PUEDE QUE algún lector, al terminar de leer las presentes líneas, aplique a su autor aquello de “zapatero a tus zapatos”, pues lo que sigue pretende ser una sencilla reflexión formulada más en el lenguaje de las matemáticas y la lógica, profesionalmente cercano a quien la efectúa y gracias al cual el teorema de Pitágoras se interpreta de igual modo en todo el mundo, que en el de los leguleyos y los políticos, en el que unas palabras significan aquí blanco, allí negro y más allá vaya usted a saber.
Digo lo anterior tras leer alguno de los argumentos utilizados por el Ministerio Fiscal en su impugnación de las candidaturas de la llamada izquierda aberzale para las próximas elecciones al parlamento vasco. Como se sabe, la fiscalía ha aducido que “tanto Democracia 3 Millones como el partido político Askatasuna nacen como fruto del impulso y planificación del entorno ETA-Batasuna para estar presente en estas elecciones”. Habrá de convenirse conmigo en que esa perla de nacer como fruto del impulso del entorno sería difícil de encontrar en un enunciado matemático. Y ello, sin preguntarse qué pueda haber de malo en que alguien quiera “estar presente” en unas elecciones.
Se aceptaría mejor la actuación de la fiscalía si sus argumentos fueran más concretos, menos etéreos. Porque, si no, cabe la posibilidad de pensar que lo que se está buscando en realidad es privar de su derecho a la representación política a decenas de miles de ciudadanos que, por radicales que sean en sus planteamientos, no han matado una mosca en su vida y no van a poder votar a quienes desearían, en beneficio de quienes es fácil suponer.
Y si el argumento de fondo es que en las candidaturas impugnadas figuran personas que no han condenado crímenes execrables, imagine el lector lo que ocurriría si se hubiera aplicado el mismo criterio en todas cuantas elecciones se han celebrado en España desde la muerte del dictador. ¡Pues anda que no hay diputados y senadores que jamás han condenado los crímenes del franquismo!