La cuestión es de capital importancia porque en la actualidad, por paradójico que resulte en una sociedad repleta de periódicos, emisoras de radio y televisión, sitios de Internet, etcétera, siguen siendo los grandes medios de comunicación, controlados por pocas manos, los que forman según sus intereses, casi siempre ocultos, la opinión pública. Se ofrecen visiones sesgadas de lo que ocurre en el mundo, se transmiten opiniones parciales como si de información objetiva se tratara... Periódicos que durante años fueron de referencia para muchos españoles, por ejemplo, se pliegan sin pudor alguno a los intereses estrictamente mercantiles de las empresas que los controlan. Los principios deontológicos se olvidan en aras del dividendo a final de año.
Haríamos bien, en efecto, en preguntarnos por qué algunos periodistas–no quiero generalizar ni olvido las dificultades de su trabajo–, en lugar de presentarnos a presidentes latinoamericanos democráticamente elegidos cual si de dictadores sanguinarios se tratara, no recogen alguna de las conclusiones del cineasta americano: que el fondo del problema, la razón de tanta animadversión hacia esos líderes estriba en que desean “controlar sus propios recursos, fortalecer los vínculos regionales y ser tratados como iguales por los EEUU”.
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Puede verse el tráiler de South of the Border, aquí: