Pero, claro, ¿qué ocurre? Pues que a algunos políticos en campaña electoral, preocupados porque una mención a la divinidad, aun fuera en sentido figurado, les hiciera perder un solo voto -no importa que ellos mismos sean de comunión diaria-, les asusta pronunciar el vocablo "Dios" y, en esas condiciones, se producen situaciones tan grotescas como la protagonizada hoy por el presidente del PNV y candidato a Lendakari, Iñigo Urkullu.
Queriendo este dirigente consnervador criticar el abandono al que, según él, ha condenado Bildu a las pequeñas y medianas empresas en Guipúzcoa, donde el partido independentista de izquierda gobierna, ha dicho, literalmente, que habían sido dejadas "a la mano de la Administración". O sea, justamente lo contrario de lo que quería decir.
¡Estupendo!