21 de noviembre de 2011

La culpa no la tiene d'Hont

A LA VISTA de los resultados electorales del pasado domingo, ha vuelto a ponerse en cuestión la llamada Ley d'Hont, procedimiento aritmético que se utiliza para la asignación de escaños en cada circunscripción (y subrayo lo de en cada circunscripción).

Desde luego, resulta llamativo comprobar cuán diferente es el coste de un diputado según los distintos partidos. Así, en las elecciones del día 20, la relación votos/número de diputados fue, para los partidos que obtuvieron representación, la siguiente:


Por otra parte, partidos como EQUO, con más de 215.000 votos y PACMA, con casi 100.000, no obtuvieron representación.

Observemos que el coste del diputado a los partidos mayoritarios, PP y PSOE, por una parte, y a partidos nacionalistas como CiU, EAJ-PNV o ESQUERRA, por otra, no ha sido tan diferente como suele decirse. El procedimiento, pues, no favorece a los partidos nacionalistas, sino que perjudica a los partidos que no son mayoritarios y se presentan en muchas circunscripciones. Ello se pone de manifiesto con total evidencia en los casos de IU-LV y UPyD, a los que cada diputado cuesta unas tres veces lo que les cuesta a PP y PSOE. Eso por no hablar de EQUO, que no logra ni un solo diputado pese a sus más de 215.000 votos.

Pero hay que aclarar, inmediatamente, que estos graves defectos del sistema de reparto no son atribuibles al método d'Hont, que no es sino un algoritmo neutral, sino que, al haber circunscripciones como la de Cáceres, por ejemplo, con solo 4 diputados, o menos, los restos del reparto (votos que no permiten asignar escaño) se pierden. Son muchas las circunscripciones pequeñas en que partidos como IU, UPyD, reciben votos que no les sirven absolutamente para nada.

Hay quien propone que para evitar estas distorsiones se establezca una única circunscripción electoral para todo el territorio español, pero ello tendría el grave inconveniente de que partidos nacionalistas de amplia tradición histórica en sus territorios y representativos de importante capas de la población, quedarían sin presencia parlamentaria o esta se vería reducida a la mínima expresión.

Una solución sencilla que no requeriría modificación constitucional (pues en esa ley se estable que el Congreso puede tener hasta 400 diputados) fue propuesta por Peces-Barba hace años y, aquí mismo tuvimos ocasión de hablar con algún detalle sobre ella. Consistía dicha solución en añadir a las circunscripciones actuales una más, de carácter nacional, a la que corresponderían 50 diputados y a la que irían a parar los votos no utilizados en cada una de las circunscripciones provinciales (más las de Ceuta y Melilla). El resultado que esta sencilla modificación produciría sería una mucho mayor igualdad en el coste de los diputados de todos los partidos sin que ninguno de amplio respaldo en su comunidad autónoma quedara relegado a la insignificancia.

Aprobar esa modificación solo dependería de la voluntad de los dos partidos mayoritarios. No parece que estén por la labor.