14 de enero de 2012

Impuestos a nivel sueco

PUBLICÓ este periódico [El Periódico Extremadura] hace unos días un interesante gráfico en el que sobre un mapa de Europa se mostraba el tipo máximo vigente para el IRPF (o como se llame este impuesto en cada caso) en los distintos países de nuestro continente. Se añadían los correspondientes a otros lugares, como el Reino Unido, Estados Unidos y Japón. En el caso de España, además, se detallaba la información por comunidades autónomas.


Supongo que, como a mí me ocurriera, la sorpresa de los lectores del periódico debió de ser mayúscula al comprobar que el tipo aplicado en Extremadura, un 55 %, solo es superado en la actualidad por el de Suecia, apenas un punto más alto. En Francia es nueve puntos inferior, en Alemania ocho puntos, en Japón cinco… Como, al margen de la existencia de otro tipo de impuestos, nadie creerá que la calidad de los servicios públicos en esos países sea inferior a la nuestra, la pregunta es inmediata: ¿por qué aquí hemos de pagar más?

La primera explicación quizás consista en que es imposible mantener un estado del bienestar sin mayor coste del necesario sufriendo un grado de corrupción política como el que aquí tenemos. Corrupción que, para mayor inri, no está condenada socialmente como debiera. ¿Habrá que mencionar lugares donde se elige presidente por abrumadora mayoría a un supuesto delincuente o donde se refrenda en las urnas a quien adjudica obras, no al mejor postor, sino al mejor sobornador?

Otra razón habría que buscarla en que el gasto público en nuestro país no siempre se ha basado en criterios de eficiencia y utilidad, sino de rédito electoral. ¿Hacemos una lista de aeropuertos faraónicos sin viajeros, fabulosos palacios de congresos sin uso, soberbias autovías sin apenas tráfico…? Casos cercanos no faltan.

Y, finalmente, pero no menos importante, la inmensidad del fraude fiscal, cuyo montante anual cifran algunos estudios en 70.000 millones de euros; el equivalente, para entendernos, del presupuesto del sistema sanitario público. Todos podríamos dar ejemplos de esa práctica, que muchos consideran lo más natural del mundo. La economía sumergida representa casi un 18 % del PIB, según informes bien fundados.

De modo que si el Gobierno recién constituido quisiera enmendar la situación, trabajo no le faltaría. Todos debiéramos contribuir a que así fuera, aunque sus primeros pasos no parezcan ir por ese camino.

Publicado en El Periódico Extremadura