UN TANTO AJENO a la polémica suscitada en la comunidad educativa extremeña a propósito de las clases de recuperación impartidas en los institutos por las tardes, aunque coincida con algunas de las críticas que se han hecho (división del profesorado al ofrecerle horas extraordinarias a las que, acaso, no serían razones pedagógicas las que animaran a adherirse, distinción entre unos y otros alumnos según haya profesores que les impartan esas actividades o no, etcétera), ajeno a todo ello, me topé hace unos días con una noticia que no ha tenido la repercusión que hubiera merecido, quizá por estar ocupados los periódicos en esas fechas en asuntos tan importantes como las procesiones de Semana Santa. Me refiero al acuerdo del Ayuntamiento de Nueva York de entregar dinero en metálico a los estudiantes de primaria y secundaria que acudan a clase y obtengan buenos resultados académicos. Nada de becas o matrículas gratuitas, donación de libros o realización de viajes a lugares de interés cultural, no: dólares contantes y sonantes.
Por el solo hecho de acudir a un examen, los chavales recibirán diez dólares; pero si lo superan, la prima podrá llegar a los cuarenta. De modo que olvídense los profesores de motivar a los chicos inculcándoles que el estudio es el mejor medio de promoción personal, que el esfuerzo ayuda a conseguir metas en la vida o que la libertad individual se basa en buena medida en la cultura que cada cual posea. Tonterías.
Habrá que confiar en que a nuestros responsables educativos, acaso alejados de la prensa durante las vacaciones, puede que asistiendo con alcaldes y otros políticos a las procesiones del lugar, más que nada por su interés cultural, les haya pasado desapercibida la ocurrencia neoyorkina. En caso contrario, y con lo aficionados que somos aquí a tirar la casa por la ventana, no me extrañaría que el curso próximo, para mejorar las estadísticas, las consejerías de educación decidieran copiarla. “¡Evitemos el fracaso escolar a cualquier precio!”, dirían.
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