza que me suscita la duda y me obliga a preguntarle. Finalmente, resulta que no es quien yo creía. Cortadísmo, me disculpo como puedo y le agradezco la atención que me ha prestado.
Como me ocurriera a mí mismo hace unos días con ese paisano, cierto consejero de la Junta debió de encontrarse, hace meses, con una pizpireta compañía aérea, a la que tomó por amiga. La saludó obsequioso, le propuso negocios, quedaron en verse... pero cuando llegó el momento de formalizar la relación nuestro hombre se percató de lo irremediable: Esa prometedora amiga, de cuyo compromiso tanto había alardeado, no era quien él pensó, sino una desconocida que le dio plantón, dejándolo compuesto y sin novia.
Tras lo sucedido en la última semana con los fallidos vuelos internacionales desde Badajoz, lo pertinente habría sido que el consejero de Fomento, reconocida la tomadura de pelo de Rayanair, hubiera pedido disculpas a la ciudadanía por haber vendido alegremente la piel de un oso que aún no había cazado. Quizás, dado que todos metemos la pata en ocasiones, el suceso hubiera podido quedar en un sapo más de esos que, según dicen, tienen que tragarse todas las mañanas quienes se dedican a la política.
Pero no. En lugar de reconocer el chasco y entonar el oportuno mea culpa, el hombre prefirió convocar una rueda de prensa para anunciar con forzada cara de póker que «habiéndose enterado» de que otra aerolínea estaba interesada en utilizar el aeropuerto pacense, este volvería a funcionar próximamente. Sobre los miles y miles de viajeros de medio mundo antes asegurados, que convertirían nuestra región en un emporio turístico, sobre la grandiosa flotilla de la nueva compañía y su capacidad operativa, un tupido –¿estúpido?– velo.
Siendo toda la historia un puro culebrón, de final aún incierto, no me extrañó la novelesca forma en que el telediario regional enfocó aquella noche el asunto. Viéndolo, cualquiera hubiera creído que todo había transcurrido de la mejor de las formas y que la Junta seguía cosechando éxito tras éxito en su insuperable labor en pro de Extremadura y los extremeños. ¡Menuda es la tele de marras!
Publicado en El Periódico Extremadura
Como me ocurriera a mí mismo hace unos días con ese paisano, cierto consejero de la Junta debió de encontrarse, hace meses, con una pizpireta compañía aérea, a la que tomó por amiga. La saludó obsequioso, le propuso negocios, quedaron en verse... pero cuando llegó el momento de formalizar la relación nuestro hombre se percató de lo irremediable: Esa prometedora amiga, de cuyo compromiso tanto había alardeado, no era quien él pensó, sino una desconocida que le dio plantón, dejándolo compuesto y sin novia.
Esto afirmaba la prensa regional el pasado día 9 |
Pero no. En lugar de reconocer el chasco y entonar el oportuno mea culpa, el hombre prefirió convocar una rueda de prensa para anunciar con forzada cara de póker que «habiéndose enterado» de que otra aerolínea estaba interesada en utilizar el aeropuerto pacense, este volvería a funcionar próximamente. Sobre los miles y miles de viajeros de medio mundo antes asegurados, que convertirían nuestra región en un emporio turístico, sobre la grandiosa flotilla de la nueva compañía y su capacidad operativa, un tupido –¿estúpido?– velo.
Siendo toda la historia un puro culebrón, de final aún incierto, no me extrañó la novelesca forma en que el telediario regional enfocó aquella noche el asunto. Viéndolo, cualquiera hubiera creído que todo había transcurrido de la mejor de las formas y que la Junta seguía cosechando éxito tras éxito en su insuperable labor en pro de Extremadura y los extremeños. ¡Menuda es la tele de marras!
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10 de marzo de 2012
El lenguaje no es culpable
HAN SIDO tantos los millones de bites (lo de los ríos de tinta pasó a la historia) que en los últimos días han recorrido el ciberespacio, a propósito del informe Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, recientemente publicado por la RAE, que resultaría temerario para un profano en esas cuestiones, como un servidor, contribuir, por modestamente que fuera, al debate. No lo haré, al menos desde un punto de vista técnico; si bien, para no escurrir el bulto, manifestaré mi acuerdo con la tesis principal del documento: que las guías de lenguaje no sexistas publicadas por diversas instituciones, como sindicatos, ayuntamientos e incluso algunas universidades, propugnan un uso artificioso del castellano, a cuyas reglas no se puede hacer responsables de discriminación contra las mujeres. (Lo cual, evidentemente, no significa negar ésta ni la necesidad de luchar contra ella).
Hay, sin embargo un par de aspectos de la cuestión sobre los que podemos hablar todos, expertos o no en el terreno de la lengua. El primero se refiere a la advertencia de la Academia sobre el uso en público por parte de ciertos personajes, casi siempre políticos y sindicalistas, de modos de expresión inimaginables en ambientes privados. Aunque no se trata de un rasgo exclusivo de políticos y sindicalistas, desde luego. Oyendo por televisión a quienes presentan los programas sobre el tiempo –por no hablar de los comentaristas deportivos–, me pregunto si, en su casa, pedirán a sus hijos que se asomen a la ventana para ver si «la lluvia ha hecho acto de presencia», como tanto gustan de decir ante las cámaras, por ejemplo. Desde tal punto de vista, las guías de lenguaje no sexista serían una muestra más del desdoblamiento del castellano en dos idiomas, privado y natural uno, público y artificial el otro, que parecieran no tener nada en común.
Y el segundo aspecto es el de la impertinencia de mantener, como se ha hecho, que la publicación del informe hay que enmarcarla en el contexto de derechización que viven las instituciones españolas. Es cierto que los aromas de ciertos apoyos al documento de la RAE producen alergia, pero descalificarlo por el momento en que se ha difundido constituye un intento poco riguroso intelectualmente de restar autoridad, desde un punto de vista supuestamente progresista, a quienes lo defendemos. Eso, amén de injusto, sí que me parece discriminatorio.
Publicado en El Periódico Extremadura
Hay, sin embargo un par de aspectos de la cuestión sobre los que podemos hablar todos, expertos o no en el terreno de la lengua. El primero se refiere a la advertencia de la Academia sobre el uso en público por parte de ciertos personajes, casi siempre políticos y sindicalistas, de modos de expresión inimaginables en ambientes privados. Aunque no se trata de un rasgo exclusivo de políticos y sindicalistas, desde luego. Oyendo por televisión a quienes presentan los programas sobre el tiempo –por no hablar de los comentaristas deportivos–, me pregunto si, en su casa, pedirán a sus hijos que se asomen a la ventana para ver si «la lluvia ha hecho acto de presencia», como tanto gustan de decir ante las cámaras, por ejemplo. Desde tal punto de vista, las guías de lenguaje no sexista serían una muestra más del desdoblamiento del castellano en dos idiomas, privado y natural uno, público y artificial el otro, que parecieran no tener nada en común.
Y el segundo aspecto es el de la impertinencia de mantener, como se ha hecho, que la publicación del informe hay que enmarcarla en el contexto de derechización que viven las instituciones españolas. Es cierto que los aromas de ciertos apoyos al documento de la RAE producen alergia, pero descalificarlo por el momento en que se ha difundido constituye un intento poco riguroso intelectualmente de restar autoridad, desde un punto de vista supuestamente progresista, a quienes lo defendemos. Eso, amén de injusto, sí que me parece discriminatorio.
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3 de marzo de 2012
Dos caras de una misma moneda
QUE LA REALIDAD ofrece distintas caras a quienes la observan es obviedad de tal calibre que no merece la pena dedicar un segundo a demostrarla. Hay ocasiones, sin embargo, en que esas caras son tan contradictorias, tan opuestas unas a las otras, que resulta difícil creer que corresponden a un mismo mundo. Lo digo a propósito de dos hechos acaecidos anteayer, jueves, en el campus universitario de Cáceres y de los que, en buena medida, fue protagonista el presidente de la Junta.
El primero consistió en el acto académico realizado en la facultad de Derecho con motivo de la festividad de san Raimundo de Peñafort, un fraile dominico que, entre otros méritos, tuvo el de introducir la Inquisición en el reino de Aragón. Porque –aprovechemos la ocasión para decirlo– en la lista de las cien mejores universidades del mundo no figurará ni una sola española, pero si de santos y santas patronas se tratara... Bueno, pues mientras eso sucedía, lo de los discursos más o menos floridos, junto a quienes los pronunciaban se mostraba una reproducción de la copa del mundo de fútbol, ante la que público en general y autoridades en particular se fotografiaron orgullosos. Ignoro si el presidente regional, el rector, las consejeras, la alcaldesa y otras autoridades presentes en el acto desfilarían posteriormente en procesión tras el trofeo (iba a decir otra cosa, pero me he contenido) o se limitarían a adorarlo.
El segundo de los hechos fue la protesta algo desairada de un numeroso grupo de jóvenes estudiantes que, hasta que la policía lo impidió –de forma muy comedida, conviene destacarlo– obstaculizaron la salida de la facultad de la comitiva en que viajaba Monago. Es cierto que algunos de los eslóganes coreados fueron desafortunados (es lo que suele ocurrir con las rimas fáciles) e incluso agresivos, pero no más que los anuncios de recortes en servicios públicos básicos por los que los estudiantes protestaban.
El lector dirá con cuál de las dos caras de la moneda se identifica más. Si con la de unos actos protocolarios a los que todos asisten por obligación y que, en ocasiones, rozan el sainete, o con la de una saludable expresión del malestar entre jóvenes a los que suele acusarse de desinterés por la cosa pública pero a quienes algunos descalifican cuando, al hacerse oír, no suenan como un coro de ángeles.
Publicado en El Periódico Extremadura
El primero consistió en el acto académico realizado en la facultad de Derecho con motivo de la festividad de san Raimundo de Peñafort, un fraile dominico que, entre otros méritos, tuvo el de introducir la Inquisición en el reino de Aragón. Porque –aprovechemos la ocasión para decirlo– en la lista de las cien mejores universidades del mundo no figurará ni una sola española, pero si de santos y santas patronas se tratara... Bueno, pues mientras eso sucedía, lo de los discursos más o menos floridos, junto a quienes los pronunciaban se mostraba una reproducción de la copa del mundo de fútbol, ante la que público en general y autoridades en particular se fotografiaron orgullosos. Ignoro si el presidente regional, el rector, las consejeras, la alcaldesa y otras autoridades presentes en el acto desfilarían posteriormente en procesión tras el trofeo (iba a decir otra cosa, pero me he contenido) o se limitarían a adorarlo.
El segundo de los hechos fue la protesta algo desairada de un numeroso grupo de jóvenes estudiantes que, hasta que la policía lo impidió –de forma muy comedida, conviene destacarlo– obstaculizaron la salida de la facultad de la comitiva en que viajaba Monago. Es cierto que algunos de los eslóganes coreados fueron desafortunados (es lo que suele ocurrir con las rimas fáciles) e incluso agresivos, pero no más que los anuncios de recortes en servicios públicos básicos por los que los estudiantes protestaban.
El lector dirá con cuál de las dos caras de la moneda se identifica más. Si con la de unos actos protocolarios a los que todos asisten por obligación y que, en ocasiones, rozan el sainete, o con la de una saludable expresión del malestar entre jóvenes a los que suele acusarse de desinterés por la cosa pública pero a quienes algunos descalifican cuando, al hacerse oír, no suenan como un coro de ángeles.
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25 de febrero de 2012
El 68 es historia, pero mayo se acerca
HACE MIL años, cuando los grises, muchos estudiantes de la época teníamos que sintonizar por la noche alguna emisora extranjera para enterarnos de lo que había sucedido por la mañana a dos palmos de nuestras narices. Y no digamos nada de lo ocurrido un poco más lejos. Los periódicos y demás medios de comunicación nacionales, como entonces se decía, o bien eran meros instrumentos propagandísticos del régimen o bien sufrían una censura de voracidad insaciable que los reducía a la inoperancia. ¿Habrá quienes, franquistas irredentos al margen, aún lo nieguen?
Hoy, algunas cosas han cambiado. Estás en tu casa, ante el ordenador o con una de esas tabletas –el nombre me chirría– sobre el brazo del sillón, y puedes ver en directo la transmisión que un chico con un portátil emite con toda naturalidad desde una asamblea en su facultad, en Valencia. Y aunque oigas expresiones que te resultan familiares, las voces son nuevas. Las redes sociales bullen de información instantánea, servida por sus propios protagonistas.
Algunas cosas han cambiado, cierto. Otras no. No las primeras planas del periódico fascistoide que si en los años de vergüenza llamaba suicidios a ciertos asesinatos ahora descalifica a jóvenes, casi niños, por manifestarse pacíficamente. No el lenguaje de quienes recurren a una imaginaria alteración del orden público para justificar que chavalillos imberbes sean abofeteados, cuando no apaleados, por quienes debieran proteger su libertad. No han cambiado las mentes estrechas de algunas autoridades que osan llamar enemigos (faltó añadir “de España”) a los hijos adolescentes de quienes les pagan el sueldo. ¿Volverá pronto la conjura judeo-masónica?
Haría bien el Partido Popular en seguir los consejos de Rajoy, más astuto en esto que muchos de sus subordinados, y manejar con prudencia la incipiente revuelta estudiantil. Los jóvenes de la primavera valenciana no llevan incorporados en su corta biografía los miedos de sus padres y abuelos y no callarán porque unos matones, con o sin uniforme, los agredan. El 68 es historia, sí, y ya no habrá que sintonizar radios de fuera para saber lo que ocurre en tu casa, cierto; pero mayo se acerca a marchas forzadas. Y este año, con las lluvias que están cayendo, puede ser florido.
Publicado en El Periódico Extremadura
Hoy, algunas cosas han cambiado. Estás en tu casa, ante el ordenador o con una de esas tabletas –el nombre me chirría– sobre el brazo del sillón, y puedes ver en directo la transmisión que un chico con un portátil emite con toda naturalidad desde una asamblea en su facultad, en Valencia. Y aunque oigas expresiones que te resultan familiares, las voces son nuevas. Las redes sociales bullen de información instantánea, servida por sus propios protagonistas.
Algunas cosas han cambiado, cierto. Otras no. No las primeras planas del periódico fascistoide que si en los años de vergüenza llamaba suicidios a ciertos asesinatos ahora descalifica a jóvenes, casi niños, por manifestarse pacíficamente. No el lenguaje de quienes recurren a una imaginaria alteración del orden público para justificar que chavalillos imberbes sean abofeteados, cuando no apaleados, por quienes debieran proteger su libertad. No han cambiado las mentes estrechas de algunas autoridades que osan llamar enemigos (faltó añadir “de España”) a los hijos adolescentes de quienes les pagan el sueldo. ¿Volverá pronto la conjura judeo-masónica?
Haría bien el Partido Popular en seguir los consejos de Rajoy, más astuto en esto que muchos de sus subordinados, y manejar con prudencia la incipiente revuelta estudiantil. Los jóvenes de la primavera valenciana no llevan incorporados en su corta biografía los miedos de sus padres y abuelos y no callarán porque unos matones, con o sin uniforme, los agredan. El 68 es historia, sí, y ya no habrá que sintonizar radios de fuera para saber lo que ocurre en tu casa, cierto; pero mayo se acerca a marchas forzadas. Y este año, con las lluvias que están cayendo, puede ser florido.
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18 de febrero de 2012
Besugos en el Congreso
LOS MÁS... veteranos de los lectores (seamos generosos en el apelativo) recordarán Diálogos para besugos, la descacharrante sección de La Codorniz, “la revista más audaz para el lector más inteligente”, como ella misma se definía. Pese a su título, la memorable columna no contenía diálogo alguno, sino un par de monólogos entrecruzados en los que cada uno de los supuestos interlocutores decía lo que le venía en gana. Si uno empezaba con un «buenos días», el otro respondía con un «buenas tardes». Y así sucesivamente.
Pensaba en ellos, en los besugos, mientras, a salto de mata, veía en la tele la transmisión de la última de las sesiones de control al Gobierno. La pantalla mostraba a unos padres y madres de la patria saludando a su aire y, al poco, a otros desde el banco azul respondiendo como les petaba. ¡Qué espectáculo más prescindible!
Habla una diputada socialista, cuyo nombre lamento no haber anotado, y le pregunta al ministro de Educación (ante quien el famoso elefante de la cacharrería tiraría la toalla) si cree que los cambios anunciados desde su departamento han sido «hechos con rigor». ¡Y se queda tan ancha! ¿Qué responderá el ministro, que no, que son fruto de la última juerga con sus amiguetes de congregación? Contesta brevemente y de mala gana el calvo, dicho sea con el respeto que otorga la solidaridad entre iguales, y la señora diputada replica tirando de papel y leyendo algo que llevaba previamente escrito.
Toma después la palabra otra diputada, antigua consejera de la Junta de Extremadura a la que, cosas de la vida, han colocado ahora en el gallinero, y, dirigiéndose a la ministra de Empleo, le inquiere si la reforma laboral recién aprobada va a favorecer el empleo. ¿Qué dirá la interpelada, que en absoluto, que la han acordado buscando precisamente los efectos contrarios?
Nuestros parlamentarios, a diferencia de La Codorniz, no son audaces, aunque, como ella, hagan reír (por no llorar). Nuestros diputados y senadores (con las pocas excepciones que sea menester) se parecen mucho más a Cantinflas que a Cicerón. Nuestras bien remuneradas señorías valoran en muy poco la inteligencia de aquellos a quienes dicen representar. ¿Cómo, si no, se comportarían cual besugos sabiendo que los estamos viendo?
Publicado en El Periódico Extremadura
Pensaba en ellos, en los besugos, mientras, a salto de mata, veía en la tele la transmisión de la última de las sesiones de control al Gobierno. La pantalla mostraba a unos padres y madres de la patria saludando a su aire y, al poco, a otros desde el banco azul respondiendo como les petaba. ¡Qué espectáculo más prescindible!
Habla una diputada socialista, cuyo nombre lamento no haber anotado, y le pregunta al ministro de Educación (ante quien el famoso elefante de la cacharrería tiraría la toalla) si cree que los cambios anunciados desde su departamento han sido «hechos con rigor». ¡Y se queda tan ancha! ¿Qué responderá el ministro, que no, que son fruto de la última juerga con sus amiguetes de congregación? Contesta brevemente y de mala gana el calvo, dicho sea con el respeto que otorga la solidaridad entre iguales, y la señora diputada replica tirando de papel y leyendo algo que llevaba previamente escrito.
Toma después la palabra otra diputada, antigua consejera de la Junta de Extremadura a la que, cosas de la vida, han colocado ahora en el gallinero, y, dirigiéndose a la ministra de Empleo, le inquiere si la reforma laboral recién aprobada va a favorecer el empleo. ¿Qué dirá la interpelada, que en absoluto, que la han acordado buscando precisamente los efectos contrarios?
Nuestros parlamentarios, a diferencia de La Codorniz, no son audaces, aunque, como ella, hagan reír (por no llorar). Nuestros diputados y senadores (con las pocas excepciones que sea menester) se parecen mucho más a Cantinflas que a Cicerón. Nuestras bien remuneradas señorías valoran en muy poco la inteligencia de aquellos a quienes dicen representar. ¿Cómo, si no, se comportarían cual besugos sabiendo que los estamos viendo?
Publicado en El Periódico Extremadura
11 de febrero de 2012
Oposiciones en la enseñanza pública
SE HALLAN bien arraigadas entre nosotros algunas que podríamos llamar verdades tabúes, supuestos que nadie discute y sobre los que resulta incómodo mantener opiniones críticas. De hacerlo se corre el riesgo de ser condenado a la hoguera por herejía política y abandono del recto camino, empedrado de tópicos. Los puntos de vista singulares casan mal con la uniformidad de la fila.
Escribo lo anterior a propósito del aplazamiento hasta el próximo año de las oposiciones a profesores en la enseñanza pública de Extremadura, sobre el que tengo una opinión acaso heterodoxa que deseo compartir con el lector.
Considero que en las circunstancias actuales está justificado que la Administración regional haya preferido no convocar esas pruebas, dado que el número de plazas que podrían salir a concurso –solo un 10 % de las vacantes que se produjeran– sería muy limitado. Sin embargo, me resulta objetable que, para justificar esta decisión, la consejera aduzca, respaldada en buena medida por los sindicatos, que la realización de pruebas en nuestra región, no celebrándose en otras, «perjudicaría a los opositores extremeños». Refiriéndose, claro, a que participarían en ellas candidatos de otras procedencias como consecuencia del perezosamente denominado “efecto llamada”.
Resulta objetable esa postura, en efecto. Porque, aun comprendiendo que los candidatos extremeños a las plazas en juego prefieran no competir con otros y entendiendo su frustración al no ver siempre valorado su esfuerzo, sorprende que la principal preocupación de la consejera no consista en que la calidad de los profesores en la enseñanza pública sea la máxima posible, sino en “no perjudicar”, según dice, a los opositores de la región. No se trata de perjudicar a nadie, por supuesto, pero lo que interesa a los alumnos, a sus padres, a la sociedad en su conjunto, es que los profesores de los centros extremeños sean los mejores. Procedan de aquí o de la Conchinchina. Y cuantos más sean los candidatos a esas plazas, mejores serán los seleccionados, como es lógico.
Alegar, como probablemente hagan algunos, que en otros lugares también dan preferencia a los de casa no es argumento de peso. Aunque así ocurriera, y al margen de aspectos nada baladíes que distinguirían unos casos de otros, ¿habríamos de imitarlos en su torpeza?
Publicado en El Periódico Extremadura
Escribo lo anterior a propósito del aplazamiento hasta el próximo año de las oposiciones a profesores en la enseñanza pública de Extremadura, sobre el que tengo una opinión acaso heterodoxa que deseo compartir con el lector.
Considero que en las circunstancias actuales está justificado que la Administración regional haya preferido no convocar esas pruebas, dado que el número de plazas que podrían salir a concurso –solo un 10 % de las vacantes que se produjeran– sería muy limitado. Sin embargo, me resulta objetable que, para justificar esta decisión, la consejera aduzca, respaldada en buena medida por los sindicatos, que la realización de pruebas en nuestra región, no celebrándose en otras, «perjudicaría a los opositores extremeños». Refiriéndose, claro, a que participarían en ellas candidatos de otras procedencias como consecuencia del perezosamente denominado “efecto llamada”.
Resulta objetable esa postura, en efecto. Porque, aun comprendiendo que los candidatos extremeños a las plazas en juego prefieran no competir con otros y entendiendo su frustración al no ver siempre valorado su esfuerzo, sorprende que la principal preocupación de la consejera no consista en que la calidad de los profesores en la enseñanza pública sea la máxima posible, sino en “no perjudicar”, según dice, a los opositores de la región. No se trata de perjudicar a nadie, por supuesto, pero lo que interesa a los alumnos, a sus padres, a la sociedad en su conjunto, es que los profesores de los centros extremeños sean los mejores. Procedan de aquí o de la Conchinchina. Y cuantos más sean los candidatos a esas plazas, mejores serán los seleccionados, como es lógico.
Alegar, como probablemente hagan algunos, que en otros lugares también dan preferencia a los de casa no es argumento de peso. Aunque así ocurriera, y al margen de aspectos nada baladíes que distinguirían unos casos de otros, ¿habríamos de imitarlos en su torpeza?
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4 de febrero de 2012
Son jóvenes, pero antiguos
NO HAY QUE confundir lo viejo con lo antiguo. Ni lo joven con lo moderno. Conozco a muchos ancianos de mentalidad más innovadora que la de ciertos jóvenes, cuyas ideas no hubieran desentonado en el siglo XIX. O antes.
Lo digo porque alguien podría extrañarse de que personas en plena juventud o, si no juventud, madurez, como destacados miembros del Gobierno, estén haciendo gala en las últimas semanas de posturas ideológicas tan involutivas, tan retrógradas. No hay motivo de extrañeza. No actúan así por jóvenes, sino por antiguos. Lo hacen porque está en su naturaleza. Y lo habían anunciado. Desde ese punto de vista, su comportamiento es irreprochable.
¿O acaso no es antiguo un presidente que se refiera a sus conciudadanos en los términos en que lo hizo Rajoy en Bruselas? Su «a mí me van a hacer una huelga», envaneciéndose de ello, ¿no les recordó el ¡cómo está el servicio! de cuando las señoronas aquellas de la asociación pía? Le faltó añadir que, a este paso, lo mismo la gente pide un mes de vacaciones al año.
La involución que estamos viviendo en nuestro país, en todos y cada uno de los órdenes –deténgase el lector en analizar algunos recientes nombramientos en el área cultural extremeña, por ejemplo– no es cuestión de edades. Es cuestión de una forma de ver el mundo que, siendo generosos, podríamos calificar de netamente conservadora y, de ser algo más precisos, de abiertamente reaccionaria.
Reaparecen nombres que creíamos perdidos en montes turcos, se anuncian limitaciones al ejercicio de derechos que a nadie obligan, se multiplican los avisos de reducciones de servicios públicos básicos, se habla sin recato de medidas que pondrán en riesgo otros... Mientras, órganos judiciales cuya renovación se obstaculizó, ahora se aprestan a ser ocupados. ¡Qué espectáculo el de la Justicia, virgen de la Macarena!
El electorado español se pronunció claramente en el pasado noviembre (no tanto el extremeño meses antes, pero ya ven). Gobiernan quienes los votantes quisieron. Parafraseando al desaparecido Vázquez Montalbán podríamos decir que, a partir de los cuarenta, cada sociedad es responsable de sus actos. La edad media de la población española es justamente esa, y un señor que se llamaba Franco murió en el 75. Saque el lector las conclusiones que estime pertinentes. Y que cada palo aguante su vela.
Publicado en El Periódico Extremadura
Lo digo porque alguien podría extrañarse de que personas en plena juventud o, si no juventud, madurez, como destacados miembros del Gobierno, estén haciendo gala en las últimas semanas de posturas ideológicas tan involutivas, tan retrógradas. No hay motivo de extrañeza. No actúan así por jóvenes, sino por antiguos. Lo hacen porque está en su naturaleza. Y lo habían anunciado. Desde ese punto de vista, su comportamiento es irreprochable.
¿O acaso no es antiguo un presidente que se refiera a sus conciudadanos en los términos en que lo hizo Rajoy en Bruselas? Su «a mí me van a hacer una huelga», envaneciéndose de ello, ¿no les recordó el ¡cómo está el servicio! de cuando las señoronas aquellas de la asociación pía? Le faltó añadir que, a este paso, lo mismo la gente pide un mes de vacaciones al año.
La involución que estamos viviendo en nuestro país, en todos y cada uno de los órdenes –deténgase el lector en analizar algunos recientes nombramientos en el área cultural extremeña, por ejemplo– no es cuestión de edades. Es cuestión de una forma de ver el mundo que, siendo generosos, podríamos calificar de netamente conservadora y, de ser algo más precisos, de abiertamente reaccionaria.
Reaparecen nombres que creíamos perdidos en montes turcos, se anuncian limitaciones al ejercicio de derechos que a nadie obligan, se multiplican los avisos de reducciones de servicios públicos básicos, se habla sin recato de medidas que pondrán en riesgo otros... Mientras, órganos judiciales cuya renovación se obstaculizó, ahora se aprestan a ser ocupados. ¡Qué espectáculo el de la Justicia, virgen de la Macarena!
El electorado español se pronunció claramente en el pasado noviembre (no tanto el extremeño meses antes, pero ya ven). Gobiernan quienes los votantes quisieron. Parafraseando al desaparecido Vázquez Montalbán podríamos decir que, a partir de los cuarenta, cada sociedad es responsable de sus actos. La edad media de la población española es justamente esa, y un señor que se llamaba Franco murió en el 75. Saque el lector las conclusiones que estime pertinentes. Y que cada palo aguante su vela.
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28 de enero de 2012
Los Soprano en Valencia
TERMINÉ hace poco de ver en su totalidad Los Soprano, la magnífica serie de televisión producida por la cadena HBO ganadora de numerosos premios. La serie, como sabe el lector, refleja el día a día de un grupo de mafiosos unidos por su mismo origen, italiano, y afincados en Nueva Jersey, en los primeros años del presente siglo.
La que algunos críticos han llamado «obra maestra de la cultura pop» retrata con gran realismo la actividad criminal y los conflictos familiares de unos personajes que, de acuerdo con normas no escritas, saben que cualquier traición, cualquier deslealtad a los suyos, tendrá como coste la propia vida. Sin embargo, pese a la crudeza de muchas escenas de los casi noventa capítulos de la serie, lo que a mi juicio mejor refleja el verdadero carácter de sus protagonistas, empezando por el principal, Tony Soprano, no son los escalofriantes modos en que torturan, matan, se deshacen de sus rivales. Lo que mejor los retrata es su lenguaje.
Mi conocimiento de idiomas es, lamentablemente, semejante al de los presidentes de Gobierno españoles. Aun así, prefiero ver las películas en versión original, con subtítulos. Si me resulta imposible imaginar que a Pepe Isbert, por ejemplo, le privaran de su auténtica voz, lo mismo me sucede con los grandes actores internacionales. Pues bien, las expresiones obscenas en Los Soprano, los «motherfuckers», los «cocksuckers», solo audibles en la versión original e intraducibles en su grosería, son tan habituales, tan consustanciales a los personajes, que solo con ellas bastaría para hacerse una idea cabal de la auténtica naturaleza de los mismos. Casi sobran las escenas de sangre en que se ven envueltos.
Cuando leí que un jurado popular no se puso de acuerdo sobre la culpabilidad de Camps y Costa pensé que sus miembros no habrían visto Los Soprano. Porque, de haberlo hecho, tras oír las grabaciones aportadas en el juicio de Valencia, los abundantes «que le den por culo», «hijo puta» y otras lindezas semejantes, un incontrolable acto reflejo les hubiera llevado a sobreponer el rostro de James Gandolfini, el actor que encarna en la ficción al jefe mafioso, al de los sentados en el banquillo. El veredicto de culpabilidad, en esas condiciones, hubiera resultado insoslayable.
Publicado en El Periódico Extremadura
La que algunos críticos han llamado «obra maestra de la cultura pop» retrata con gran realismo la actividad criminal y los conflictos familiares de unos personajes que, de acuerdo con normas no escritas, saben que cualquier traición, cualquier deslealtad a los suyos, tendrá como coste la propia vida. Sin embargo, pese a la crudeza de muchas escenas de los casi noventa capítulos de la serie, lo que a mi juicio mejor refleja el verdadero carácter de sus protagonistas, empezando por el principal, Tony Soprano, no son los escalofriantes modos en que torturan, matan, se deshacen de sus rivales. Lo que mejor los retrata es su lenguaje.
Mi conocimiento de idiomas es, lamentablemente, semejante al de los presidentes de Gobierno españoles. Aun así, prefiero ver las películas en versión original, con subtítulos. Si me resulta imposible imaginar que a Pepe Isbert, por ejemplo, le privaran de su auténtica voz, lo mismo me sucede con los grandes actores internacionales. Pues bien, las expresiones obscenas en Los Soprano, los «motherfuckers», los «cocksuckers», solo audibles en la versión original e intraducibles en su grosería, son tan habituales, tan consustanciales a los personajes, que solo con ellas bastaría para hacerse una idea cabal de la auténtica naturaleza de los mismos. Casi sobran las escenas de sangre en que se ven envueltos.
Cuando leí que un jurado popular no se puso de acuerdo sobre la culpabilidad de Camps y Costa pensé que sus miembros no habrían visto Los Soprano. Porque, de haberlo hecho, tras oír las grabaciones aportadas en el juicio de Valencia, los abundantes «que le den por culo», «hijo puta» y otras lindezas semejantes, un incontrolable acto reflejo les hubiera llevado a sobreponer el rostro de James Gandolfini, el actor que encarna en la ficción al jefe mafioso, al de los sentados en el banquillo. El veredicto de culpabilidad, en esas condiciones, hubiera resultado insoslayable.
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21 de enero de 2012
Dime cómo hablas...
NUESTRO refranero, pese a su riqueza, no contiene una sentencia que bien pudiera rezar: «Dime cómo hablas y te diré cómo eres». ¿Alguien que oyera al recientemente fallecido Fraga, por ejemplo, aunque no le hubiera visto arrancar teléfonos de cuajo, podría dudar por un segundo de su carácter autoritario? Gran mérito, ya que hablamos de Fraga, el de los autores de la mayoría de las necrológicas publicadas días atrás sobre él, que entre miles de palabras laudatorias consiguieron eludir cualquier referencia al dictador, Franco, al que el fundador del Partido Popular tan fielmente sirvió.
El lenguaje como reflejo de la personalidad… Escribía recientemente un amigo, cuyos criterios suelo compartir, a propósito de la actitud de Monago sobre el retraso de las obras del AVE, que le sorprendía el cambio de discurso del presidente extremeño. De lobo frente al anterior Gobierno, venía a decir, ante el que todo eran exigencias destempladas, se había transformado en manso corderito que entendía las dificultades para finalizar en un plazo breve las obras del dichoso tren. Pero, siendo cierto ese cambio de actitud, discrepé parcialmente de mi amigo. Para mí no hay sorpresa. Si se trata de que un político se torne en veleta, diga Diego donde dijo digo o dé hiel cuando prometió miel, es difícil no estar ya curados de espanto.
El rasgo más preocupante del presidente regional no es, a mi juicio, su cambio de actitud ante Madrid, sino el tono pendenciero con el que últimamente se refiere a sus adversarios políticos. El otro día, tras la sugerencia del ministro de Hacienda de que sea castigado penalmente el incumplimiento de los límites del déficit en las comunidades autónomas, el señor Monago no solo pidió que ese castigo –¿un año, dos, cinco de prisión?– se aplique con efecto retroactivo, lo que hasta para un profano en derecho como quien suscribe es un disparate, sino que se preguntó con gesto adusto, sin acodarse en una barra por no haber ninguna cerca, si acaso «hay una amnistía para los que han gastado como si fueran los dueños de la cafetería, invitando a todo el mundo, dejando a deber». ¡Qué nivelazo, madre!
La respuesta del PSOE, de cajón, ya la conoce el lector: que el presidente de la Junta pidiera opinión sobre su propuesta a sus elegantes compañeros valencianos, tan buenos pagadores ellos. ¡Así se las ponían a Felipe II!
Publicado en El Periódico Extremadura
El lenguaje como reflejo de la personalidad… Escribía recientemente un amigo, cuyos criterios suelo compartir, a propósito de la actitud de Monago sobre el retraso de las obras del AVE, que le sorprendía el cambio de discurso del presidente extremeño. De lobo frente al anterior Gobierno, venía a decir, ante el que todo eran exigencias destempladas, se había transformado en manso corderito que entendía las dificultades para finalizar en un plazo breve las obras del dichoso tren. Pero, siendo cierto ese cambio de actitud, discrepé parcialmente de mi amigo. Para mí no hay sorpresa. Si se trata de que un político se torne en veleta, diga Diego donde dijo digo o dé hiel cuando prometió miel, es difícil no estar ya curados de espanto.
El rasgo más preocupante del presidente regional no es, a mi juicio, su cambio de actitud ante Madrid, sino el tono pendenciero con el que últimamente se refiere a sus adversarios políticos. El otro día, tras la sugerencia del ministro de Hacienda de que sea castigado penalmente el incumplimiento de los límites del déficit en las comunidades autónomas, el señor Monago no solo pidió que ese castigo –¿un año, dos, cinco de prisión?– se aplique con efecto retroactivo, lo que hasta para un profano en derecho como quien suscribe es un disparate, sino que se preguntó con gesto adusto, sin acodarse en una barra por no haber ninguna cerca, si acaso «hay una amnistía para los que han gastado como si fueran los dueños de la cafetería, invitando a todo el mundo, dejando a deber». ¡Qué nivelazo, madre!
La respuesta del PSOE, de cajón, ya la conoce el lector: que el presidente de la Junta pidiera opinión sobre su propuesta a sus elegantes compañeros valencianos, tan buenos pagadores ellos. ¡Así se las ponían a Felipe II!
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