EL DÍA 2 DE JULIO DE 1999, el director de El País tuvo la amabilidad de publicar una carta mía, de igual titulo que la presente. Hoy podría repetir buena parte de su contenido. Decía entonces que en una noche cualquiera del año 1969, en la habitación de un colegio mayor zaragozano, más de veinte personas escuchaban en silencio la radio: "Ici Paris. Vous pouvez entendre notre emission en langue espagnole...". Las inolvidables voces de Adelita del Campo y Julián Antonio Ramírez llevaban a miles de hogares españoles las noticias que la dictadura franquista, que acababa de proclamar su enésimo estado de excepción, nos ocultaba.
Muchas veces, acabado tan triste periodo de nuestra historia, me pregunté qué habría sido de aquella pareja amiga a la que, paradójicamente, las libertades recuperadas habían terminado por silenciar. ¡Cuántos deseos de agradecerles el ánimo, el rigor, la objetividad que pusieron en su trabajo, mucho más trascendente que el de algunos locutores que hoy en día informan con igual tono de voz de una inmensa tragedia que del resultado de un partido de canicas!
Hace ya casi ocho años me enteré con tristeza del fallecimiento de Adelita del Campo. Hoy lo hago del de su compañero Julián Antonio Ramírez. Sus nombres quedarán para siempre asociados en mi memoria, y en la de tanta gente de mi edad, a una generación que sigue suscitando nuestra admiración y respeto.