18 de diciembre de 2014

El Papa y Cuba

HACE UNAS semanas vi una larga entrevista (está aquí) de un periodista argentino al entonces recién elegido Papa, Francisco (de verdadero nombre Jorge Mario Bergoglio). Me pareció un hombre sensato que, pese a mantener unas creencias que a mí me resultan incompatibles con una asunción racional de la condición humana –perdón por ponerme en plan metafísico barato–, expresaba unas opiniones sobre cuestiones de actualidad muy dignas de ser tenidas en cuenta. Alejado del hieratismo glacial de Ratzinger y del pensamiento, más que conservador, abiertamente reaccionario, de Wojtyla, me hizo pensar que, por fin, entraba un poco de aire fresco en las malolientes instalaciones del Vaticano. Incluso llegué a pensar, recordando la extraña muerte en 1978 de Juan Pablo I, cuyo papado duró apenas 33 días, que haría bien Francisco en mandar analizar cada noche, antes de mojarse los labios con ella, la infusión que le prepararan al retirarse a  descansar.



Hoy, un día después del histórico anuncio por parte de Barack Obama y Raúl Castro del próximo restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y los EEUU, emocionado aún por los discursos de ambos y por los reportajes que pude ver en la televisión cubana, en que gente de todo tipo y condición manifestaba una abierta alegría por lo anunciado, ambas partes reconocen y agradecen públicamente la fundamental intervención en el proceso de reconciliación del Papa Francisco.

Que una organización tan artrósica, tan falta de flexibilidad, tan dogmática, pero también de tanta capacidad de influir en cientos, si no miles, de millones de personas, como la Iglesia Católica, sea encabezada por alguien como este hombre  de buena voluntad, que podría ser el viejo amigo con el que tomamos café a diario, Bergoglio, debiera constituir para todos, católicos o no, creyentes o agnósticos, un motivo de satisfacción.

Creo que el día de ayer se estudiará en el futuro no solo como el día en que, en cierto sentido, terminó de verdad la Guerra Fría, sino como la fecha en que la intervención de un Papa en pro de la  resolución justa de un conflicto que duraba más de medio siglo, tuvo un papel decisivo. El acuerdo logrado constituye, desde mi modesto punto de vista, un triunfo del pueblo cubano, que no se ha plegado al imperio, y de la sensatez de Obama, cuyo sentido común nos hace considerar imposible que sea el sucesor en la Casa Blanca de aquel energúmeno amigo de Aznar... el tal Bush, que se disfrazaba de aviador de la II Guerra Mundial para anunciar el fin de una guerra (la de Irak) que él mismo inició y que, lejos de haber finalizado pese a los años transcurridos desde entonces, cada día sigue produciendo decenas de muertos.

El Papa Francisco, en resumen, es un señor Papa, al que todos debiéramos felicitar y agradecer su intervención en un problema que parecía irresoluble. Cuando hay voluntad política para resolver un conflicto, las leyes no son un obstáculo (pienso ahora en la liberación de los cinco cubanos encarcelados en EUU, alguno de ellos a varias cadenas perpetuas). Algunos de por aquí que yo me sé, si no fueran tan imbéciles, harían bien en aplicarse al cuento.

5 de diciembre de 2014

Periodismo basura

NO SE TRATA ya de que todo periodista debiera cumplir las mínimas exigencias éticas de su profesión (eso que los antiguos llamaban código deontológico), se trata de que debiera tener un poquito, tan solo un poquito, de respeto al lector (al oyente, al telespectador). De que no le tomara por imbécil al dar por hecho que se tragará cualquier patraña que quien ha vendido su pluma por dos perras no tiene el menor reparo en expeler por donde suelen expelerse este tipo de cosas.


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Observad el recorte (lo tomo del periódico Extremadura, pero en esta ocasión no creo que la fechoría se haya cometido en él, sino en la  redacción central del grupo al que, al menos en teoría, pertenece dicho periódico). Un lector superficial se limitará a quedarse con el titular: "La Universidad de Málaga sanciona  a Íñigo Errejón". Pero, por favor, tened la amabilidad de leer la noticia al completo: "suspendió de forma cautelar (...) mientras se resuelve el expediente", "suspensión temporal", "no se trataría de una posible incompatibilidad"... ¿Dónde demonios se habla de sanción? ¿Quién ha puesto ese titular infame a la noticia? ¿Dormirá bien semejante individuo, tamaña individua?

El problema no consiste –¡faltaría más– en discrepar de las propuestas de Podemos –que puede ser legítimo expresar incluso de la forma tan burda en que un afamado escritor lo hacía el otro día en El País–, ni de atribuir con mayor o menor fundamento a sus dirigentes simpatías con este o aquel régimen político al otro lado del océano. Pueden incluso comprenderse esas actitudes: el miedo que se ha apoderado de quienes se consideraban exclusivos usuarios, aunque fuera por turnos, de un sillón, desde el de la alcaldía de la más pequeña aldea, al del despacho principal del palacio de la Moncloa; el miedo a que alguien distinto a ellos les dé una democrática patada en salva sea la parte, los tiene desconcertados, dando palos de ciego allí donde creen encontrar un punto débil en la nueva formación. No, el problema no consiste en eso, en que con el agua al cuello, se defiendan como gatos panza arriba; consiste en que sus lacayos no insulten nuestra inteligencia con manipulaciones tan burdas como la que ha dado lugar a estas líneas.

Los quioscos ya no son lo que fueron. Cuando tantos acudíamos cada día a ellos en busca de nuestro periódico, con el que nos unían unos lazos que no eran exclusivamente comerciales, sino incluso sentimentales, el mayor riesgo que corríamos era que la tinta fresca nos manchara las yemas de los dedos. Afortunadamente, muchos dejamos tiempo ha (y no solo por culpa de internet) de repetir  esa visita diaria a nuestro amigo quiosquero, visita tan grata como obligada, hiciera calor o frío, lloviera o hubiera "pertinaz sequía". Afortunadamente, digo, porque de seguir haciéndolo en la actualidad, junto a las monedas con que pagásemos el diario recién impreso, habríamos de llevar papel higiénico para librar nuestras manos de tanta inmundicia como hoy, faltos de pudor, muestran –hagamos las excepciones de rigor–  algunos que, más que periódicos, sería apropiado llamar panfletos.

 


23 de noviembre de 2014

Añoranza de La Clave

NO, no os preocupéis por mí, amigos, no penséis que el paso de los años me ha convertido en uno de esos dinosaurios para los que todo tiempo pasado fue mejor. ¡Faltaba más! Pero a la vista de los espectáculos con apariencia de debate político que ofrecen actualmente las cadenas de televisión en horarios de máxima audiencia, no puedo por menos que echar de menos aquel inolvidable programa que fue La Clave, el de cuando la segunda cadena y no la 2. ¿Lo recordáis?

Tras la proyección de una película, habitualmente interesante, un grupo de seis, siete, incluso ocho invitados debatían tranquilamente, sin prisas, durante dos o tres horas, sobre un tema de actualidad, del que la película había constituido una especie de introducción. Apenas si se interrumpían, jamás daban voces y el moderador, José Luis Balbín —cuidada barba blanca y perenne pipa en mano— se limitaba a ir dando paso a las distintas intervenciones. Los programas solían terminar con un apagado progresivo de luces, mientras los invitados se saludaban y despedían cordialmente.


 


Hoy en cambio los programas que, en cierto sentido, podrían considerarse herederos de aquel, parecen hacerse en busca del espectáculo circense, del intercambio de descalificaciones entre los participantes en las discusiones, que en muchos casos, más que luz sobre los asuntos que tratan, arrojan confusión, malentendidos, demagogia. Tanto ellos, los presentadores, como ellas, las presentadoras, que bien parecieran ser participantes  en un desfile de modas, recitan unos guiones que alguien les ha escrito y aparentan saber tanto sobre los temas en discusión como yo del noble arte del cultivo del bonsái.

Si hoy entronizan a un personaje, ensalzan un movimiento político de nuevo cuño, porque eso les hace aumentar la audiencia e incrementar los ingresos publicitarios, mañana pueden hacer exactamente lo contrario, denigrar a ese mismo político, ridiculizar sus planteamientos, hacerle subir a un cuadrilátero en el que una banda de la porra intentará dar buena cuenta de él. Y todo ello, exactamente por las mismas razones por las que el día anterior hacían lo contrario —business is business— o porque alguien se ha asustado de lo que estaba ocurriendo y ha llamado al orden.

No son programas que contribuyan a incrementar la cultura política del país, favorezcan el diálogo civilizado entre personas de distintas ideologías o muestren a la audiencia que es posible escuchar respetuosamente argumentos distintos de los que uno mismo mantiene. Como le sucedía a la mona que se vestía de seda, siguen siendo programas basura por mucho que se intenten echar sobre los hombros una capa de respetabilidad.

La Clave podía verse sin mascarilla, respirando a pleno pulmón. Con estos programas, en cambio, toda precaución es poca. La contaminación resulta prácticamente inevitable.


14 de noviembre de 2014

House of trileros

ACABADA ya la época de las grandes películas de Hollywood, proyectadas en pantallas inmensas,  tan enormes como los cines ante los que se formaban grandes colas, e incluso a punto de pasar a mejor vida los años de las proyectadas simultáneamente durante dos o tres días en miles de pequeñas salas de todo el mundo, las series de televisión se están constituyendo, de hecho se han constituido ya, en una nueva forma de expresión artística que nada tiene que envidiar a sus “mayores”. No es difícil encontrar entre ellas verdaderas obras maestras.



Una de las que más me ha impresionado últimamente ha sido House of Cards (la versión americana, porque la versión original, británica, rodada a finales de los años 90, vista con los ojos de hoy resulta un tanto teatral, en el mal sentido del término). La formidable serie –el lector lo sabe perfectamente– nos muestra en toda su crudeza hasta qué punto un político norteamericano sin escrúpulos (el congresista Francis "Frank" J. Underwood, magistralmente interpretado por Kevin Spacey) utiliza todo tipo de resortes, legales o ilegales, éticos o infames, con tal de alcanzar más poder cada día, de ascender en el escalafón y llegar a lo más alto. Todo está permitido, cualquier maniobra es lícita, ninguna opción es descartable.

Es probable que si yo mismo hubiera visto esa serie hace diez o quince años, hubiera pensado que la imaginación de sus guionistas alcanzaba niveles de delirio y que situaciones como las que vemos en el televisor difícilmente podrían darse en nuestro país, por ejemplo. La gente de mi generación, cuya primera juventud transcurrió bajo la dictadura, cuando solo hacían política los franquistas o los idealistas, creía que la dedicación a dicha actividad solo podría basarse en motivos tan nobles como los de contribuir al bien común, mejorar la sociedad en que se viviera…

Si hubiera visto esa serie hace diez o quince años, sí. ¡Qué cosas!

El espectáculo que estamos presenciando en España en los últimos tiempos evidencia que no era tanta la imaginación de los creadores de House of Cards, que incluso se quedaban cortos. Dosieres ocultos, chantajes, puñaladas por la espalda... Personajillos encumbrados al poder no se sabe muy bien por qué –quizás por su facilidad para convertirse en marionetas– sin problema alguno en sostener hoy una cosa, mañana la contraria y pasado mañana una tercera; periodistas que en tiempos respetaban y hoy han olvidado que existe una cosa llamada deontología profesional, mercaderes formados en escuelas de élite que venden a Jesucristo o a Satanás, según se tercie, sin descomponer el gesto. Todo se compra, pues todo se vende.

En House of Cards el protagonista no tiene problema en eliminar incluso físicamente a quienes obstaculicen su carrera. Aquí, afortunadamente, no hemos llegado a eso. Quisiera equivocarme, pero no creo que sea por falta de ganas.



29 de octubre de 2014

Vacaciones en Acapulco (Extremadura)

EL POMPOSAMENTE autodenominado Gobierno de Extremadura ha colgado en la Red el vídeo de promoción turística de la región que, sin recibir comisión alguna por ello, os ofrezco a continuación. Hay que reconocer que su título, Extremely Good, es un auténtico hallazgo.  Extremely Good,... Extremely... ¡Si me descuido no lo pillo!



A mí, cuando lo he visto, me han venido a la mente las imágenes de esa películas infantiloides de Holywood en que alegres y bien alimentados chicarrones de Nebraska o de Toledo (Toledo de Ohio, no de Toledo), acompañados de  no menos bien alimentadas y alegres chicarronas, van de excursión a México, por ejemplo, donde aprenden fácilmente a decir a los nativos, tan subdesarrollados ellos, "tequila" y "señorita". Y ese era el comentario que iba a poner aquí, nada más. Pero, amigos, he leído lo que sobre esta obra maestra de la cinematografía  ha escrito un amigo en Facebook y no me resisto a transcribirlo:

«Pues nada, para el próximo reclamo turístico que pongan un trocito de Tierra sin pan, otro de Los santos inocentes y un discurso de Manzano. Y seguro que vienen hasta de Australia».



Aclaro a los no extremeños que Manzano, presidente de la Asamblea de Extremadura, es un destacado dirigente político entre cuyas muchas virtudes brillan especialmente su modestia y su extraordinaria oratoria, que dejaría en ridículo al mismísimo Cánovas del Castillo. Verlo y oírlo compensaría el gasto que cualquier viaje que hasta aquí pudiera suponer, por lejano que fuera su origen.

22 de octubre de 2014

Hermanitas de los pobres

LLAMAN a la puerta y una voz dice: "somos las Hermanitas de los Pobres". Abro y me dirijo a quien luego comprobaré que es la única que habla –unos 60 años, pelo blanco, gafas sencillas, mirada franca.

— Buenos días, les digo, les abro por cortesía, pero sintiéndolo mucho no voy a contribuir a su colecta

— ¿No? Bueno, qué le vamos a hacer.

— No quisiera que me interpretaran mal. Reconozco que ustedes se dedican a una tarea encomiable, pero pienso que la caridad no es la mejor forma de acabar con las desigualdades. Debiera haber otros procedimientos.

— ¿Nos conoce, pues, usted?

— ¡Claro! Desde que era niño y vivía muy cerca de donde tenían ustedes la residencia, en aquel enorme solar del paseo de Cánovas. ¡Vaya negocio, por cierto, hizo el obispo LLopis Ivorra comprándoles por dos perras aquellos terrenos para construir un edificio enorme por el que sacó una millonada!


— Sí, es verdad, pero andábamos tan necesitadas de dinero...

— Bueno, pues nada, les deseo éxito en su colecta, créanme que lamento no poder contribuir a ella.

— No pasa nada. Quede usted con Dios

— Gracias, señora, aunque  en realidad yo no creo en ese ser tan extraordinario al que usted se refiere.

— Pero, entonces, ¿qué hacemos en este mundo?

— Pues no lo sé (la segunda monja, mera acompañante, permanece en tal silencio y con tal cara de pasmo, que le pregunto a mi interlocutora si le pasa algo). Yo soy científico -continúo, lo reconozco, tirándome el moco- y el hecho de que no tenga hoy respuestas a ciertas preguntas no hace que dé por buenas interpretaciones mágicas y sobrenaturales...

— Es que eso es cuestión de fe

— ¡Coño -me permito soltar el taco- pues qué puñetero es el hombre ese de las barbas blancas! A usted se la da y a mí, no... ¡No es justo!

— Nunca se sabe, a lo mejor -me dice- en el último momento...

— Mujer, si en ese instante estoy hecho papilla y no me queda una sola neurona, a lo mejor hasta rezo el rosario... Mire: voy a hacer una excepción con ustedes y voy a darles una cantidad simbólica en compensación a su trabajo (he caído en la cuenta de que la buena señora está soportando estoicamente, sin un mal gesto, mi sermón, que debe de resultarle más pesado que el diario del cura del convento).

Llego hasta la mesa sobre la que suelo dejar las llaves y la cartera, saco un billete y con él en la mano me acerco a la monja. La mujer lo mira con un gesto de incredulidad, como si fuera un cheque de dos millones.

— Esto es mucho más de lo que normalmente nos da la gente.

— Pues bien poquito les dan a ustedes.

— Se lo agradezco mucho, es usted una buena persona... No le daré, entonces, el calendario, no creo que le gustase.


— Así es, le digo mientras les estrecho la mano, primero a mi interlocutora y después a la anciana, que sigue como momificada, y pienso que la colección de estampitas (supongo que tantas como días tiene el año) que va  dejando a quienes le abren la puerta le debe parecer casi tan ridícula como a mí (alguna me han dejado años atrás en el buzón).

— Adiós, me ha gustado hablar con usted.

— Lo mismo digo. Les felicito por su trabajo y les deseo suerte en la colecta. Y no se preocupe: Si ustedes están en lo cierto, nos volveremos a ver en el valle de Josafat (la mujer tarda unos instantes en aclararse, pero termina sonriéndome).

Cierro la puerta y oigo que llaman a otros pisos. Nadie les responde.



20 de octubre de 2014

Ocasión perdida

HACE YA más de treinta años que voté al PSOE por primera y última vez. Es cierto que solo se trató de poner una cruz, junto a otras, en una papeleta de candidatos al Senado y que, además, fue antes del nefasto referéndum sobre la OTAN; aquel que transformó el "de entrada, no" en un "hasta la cocina y sin rechistar". Me pareció tan escandaloso el chantaje al que se sometió a la opinión pública y el uso que se hizo de los medios de difusión, especialmente RTVE, para que finalmente prevaleciera la posición de Felipe González, que me prometí que nunca jamás una papeleta mía refrendaría, por tiempo que pasase, tal fechoría... Sin embargo, pues el hombre es débil, desde hace unos meses, descartado que en las próximas elecciones municipales y autonómicas votara a quienes siempre lo había hecho —que Monago haya sido presidente gracias a ellos no tiene perdón de Dios—, me rondaba por la cabeza la idea de que aquel voto de no votar (disculpe el lector el juego de palabras) no debiera ser como el de silencio que se exige para ingresar en la Trapa y que, con tal de no volver a ver a la actual alcaldesa presidiendo de nuevo el Ayuntamiento, podría elegir la papeleta del puño y la rosa, si es que tales símbolos aún formasen parte en el próximo mes de mayo de la iconografía socialista. Esa vaga intención se transformó en firme decisión cuando supe que, con toda probabilidad, el candidato a alcalde de Cáceres por el PSOE sería una persona que, a mi juicio, reunía las condiciones idóneas para ocupar dicho cargo. O, si no idóneas, pues la perfección no existe, sí al menos las mejores de las posibles.



Hoy constato con sorpresa, acaso por mi desconocimiento de los guadianas que atraviesan el PSOE cacereño, que esa persona a la que yo consideraba capaz de alcanzar y ejercer adecuadamente el cargo de alcalde, no ha resultado elegida por sus compañeros. Desconozco los méritos, que no descarto, de quien, si bien por un escasísimo margen, resultó finalmente vencedor. Quizás sea ese desconocimiento de los flujos y reflujos existentes en el PSOE de Cáceres el que me impide igualmente comprender que la candidata que había sido respaldada por todos los exalcaldes socialistas de esta ciudad haya sido quien menos votos obtuvo. ¿Rechazo por parte de una militancia desengañada de todo lo que suene a pasado? ¿Confusión entre juventud e innovación?

Sin intención de ofender ni restar méritos a nadie, diré que sospecho que en la sede de cierto partido político en Antonio Hurtado deben de estar la mar de felices. En cuanto a lo que a mí se refiere, por poco que le interese al lector, diré que sí, que hay algo que me satisface: mi voto del 86, ese de connotaciones trapenses, podrá seguir siendo estrictamente observado.


18 de octubre de 2014

Cáceres, capital mundial del hazmerreír.

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QUE A LOS ESPAÑOLES  nos tienen inquina en todo el mundo es cosa sabida. Y no digamos si se trata de los extremeños, en cuyo caso más que de inquina se trata de odio, de odio visceral (si las sequías son pertinaces y las adhesiones inquebrantables, todo odio que se precie ha de ser visceral). Ello probablemente explique que en ningún noticiario de la BBC, ni de la televisión francesa; en ninguna página del New York Times, del  Corriere della Sera, ni del Frankfurter Allgemeine, en ningún lugar, vamos, se haga referencia hoy a la más importante de las noticias ocurridas aquí en Extremadura, en Cáceres más concretamente, ¡qué digo: en el mundo mundial!, en las últimas décadas: La declaración, por unos tan dignos como desconocidos personajes, de esta ciudad, en dura pugna con otras (Huesca, por ejemplo) como “Capital española de la gastronomía  2015”. ¡Se necesita ser mezquinos!

Afortunadamente, sin embargo, un prestigioso diario, El Periódico Extremadura, dedica hoy sus doce (sí, doce) primeras páginas a acontecimiento tan señalado. Seguro que alguno de la cáscara amarga dirá que se trata de una operación publicitaria más de esas a las que tan acostumbrados nos tiene el órgano de prensa de don Iván y su marioneta Monago, pero no, la noticia es de dimensiones tan astronómicas que incluso treinta páginas hubieran podido ser ocupadas por ella.

Aunque… un pequeño reparo: Si uno lee el editorial del inigualable rotativo, que, como es lógico, también versa (aunque sea en prosa) sobre el mismo tema, se encuentra al final  con el siguiente párrafo:

«La elección de ayer también hace olvidar la desilusión que supuso que Cáceres se quedase fuera de la lucha por la capitalidad cultural europea del 2016. Aunque son títulos con proyecciones y difusiones muy distintas, la pérdida de las opciones de Cáceres a las primeras de cambio supuso un varapalo para un proyecto que contaba con el apoyo de gran parte de la ciudadanía. Una apuesta que abanderó el PSOE, tanto en el gobierno local como autonómico, con Carmen Heras como alcaldesa y Guillermo Fernández Vara como presidente de la Junta, que no resultó y que al final fue un fracaso».

¡Mecachis! ¡Con lo bien que, hasta ahí, habían escondido el plumero!



12 de octubre de 2014

Prensa vendida

YO SOY un partido político cuyos dirigentes en cierto lugar actúan siguiendo las pautas marcadas por un singular asesor, nunca sometido al veredicto de las urnas, conocido entre los aficionados como el octavo pasajero (en la comunidad autónoma de que hablamos existen siete consejerías, pero el asesor, cual Alien de nuevo cuño, participa como uno más en las reuniones del Consejo de Gobierno y en más de una ocasión es quien marca el rumbo). Esas pautas incluyen la constante aparición del presidente regional y sus acólitos en los medios de comunicación, tanto públicos como privados.

Tú eres un periódico local de limitada difusión que años atrás, amparado por un potente grupo editorial, había hecho esfuerzos por lograr cierta independencia y alcanzar un nivel de calidad que lo alejase de la hoja parroquial que durante décadas había sido, pero al que la crisis económica, entre otros motivos, había llevado a una situación de inminente desaparición. Para poder sobrevivir, quienes de verdad te dirigen (los del dinero) optaron por, en primer lugar, aplicar una política de despidos sin contemplaciones y, acto seguido, ponerte a mi total disposición. A la mía, el partido, que sabría agradecerlo.

A partir de ese momento, tú, el periódico, te conviertes en un mero folleto publicitario y cada día se libra en tus rotativas una dura batalla para decidir qué ocupa más espacio en tus páginas: titulares adulatorios hacia el excelso líder que sonrojarían al mismísimo Kim Jong-un o fotografías del emperador y de sus consejeros por motivos tan importantes que no sería de extrañar incluyeran dentro de nada la visita de uno cualquiera de ellos al cuarto de baño de su casa.

Claro que todo esto tiene un precio. ¿Cómo pagarlo con billetitos bien limpios, dado que los presupuestos públicos no incluyen capítulo alguno sobre la adquisición de periódicos?  Ridícula pregunta, si se formula a unos asesores inteligentes. Tú, el periódico, te inventas cada cierto tiempo unos suplementos tan gordos como prescindibles. ¿Sobre qué? Pues qué sé yo, sobre 500 mujeres de la región, por ejemplo. Preparas un álbum de cromos a todo color con sus rostros a buen tamaño , en papel de lujo y con una tirada tan desmesurada que te obliga a regalar los ejemplares a quien los quiera coger. No se te olvida, pues en realidad de eso se trata, intercalar entre pagina y página anuncios publicitarios a tamaño familiar de diputaciones, ayuntamientos, consejerías y todo lo que sea menester, que te permiten facturarme a mí, el partido –bueno, en realidad, al Gobierno regional–, unas cantidades que, dada la tirada y el grosor del facebook, para sí quisiera el mismísimo New York Times. Ni Tony Soprano lavaría tan blanco. Tú, el periódico, me has servido fielmente y yo, el partido, te he pagado conforme a lo acordado. ¡Viva el tronío de este gran partido con poderío!

Esto...

En esta historia hay un yo y un , pero falta un él. ¿Quién es el él?

Pues tú mismo, lector amigo; y este servidor que suscribe. Tú que pagas tus impuestos y yo que hago lo propio. ¿De dónde crees que sale el dinero con que el poder corrupto compra voluntades a precio de saldo? ¿A quién crees que de verdad se le carga el importe de tanta propaganda, tanta adulación, tanto servilismo? Desengáñate, compañero. Aquí hay delincuentes, sicarios y víctimas. No nos hagamos los tontos, por favor.

14 de septiembre de 2014

Se les atraganta Cataluña

HAY muchas formas de tomar partido ante el que podríamos llamar caso catalán (o sea: el reconocimiento o no del derecho de autodeterminación de los pueblos), pero pocas me han parecido tan miserables como la que hoy exhibe una colaboradora habitual del periódico Extremadura; aunque, eso sí, quizás porque algo de pudor le quede a la señora, atribuyendo el dislate a ciertos “amigos” no identificados. (Puede leerse la columna aquí).
 



Consiste la cosa, en resumen, en asegurar que el proceso en ciernes se debe exclusivamente a la intención de los implicados en casos de corrupción en Cataluña de poder eludir la acción de la Justicia española una vez se hubiera conseguido la independencia. Lo que digan los libros de historia, cuál sea la causa por la que viera la luz ese engendro del “Estado de las Autonomías”, que cientos de miles o millones, da igual, de catalanes, dieran el otro día un ejemplo de civismo y moderación, eso no cuenta. Todo es obra de unos delincuentes a los que no importa poner en riesgo la sagrada unidad de la patria en aras de su exclusivo beneficio.

La articulista no soporta la gigantesca V del once de septiembre. Y termina su exabrupto en plena bacanal: “esa V rojigualda barcelonesa no es para nada la V de votar, ni mucho menos la de victoria. Es la V de venganza. La V de vesania. La V de vergüenza”.

Esto es la España eterna, la de Isabel con la camisa hedionda, la Una, Grande y Libre. ¿Qué te habías creído, amigo lector?

 

13 de julio de 2014

El caso Checa y la ética periodística

EN EL LAMENTABLE asunto del consejero de Hacienda, Clemente Checa, hay un hecho constatado: que mientras ocupaba su plaza en el Consejo Consultivo de Extremadura realizó informes para distintos organismos, tanto públicos como privados, cobrando las correspondientes minutas. Puede ser opinable si al hacerlo infringió las normas sobre incompatibilidades de los miembros de dicho Consejo.

Que un medio informativo proporcione esa información a la ciudadanía me parece perfectamente legítimo, con independencia de cuál haya sido la fuente de la misma.

Ahora bien: atribuir sin prueba alguna el origen de la noticia a una persona, en concreto al expresidente de la Junta de Extremadura, Fernández Vara, como hace hoy un periódico regional cuyo tendenciosidad en los últimos meses está siendo clamorosa, enmarcando lo sucedido en una especie de guerra sin cuartel entre mafias, constituye una demostración palpable de que la ética periodística dejó de existir para algunos hace tiempo.  


  

11 de julio de 2014

El cutre asunto del consejero de Hacienda

EL NIVEL del debate político en Extremadura es verdaderamente lamentable. No descubro el Mediterráneo al decirlo. En estos días, sin embargo, con motivo del asunto del consejero de Hacienda, que incurrió supuestamente en incompatibilidad al elaborar informes jurídicos que no debía haber elaborado, dado el cargo que desempeñaba, y por los que pasó las correspondientes facturas, al adjetivo lamentable habría que añadir otro: cutre. Cutre, sí. Cu-tre.

Léase esta nota. Ha sido publicada en la web oficial de la Junta de Extremadura. En principio está redactada de forma impersonal, con una prosa que intenta ser meramente administrativa. En ella se habla en tercera persona del consejero Checa y se anuncia que este señor va a denunciar al expresidente Fernández Vara porque "al no corroborar los documentos, tal y como emplazó Checa en el día de ayer, Vara miente". Debe de tratarse de una nueva forma de mentir: no "corroborar" unos documentos. Claro que ¡cómo voy a corregir yo, un modesto profesor de matemáticas jubilado, a todo un señor catedrático de Derecho mercantil en la Universidad de Extremadura!

La nota sigue hablando de los trabajos realizados por don Clemente Checa González, del cual se afirma que "cumple en exclusiva los requisitos", etc, etc, etc.



Pero ¡alto ahí, amigos! Veamos el final de la nota: "Todos y cada uno de los informes que he realizado eran compatibles con mi posición como consejero del Consejo Consultivo, no porque lo diga Clemente Checa sino porque lo dice la Junta de Extremadura entonces gobernada por el Partido Socialista". El anónimo redactor que al principio se refería al señor Checa en tercera persona resulta ser él mismo. ¡Acabáramos!

Perdonen ustedes la grosería, pero, como diría un castizo, esto es "p'a mear y no echar gota".

(Como supongo que el escrito al que me  refiero no permanecerá mucho tiempo en la web de la Junta lo reproduzco íntegramente a continuación) .

Clemente Checa denunciará a Guillermo Fernández Vara y Ángel Franco

El consejero de Hacienda y Administración Pública, Clemente Checa, va a denunciar al ex presidente Guillermo Fernández Vara y a su consejero de Administración Pública y Hacienda, Ángel Franco, al no ratificar la validez del documento firmado por la Junta de Extremadura en 2009 en el que certificaban la compatibilidad de los informes realizados por Checa y su puesto como miembro del Consejo Consultivo y por tanto, incurriendo en un delito contra su honor. Al no corroborar los documentos, tal y como emplazó Checa en el día de ayer, Vara miente y tanto él como Franco pretenden causar un grave perjuicio a la reputación y al honor del consejero por lo que Checa se ve obligado a denunciarles.

No sólo la Ley de incompatibilidades de los altos cargos de la Junta de Extremadura vigente entonces (Ley 5/1985 de 3 de junio) establecía casos de excepcionalidad sino que el documento firmado por la Junta de Extremadura gobernada por el partido socialista certifica que los trabajos realizados por Clemente Checa se ajustan a esas excepcionalidades. Del mismo modo, el artículo 8.3 de dicha Ley indica que determinar la situación de incompatibilidades de los altos cargos es competencia última del propio Consejo de Gobierno, a propuesta del Consejero de la Presidencia y Trabajo, en su caso Ángel Franco como consejero de Administración Pública y Hacienda, que fue la consejería equivalente, y Vara como presidente del Consejo de Gobierno.

Tal y como indica el expediente firmado por la Consejería de Administración Pública y Hacienda: “en cumplimiento de lo dispuesto en los Artículos 10, 19.1 a, 95.1 y 122.3 de la Ley 30/2007 de 30 de octubre de contratos del Sector Público, se eleva la presente propuesta de aprobación del gasto del servicio indicado y de adjudicación a favor de don Clemente Checa González, del cual se puede afirmar que cumple en exclusiva los requisitos expuestos en la propuesta y recogiéndose dichos trabajos en las excepciones previstas en el artículo 3.1c de la Ley 5/1985 de 3 de junio de incompatibilidades de miembros del Consejo de Gobierno y altos cargos de la Administración de la Comunidad Autónoma de Extremadura, puesto que no son consecuencia de una relación de empleo o de prestación de servicios ni suponen un menoscabo del estricto cumplimiento de sus deberes”.

Todos y cada uno de los informes que he realizado eran compatibles con mi posición como consejero del Consejo Consultivo, no porque lo diga Clemente Checa sino porque lo dice la Junta de Extremadura entonces gobernada por el Partido Socialista, tal y como certifican los documentos firmados.


  

10 de julio de 2014

Garganta profunda extremeña

GARGANTA PROFUNDA, la famosa película porno americana de los años 70, de enorme éxito y repercusión internacional, causó estragos en la reaccionaria sociedad estadounidense del presidente Nixon. Leo en la Wikipedia que "tras múltiples intentos fallidos para prohibir la cinta y de procesar al director y a los productores finalmente los sectores más integristas lograron que se condenara al actor principal, Harry Reems, a cinco años de cárcel".


Fue precisamente ese nombre, Garganta Profunda, el que adoptó el informante, entonces anónimo (hace poco se supo que se trataba de W. Mark Felt, exdirector adjunto del FBI), que proporcionó a los reporteros de The Washington Post Carl Bernstein y Bob Woodward las pistas que les permitieron evidenciar las prácticas mafiosas con que Nixon procuraba ser reelegido presidente. Una especie de House of Cards, vamos, pero en blanco y negro. Muy negro. También se hizo, por cierto, una  extraordinaria película sobre ese asunto: All the President's Men  (Todos los hombres del presidente).



Dar un salto de los Estados Unidos de hace 40 años a la Extremadura de hoy es muy arriesgado, pero en estos días en que salen a la luz por estas tierras ciertas irregularidades financieras por parte de conocidos políticos  regionales, comportamientos de dudoso respeto a la legalidad por parte de quienes más obligados debieran estar a respetarla, y vaya usted a saber qué más próximamente, me pregunto quién será la garganta profunda extremeña, de dónde procederá, qué hará en sus ratos libres, quién, finalmente, la estará alimentando (en el sentido más inocente del término, por supuesto).


Tengo mis sospechas, claro, pero en el mundo de la mafia nunca puede estar uno seguro de quién será quien pegue el último tiro. Se admiten apuestas.

7 de junio de 2014

Un cura modesto

ME ENTERO hoy del reciente fallecimiento de don José Reveriego, un cura que, antes que párroco en la iglesia de un popular barrio cacereño, el de san Blas, fue profesor de religión —asignatura entonces obligatoria incluso en la universidad— en el colegio en que cursé las enseñanzas entonces llamadas medias. Siempre lo tuve por persona honrada, cuyo gesto adusto era más probablemente fruto de su extremada timidez (que le hacía sonrojarse con facilidad pasmosa) que de una personalidad engreída. Fue un cura que a diferencia de muchos otros de su época confraternizaba poco con los poderosos.



En cierta ocasión, en una clase de sexto de bachillerato, mi compañero de pupitre no se anduvo por las ramas y, sin previo aviso, espetó al pobre don José (que rondaría entonces los 40) qué era eso de la circuncisión del niño Jesús. El pobre don José, con la cara convertida en un tomate, solo acertó a improvisar algo sobre una extraña costumbre que, según nos dijo, tenían los judíos, consistente en arrancar un poquito de piel de la cabeza de los niños.

Él sabía que sabíamos, pero así eran aquellos tiempos: tiempos de secretos y mentiras.

En una clase de Preu, un año más tarde, la cuestión fue más peliaguda. Los pocos chavales que formábamos el grupo solíamos observar todas las tardes, antes de empezar las clases, la llegada al colegio, acompañando a quien suponíamos su hijo, de una esplendorosa señora que ocasionaba entre los algo salvajes cachorros alí presentes algunas reacciones que no seré yo quien detalle. Y en una  de esas estábamos cuando llegó el cura.

El mismo compañero que ya un año antes había mostrado tanto interés por aquella rara costumbre judía, en esta ocasión eligió bala de mayor calibre: «Don José», le lanzó, «¿sigue siendo pecado desear a la mujer de tu prójimo?». No recuerdo la respuesta, pero sí que el compañero, cuyo nombre me reservo, fue expulsado del aula ipso facto.

Me encontré con el cura varios años después un día en la calle y tras acercarme a saludarle y conversar un rato muy afectuosamente con él, me dijo: «Bueno, Corcobado, y en la cuestión religiosa cómo andas? Mi respuesta, hoy, hubiera sido un poco menos dura: «Don José», le dije, «con las cosas que ustedes nos contaban cómo quiere que ande: más ateo que Voltaire». Creí que le daba un síncope.

Hoy he recordado con afecto a este buen hombre, que vivió en la modestia y cerca de los débiles.
  

13 de mayo de 2014

Canal Extremadura, censurado, no da la moción de censura

SOY DE quienes creen que la mayoría de los canales autonómicos de televisión son perfectamente prescindibles y que en la mayoría de los casos son meros órganos propagandísticos de los gobiernos de turno, pero eso de que en Extremadura se debata en el parlamento regional (por cierto: con alteración de las normas previamente establecidas) una moción de censura y el partido mayoritario, el  Partido Popular (no sé si con apoyo o no de sus socios de Izquierda Unida) impida su transmisión en directo por el canal autonómico, Canal Extremadura, cae en el terreno de lo esperpéntico. ¡Mira que si, por trasmitirlo tienen que dejar de emitir uno de esos programas dedicados a las escuelas taurinas para niños o al partido del siglo entre dos importantes equipos de la octava  regional de fútbol!



No soy, no vaya a confundirse el lector, de quienes vayan a pedir comportamiento democrático a quienes, por poner un ejemplo, dejan sin efecto una disposición vigente desde hace varios años y permiten que un pueblo extremeño se llame Guadiana del Caudillo; no voy a pedir comportamiento ético a quienes no tienen empacho en utilizar a su mayor gloria el dinero público para mantener medios informativos (?) que, salvo que la virgen del lugar lo impida, dedican todas su páginas a la alabanza servil del amadísimo líder y a la propaganda política más descarada.

No, no soy de esos. Pero, por Dios bendito: Si no la ética, ¿no podrían cuidar un pelín al menos la estética? Es que se os raspa lo más mínimo, tíos, y se os ve el correaje.
 

11 de mayo de 2014

Manipulación sin vergüenza

EL PERIÓDICO Extremadura, órgano propagandístiico del PP, echa el resto hoy, con una primera plana verdaderamente vergonzosa. Por cierto, una sencilla búsqueda en Internet permite saber que “Accesi (no confundir con Acces) Consulting de Marketing está registrada en el directorio de Alicante bajo la categoría de marketing, mercadotecnia, publicidad”.

 

Primera pregunta del cuestionario supuestamente  pasado a los no menos supuestos componentes de la muestra:

¿Apoya usted una moción de censura en Extremadura a falta de un año para las elecciones autonómicas?

¡Pero qué manipuladores, que desvergüenza! ¡A cuento de qué lo de «a falta de un año para las elecciones autonómicas»?

  

8 de mayo de 2014

Monago no ganó las elecciones

EXISTEN varias formas de hacer propaganda política. Una de ellas, la más burda, consiste en llenar los medios antes llamados de información de loas sin tino e imágenes celestiales del pagador a cuyos intereses se sirve. Así, nos encontraremos con periódicos cuyo permanente quehacer consistirá en glosar sin pudor los inconmensurables éxitos del querido líder o toparemos con debates supuestamente plurales en las televisiones (autonómicas, no autónomas) en los que moderadores de total confianza sabrán cómo llevar las sardinas a las ascuas pertinentes… Es tan flagrante el asunto que, aun ciego y sordo, uno se percataría de ello...


Pero existe otra forma más sutil de proceder, una manera más imperceptible de incrustarse en el subconsciente de los lectores, de los oyentes poco avisados... Consiste en dar por ciertos supuestos que no lo son o -seamos condescendientes- susceptibles de distintas interpretaciones.

Hoy, por ejemplo, presentada en Extremadura una moción de censura contra el presidente de la Junta, Monago, se puede leer en un diario regional: “El líder del PSOE buscaba el efecto mediático [al presentar esa moción] y lo consiguió, metiendo nuevamente al zorro en el gallinero de Izquierda Unida, una formación que, por segunda vez esta legislatura, está obligada a decidir entre apoyar a los socialistas o dejar que siga gobernando quien ganó las elecciones”.

Pues no, lo siento. Monago no ganó las elecciones. Su partido, el Partido Popular, fue el más votado, sí, pero no tanto como para alcanzar mayoría en el parlamento… Si Monago se sentó en el sillón de la Presidencia de la Junta no fue porque “ganara las elecciones”; fue porque algunos que pudieron evitarlo se lo consintieron. Los mismos que, por cierto, no creo que dentro de unos días caigan de caballo alguno.
 

22 de abril de 2014

Trío de ases: La exconsejera, el consejero y el portavoz

“El Servicio Extremeño de Salud (SES) ha anulado la nota de la oposición de Cirugía General y del Aparato Digestivo, en la que la exconsejera de Sanidad entre 2007 y 2011, María Jesús Mejuto, obtuvo la nota más alta”. (Periódico Hoy, 22 de abril de 2014).



No seré yo quien salga en defensa de la exconsejera, a la que sin duda no le faltarán medios para recurrir la decisión del SES, pero no pensaba yo que bastaran "elementos probatorios de carácter indiciario”, como ha dicho el actual consejero de Salud y Política Social, Hernández Carrón, para adoptar una medida que, en cierto sentido, equivale a la declaración de culpabilidad en un juicio penal. Todo el asunto de la oposición es verdaderamente lamentable y la sospecha de corrupción es  inevitable, pero si todos los argumentos para anular la adjudicación de la plaza a Mejuto son los que cita Hernández, el tribunal que examine el previsible recurso de la médico no tendrá que esforzarse mucho para declarar nula la resolución.

En relación, aunque sea tangencial, con el asunto de marras, me resulta imposible no reproducir lo dicho sobre él por el portavoz parlamentario del PP en la Asamblea de Extremadura:  "Lo que no se puede permitir, y creemos que se ha dado un paso importante con esta resolución, es que todos aquellos que se esforzaron, todos aquellos profesionales que en su momento hicieron esa prueba para conseguir un puesto de trabajo dentro de lo que era la administración, administración que controlaba precisamente el señor Fernández Vara y concretamente por delegación la señora Mejuto, no puede sino ampararse precisamente en que todos somos iguales y que aquí no cabe ni la relación de amistad, ni la relación de cargo ni la relación de parentesco”.

¡Santísima Virgen de la Montaña, qué le habrá hecho a este hombre el castellano!