LA DEL PASADO SÁBADO, 7 de noviembre, fue, por propia voluntad, mi última columna en el periódico Extremadura. He de agradecer públicamente a la dirección de ese diario la oportunidad que me ha brindado a lo largo de muchos años de hacer llegar mis modestas opiniones –no siempre acertadas, no siempre formuladas con las mejores palabras posibles– a sus miles de lectores.
El motivo que me ha llevado a esta despedida ha sido el hecho de que, en repetidas ocasiones, en los comentarios que pueden dejarse anónimamente en la edición digital del periódico, han aparecido lo que a mi juicio han sido insultos y agresiones verbales hacia mi persona. Nunca me ha molestado, sino todo lo contrario, que alguien discrepe de lo que digo y aporte argumentos que me contradigan, pero no quiero prestarme más a un juego en el que me he sentido con frecuencia ofendido, de manera, como digo, anónima y sin posibilidad de defensa. A veces, incluso, de forma soez.
Internet es una herramienta prodigiosa, que ha supuesto un cambio en nuestras vidas, pero cuando, existiendo procedimientos que evitan un uso perverso de la Red –como la moderación o la posibilidad de identificar a los autores de comentarios insultantes–, son razones estrictamente comerciales las que rigen su funcionamiento –la exigencia de registro previo al envío de comentarios hace disminuir los accesos a las webs y con ello los ingresos por publicidad– creo que es preferible no contribuir a ese estado de cosas.
Seguiré poniendo aquí en el futuro, si bien ocasionalmente, las líneas que la actualidad más o menos inmediata me traigan a la cabeza.
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Actualización (10 de noviembre)
Me informan desde el periódico de que a partir de una fecha próxima no permitirán comentarios en Internet a los artículos de opinión. En esas condiciones, estaré encantado de seguir enviando mis columnas semanales.