9 de abril de 2011

Las elecciones no son cosa de dos

RESULTA curioso (bueno, más que curioso, preocupante) que los dos grandes partidos españoles, PP y PSOE, que tanto encono ponen en sus enfrentamientos en público, coincidan en privado, en una especie de matrimonio de conveniencia, cuando se trata de aprobar medidas que los beneficien exclusivamente a ellos. Les importa poco incluso sortear principios democráticos que cabría suponer inviolables. Un ejemplo de lo que digo lo constituye la reciente modificación de la Ley Electoral, que obliga a las cadenas de televisión, públicas o privadas, a dedicar a los partidos que acudan a las elecciones un tiempo –lo que se ha dado en llamar cuota de pantalla– estrictamente proporcional a los escaños obtenidos por cada uno de ellos en las últimas elecciones.


Así, en la campaña electoral del próximo mes de mayo, el tiempo asignado en las televisiones a las diferentes candidaturas dependerá de los resultados obtenidos en 2007. Importará poco que el candidato de un partido minoritario protagonice una noticia de alcance universal: con unos segundos en pantalla irá que chuta. Pero, eso sí, la visita a una aldea perdida de Rajoy o Zapatero o, aquí, la penúltima acusación sin pruebas de Monago o el último desayuno madrileño de Vara ocuparán media hora en todos los noticiarios. Para mayor inri, las imágenes que se ofrecerán de mítines y otros actos públicos no serán las tomadas por los diferentes medios, sino las proporcionadas por los gabinetes de comunicación de cada partido. Lo que debiera ser información se convierte, así, en propaganda, y lo que debiera constituir cauce de pluralismo y participación se transforma en vía de uso exclusivo de los dos grandes partidos. No es de extrañar que tamaño disparate haya levantado protestas entre muchos periodistas, que, incluso en el país de las ruedas de prensa sin preguntas, consideran que esta norma supone una grave limitación a la libertad de información.

En Extremadura puede darse el caso, como ocurre cuando escribo estas líneas, de que se hable de hasta ocho posibles debates electorales y solo se informe de lo que opinan Vara y Monago al respecto. ¿Acaso solo existen dos colores en el paisaje político regional? ¿Han vuelto los tiempos de liberales y conservadores, coincidentes en lo fundamental y solo diferentes en lo accesorio? Algunos parecen empeñados en que así sea.