22 de mayo de 2010

El arte de hablar sin decir nada

LOS POLÍTICOS, los políticos profesionales, no acceden a sus cargos por oposición, pero si ocurriera lo contrario y desde los candidatos a concejal de pueblo hasta los pretendientes a la presidencia del Gobierno hubieran de mostrar sus habilidades ante un tribunal, supongo que uno de los exámenes versaría sobre el arte de hablar sin decir nada. Lo supongo a la vista del lenguaje utilizado por la llamada clase política, cada vez más repleto de frases hechas, latiguillos, vacuidades.

Así, para ocupar alguna de las plazas que nuestros actuales representantes dejaran libres (sin tilde en el dejaran, porque se trata de un futurible, una hipótesis poco probable), habría de mostrarse destreza en el uso de expresiones como “con la que está cayendo”, “hacer los deberes”, “apretarse el cinturón” y tantas otras semejantes. No importaría de qué se estuviese hablando ni en qué principios se basase el discurso. En cuanto a lo primero, podría tratarse del prestigio de jueces y magistrados, de la altura de miras de tantos políticos incorruptibles, de la sintonía entre ministros, de la capacidad de liderazgo de algunos registradores de la propiedad o de las aficiones hípicas de este o aquel diputado; el tema sería lo de menos. Y en cuanto a los principios, innecesario recordar lo de Groucho Marx: si no gustaran unos, siempre habría otros. Eso sí, la coletilla “como no podría ser de otra manera” subiría nota.

La más reciente muestra de ese lenguaje que tan bien retrata a quienes lo utilizan la ha dado el presidente del Gobierno, tras desmentir por enésima vez a sus sufridos ministros: se van a aumentar los impuestos, dijo, “a los que realmente tienen”. A los que realmente tienen edad, paciencia, salud... qué sé yo. ¡Maravilloso ejemplo de cómo dejar a un auditorio atónito, atrapado por un verbo!
Así que llamar al pan pan y al vino vino, prescindir de circunloquios, dejarse de milongas, supondría, definitivamente, en esas imaginarias oposiciones de las que hablo, un suspenso automático.