23 de diciembre de 2011

Ruedas de prensa que no lo son

UNO DE los más conocidos problemas matemáticos irresolubles es el de la cuadratura del círculo: es imposible construir, con el solo uso de regla y compás, un cuadrado cuya superficie sea exactamente igual a la de un círculo previamente dado. Ese problema, que ocupó a lo largo de la historia a grandes mentes, hasta el punto de impedir que se dedicaran a estudios más productivos para la humanidad, parece que ha adoptado una nueva forma en el mundo de la política española de nuestros días. En el mundo de la política y de los periodistas. Resulta paradójico que cuando existen más medios que nunca para que informadores y ciudadanos puedan comunicarse, formular opiniones e intercambiar criterios, más políticos haya que intenten resolver una nueva versión del viejo reto geométrico: el problema de las ruedas de prensa que podríamos llamar cuadradas, sin preguntas.

Lo sabe el lector: se cita a los periodistas, se los agrupa en un local cerrado, sale alguno de los convocantes a la palestra, lee mejor o peor alguna declaración previamente escrita y, cuando los asistentes se aprestan a formularle las cuestiones que consideran pertinentes, el personaje responde saludando cortésmente y despidiéndose a la francesa, dejando a los pobres plumillas con la boca abierta y los bolígrafos en ristre. ¿Tanto montaje para eso?

Creo recordar que hace meses alguna asociación de prensa barajó la posibilidad de pedir a sus miembros que no asistieran a actos en que son tratados como muebles, pero el propósito no fructificó, quizás debido a la presión de los directivos de los medios de comunicación. Los periodistas, no obstante, junto a los ciudadanos interesados en obtener una información completa e independiente, alejada de la propaganda, debieran sublevarse contra semejante moda.

Mal comienzo, en este aspecto, el del Gobierno recién constituido, cuando su presidente, en su primera comparecencia pública como tal, tras una espera hábilmente administrada antes de decir quiénes serían sus ministros, se limitó a leer en menos de un par de minutos la lista de ellos, cortando abruptamente la posibilidad de que se le formularan preguntas. ¿El nuevo estilo para los difíciles tiempos que se avecinan? No parece que esta forma de actuar sea propia de personas que se proclaman abiertas y dialogantes.

Publicado en El Periódico Extremadura