ES SABIDO QUE el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. Si no, que se lo pregunten a Bono, el del tupé, no el cantante, tras su chasco con sor Maravillas. O a Fernández Vara, tras ver cómo le han saltado a la yugular la oposición y la opinión pública al poco de anunciar sus últimas decisiones. Y si hablo de la opinión pública, con los matices que se quiera, es por los comentarios que sobre la prometida austeridad de la Administración autonómica se han visto en las webs de la prensa regional. Mucho más abundantes, por cierto, en días laborables que en festivos, aunque cupiera suponer que es en estos últimos cuando la gente tendría más facilidad para escribirlos.
El caso es que, como se sabe, Vara reunió a centenares de personas que ocupan altos cargos y puestos de libre designación en la Junta para anunciar una reducción del gasto público. Eran tan ilustrativas las imágenes del concurrido lugar en que se hizo el anuncio que cualquiera pudo pensar que la primera consecuencia de él sería la reducción a la mitad de tan descomunal plantilla de trabajadores. Pero no, todo quedó en que habría que dormir en hoteles de menos estrellas, no usar los móviles oficiales para llamar a la familia y cosas así.
Lo que estaría lejos de suponer Vara es que sus buenas intenciones, de las que no hay por qué dudar, desataran el aluvión de críticas que desataron, favorecidas por actuaciones que, aparentemente, desmentían los propósitos anunciados. La compra del coche de lujo por una consejera (eso de que fue para ahorrar en combustible resultó risible) o la instalación de un despacho a domicilio a otra son quizás asuntos menores, pero no parecen casar con lo prometido. Como no casan otros gastos de mayor cuantía –ciertas campañas publicitarias, por ejemplo– que, según mi criterio, habría que criticar antes que esos. Pero, en fin, parece que al final imperó el sentido común y el presidente de la Junta admitió como bueno que la oposición “evidencie los errores que el Gobierno haya podido cometer”. Ojalá que eso, pese a alguna palabra de más en la Asamblea, signifique que algo está cambiando y que cierta modestia está hallando acomodo en lugares poco habituados a ella.