4 de septiembre de 2007

Pobrecitos divorciados


DESDE LUEGO,
hay cosas en este bendito país que no tienen remedio. Es lo primero que he pensado al leer en la prensa extremeña algunas informaciones sobre la toma de posesión del nuevo obispo de la Diócesis de Coria-Cáceres. Y no me refiero, aunque bien podría hacerlo, a la nutrida presencia en el acto religioso de autoridades civiles, presidente de la Junta en primera fila –y no sé si arrodillado– entre ellas. ¿Cortesía, electoralismo, común devoción mariana? Me es indiferente. Lo que me ha llamado poderosamente la atención, cuando estaba leyendo con la mejor actitud posible algunas de las palabras pronunciadas por el nuevo prelado, ha sido enterarme de que, según él, “hay nuevas formas de pobrezas entre nosotros, que no podemos ignorar: enfermos mentales, depresivos, separados, divorciados, jóvenes y ancianos a los que no quiere nadie”.

¿Los separados y los divorciados entre los nuevos "pobres"? ¡Venga ya, hombre, pero en qué mundo viven ustedes! Me temo, a la vista de este tipo de cosas, que los Cañizares y los Rouco Valera no son la excepción. Son la regla.