25 de mayo de 2011

Mi opinión como votante de IU

Ya he tenido ocasión de mencionar recientemente en este periódico la falta de fundamento que, a mi juicio, tienen expresiones como «los extremeños han querido que el PP gobierne en nuestra región» (lo dijo Monago) o «los extremeños han querido que sea IU quien decida quién ocupa la presidencia de la Junta» (Vara). Disculpará el lector que haya puesto comillas a lo que quizás no sean citas estrictamente literales, aunque sí recojan lo fundamental: que sus autores pretenden atribuir una única voluntad a los cientos de miles de ciudadanos que emitieron su voto el pasado día 22. Voto que, digo yo, se lo entregarían a este o aquel partido por razones tan numerosas como votantes hubo. Porque a lo sumo podríamos estar de acuerdo en que quienes votaron al PP (una buena parte, pero no la mayoría del censo) lo hicieron con la intención de que Monago presidiera la Junta y quienes lo hicieron al PSOE para que la presidiera Vara, pero ¿qué pretendieron los votantes de izquierda Unida cuyo voto, por cierto, adquirió una trascendencia nunca antes vista? A saber. Pocos de esos votantes, creo yo, se imaginarían cuán trascendentes iban a ser sus papeletas. Cuán útiles.

Yo he sido votante de Izquierda Unida. Como otros 37 095 extremeños. Y tengo mi opinión sobre lo que debiera hacer esa coalición. Como la tendrá el resto de quienes cogieron la misma papeleta que yo. Las habrá de todo tipo. Por eso hay que reconocer que la situación en que se hallan los tres diputados de esa agrupación es peliaguda.
Pocos de esos 37 096 electores entenderíamos, creo yo, que el PP se hiciera con la presidencia de la Junta gracias a «pasividad» alguna. En ese punto solo cabría (me cabría a mí, insisto) entender la ambigüedad de Escobar en las últimos días como una lícita forma de dar a su voto el valor que verdaderamente tiene. Descartado, pues, por quienes así pensamos que IU permita que la «derecha de la derecha» dirija nuestra Comunidad durante los próximos cuatro años (en los que, además, pocos dudan que Rajoy se instalará en la Moncloa), la única opción que queda es la de que los tres diputados de izquierdas faciliten, de la única forma posible: activamente, la investidura de Vara. Sin que ello signifique que se arrojen al mar lo que más que pelillos (leyes acordadas por el PSOE con el PP, como la de Educación, de claro sesgo derechista, incumplimientos de pactos municipales, normativa electoral injusta) han sido en pasadas legislatutas gruesas maromas indigestibles hasta por los tiburones. O sea: apoyo en la investidura, sí, pero, posteriormente, continuo control desde fuera de él al nuevo gobierno, contribuyendo si alguna vez la ocasión lo requiriese a dejarlo en minoría...

Un contertulio (y no de los peores) que abundan en las noches de la TDT daba por hecho ayer que IU apoyaría a Vara porque «al final, un par de buenas consejerías resolverán el asunto». Eso es tener una idea mezquina e inmerecida de gente que a lo largo de los años, casi en la clandestinidad, luchando contra el aparato de los dos grandes partidos, no ha renunciado a sus principios. Hubiera estado más atinado el comentarista, creo yo, si hubiera dicho que IU apoyará a Vara porque quien es realista sabe que es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Y, no digamos nada, lo malo conocido que lo peor fácilmente imaginable.