12 de noviembre de 2009

La demagogia está en sus manos

EN MIS LEJANOS años escolares, aquellos en que el crucifijo no estaba solo en la pared, sino acompañado de las fotos del dictador y del fundador de un partido fascista, nadie hablaba de libertad religiosa, faltaba más. Ni siquiera cuando en institutos y colegios, no necesariamente de curas, se obligaba cada año a chicos y chicas –por separado, claro– a realizar aquellos inolvidables ejercicios espirituales en los que unos individuos de negro, en iglesias sombrías, con voces salidas de ultratumba, metían miedo a raudales en las cabezas de quienes entonces éramos adolescentes, augurándonos fuego eterno si caíamos, aunque fuera de pensamiento, en las tentaciones de la carne. Las colas en los confesionarios eran inmensas. Quién iba a estar libre de pecado, si hasta rascarse lo era.



Ahora, en estos días, hijos y nietos, si no biológicos sí ideológicos, de aquellos hombres del saco, de aquellos seres de las tinieblas, dicen escandalizarse y utilizan sus medios propagandísticos para desprestigiar una campaña del Consejo de la Juventud de Extremadura titulada, bien que con un facilón doble sentido, El placer está en tus manos, orientada a satisfacer, en palabras de la directora de dicho organismo, “el derecho de los adolescentes a ser informados sobre este tema”, el de la sexualidad. Hacen bromas socarronas sobre la campaña, muestran aspavientos hipócritas. Son los mismos que encarcelarían por asesinato a las mujeres que abortan y, al mismo tiempo, protestan por la difusión gratuita de anticonceptivos; son la caverna, el medioevo, la misma mona de siempre por mucho que ocasionalmente se vista de seda.

Bien pareciera que no ya el siglo XX, sino el XIX, aún no hubiera transcurrido entre nosotros. A veces pienso que, como antes aprendíamos en la escuela, los Pirineos nos siguen separando de Francia, de Europa. ¿Se imagina el lector que en cualquier otro lugar pudiera hacerse de un asunto tan intrascendente y sencillo como el que comentamos motivo de ataque al adversario político?