A los realizadores de algunos programas de televisión debe de ocurrirles lo mismo que a los tuiteros. Emitir un debate de carácter político íntegramente y sin que medie un montaje que lo fragmente en trozos digeribles lo haría aburrido para una audiencia con el mando a distancia en ristre, de modo que usan sin complejos el corta y pega. Lo peligroso es que ello conduzca a difundir medias verdades. Los 140 caracteres de Twitter o los 140 segundos de televisión –por así decir– entrañan ese riesgo.
Carmen Álvarez (PP) y Concha Gutiérrez (PSOE) |
Sin embargo, a raíz del rechazo generalizado que hacia ambas se produjo en Twitter, antes incluso de que la emisión finalizara, me asaltó una duda. ¿Se hubiera producido tal unanimidad en la condena con un montaje de la entrevista que hubiera destacado más la diferencias entre las parlamentarias, que hubiera seleccionado otros fragmentos de los discursos? ¿No se estaría alimentando conscientemente entre los espectadores ese prejuicio tan extendido de que todos los políticos son iguales, que solo buscan el propio beneficio, que da igual el color del carnet, pues solo de medrar se trata?
Dar pábulo a esa falacia, incitar a una condena indiscriminada de la mal llamada clase política, es una irresponsabilidad. Sobre todo porque puede facilitar que el día menos pensado un mesías se ofrezca a salvar la nación y una población (más que ciudadanía) desengañada se lo permita. Todos debiéramos saber en qué terminan tales experiencias.
Publicado en El Periódico Extremadura