CUANDO, hace ya casi cuatro años, los tres diputados de IU en la
Asamblea de Extremadura permitieron con su abstención que José Antonio
Monago ocupara la presencia de la Junta, no solo hicieron que muchos
votantes de ese partido nos sintiéramos engañados, estafados,
vilipendiados y nos prometiéramos que nunca jamás volverían a contar con nuestro apoyo. Hicieron que un señor que, como después se demostraría,
carecería de escrúpulos con tal de mantenerse en el poder, pudiera usar
sin complejo alguno, en su propio beneficio, todos los recursos que
dicho poder traería aparejados. El principal de ellos, el dinero
aportado por todos los contribuyentes, con el que el prepotente amante
de los viajes a costa (o costas) ajena mantiene un costosísimo gabinete
publicitario que controla no solo los medios públicos
regionales de información, como Canal Extremadura, sino buena parte de
los pocos privados aquí existentes.
Clic para agrandar |
Dentro de tres meses habrá elecciones al parlamento autonómico. Y somos muchos los que estamos cansados de disquisiciones metafísicas entre afines, y de si yo estoy en la izquierda de verdad y tú en la de pacotilla, y de si tú no llegas ni a socialdemócrata y yo soy un auténtico revolucionario... Estamos hartos de si galgos o podencos. Estamos hartos porque gracias a eso un tipo como el de "no se la enseño porque es mía y no me da la gana" podría seguir fomentando la incultura política, podría seguir utilizando los bienes públicos en su propio beneficio, podría seguir considerándonos a todos los ciudadanos extremeños gilipollas. ¿O, finalmente, tendrá razón?
¡Váyanse al destierro político definitivo los traidores que hicieron que Monago alcanzara la presidencia, no nos hagan más daño, tómense unas tan largas como inmerecidas vacaciones, pero el resto, todos, por favor, con unas siglas u otras, en círculos o en cuadrados: únanse, pacten, hagan lo que les dé la gana, pero no permitan que este tipo nos avergüence durante cuatro años más.