1 de mayo de 2010

Una entrevista que no debió hacerse

NO TENGO el gusto de conocerlo en persona –apenas si lo he saludado brevemente una vez–, pero la impresión que casi siempre me ha causado el presidente de la Junta ha sido favorable. Puede que ello obedezca sobre todo a las diferencias en su forma de actuar respecto a la de su predecesor, mucho menos florentino que él, más bronco. Es cierto que algunas de sus intervenciones públicas, realizadas como presidente y no como ciudadano particular –me refiero, por ejemplo, a su reiterada costumbre de encabezar ceremonias confesionales–, me parecen inadecuadas, pero ello no me impide pensar que es un hombre ajeno a la prepotencia y al que el cargo no se le ha subido a la cabeza.

Ocurre con frecuencia, sin embargo, que quienes merodean en torno al poder son proclives a la adulación, a las muestras más o menos claras de servilismo. Más papistas que el Papa, en ocasiones llegan a poner a éste en evidencia. Es lo que pensé el otro día cuando minutos antes de la transmisión por Canal Extremadura de un partido de fútbol (concretamente, del que supuso la eliminación del Barça de la copa que algunos seguimos llamando de Europa), la televisión regional ofreció una entrevista con el señor Vara... en su condición de aficionado. Con un balón en las manos. Para mayor tipismo, supongo.

Lamento escribirlo, pero me pareció deplorable que el presidente se prestara a ello. La entrevista, aparentemente inocua, fue desde mi punto de vista una muestra de propaganda encubierta. Cuando los medios de comunicación ofrecen a diario espacio más que sobrado para que quienes ocupan cargos representativos se expresen a sus anchas, mientras que al común de los mortales suele resultarle difícil que su voz llegue a los demás, que una televisión pública dedique su programación, en horario de máxima audiencia, a una conversación como la que menciono constituye una demostración palpable de que aún quedan por erradicar de entre nosotros algunos comportamientos más propios del pasado que del tiempo en que quisiéramos vivir.