HACE YA TIEMPO, me temo, que se produjo el divorcio entre la gente normal y corriente, como un servidor, y quienes han hecho de la política su profesión. Es cierto que alguien tiene que dedicarse a resolver los problemas colectivos y que no habría por qué hacerlo altruistamente, pero eso del político como individuo entregado al servicio a los demás resulta hoy poco creíble. Aunque también sea verdad que a toda norma puede ponérsele excepción. No tengo el gusto de conocer personalmente, por ejemplo, al presidente de la Junta de Extremadura, pero basta con escucharle o leer algunas de las anotaciones en su blog, para deducir que no ha sido el afán de poder, ni mucho menos el de medrar, lo que le ha llevado hasta ese puesto. Hay que felicitarse, y felicitarle, si me lo permite, por ello.
Pero en muchos otros casos, el divorcio al que me refería, la separación entre las preocupaciones cotidianas de la gente de la calle y las de esos personajes a los que vemos encorbatados, empavonados cabría decir, en actos públicos, en parlamentos regionales, en las primeras planas de los periódicos, es radical, absoluta. Parece que vivieran en un mundo distinto al del común de los mortales.
Pondré un ejemplo: En estos días los medios hablan de que en la Asamblea de Extremadura se esta iniciando el proceso para elaborar un nuevo Estatuto de Autonomía. Bueno, muy bien, podrá pensarse: alguna razón que se nos escape a los no iniciados habrá para ello. Sin embargo, a poco que uno indague se entera de que en realidad se trata de “dotar a Extremadura de una nueva identidad acorde con los nuevos tiempos”. ¿Una nueva identidad? ¡Caramba, esto sí que es grande! ¿Un cambio de look como los que practican las clínicas de cirugía estética, estirando la piel aquí, rellenando huecos allí?
Se me ocurre una idea: si cuando se piensa en reformar... qué sé yo, la plaza mayor de Cáceres, se convoca un concurso de proyectos, ¿por qué no convocar algo semejante para elegir nuestra “nueva identidad” regional? Se dispondría así de una muestra que incluyera trajes regionales de diseño, bandera autonómica de renovados colores, fiestas del pueblo sin toro ni alcalde en la procesión de la patrona... En fin y en resumen: habrá que tomárselo a coña.
Pulsa aquí para descargar el artículo tal y como apareció publicado en la prensa.