10 de octubre de 2006

Historias de un paciente

TRAS VARIOS MESES de espera, un sufrido usuario del Servicio Extremeño de Salud recibe, al fin, escrito de citación para ser atendido por el médico especialista al que había sido remitido con carácter preferente por el médico de atención primaria. Sin embargo, el día anterior al señalado se le comunica telefónicamente que el doctor está enfermo y que la cita queda pospuesta hasta fecha indeterminada que se le comunicará cuando se conozca. Nuestro hombre acepta que también los médicos enferman y, aunque no acaba de entender que no haya sustituciones previstas para estos casos, confía en que no transcurran nuevamente meses hasta ser visto por el especialista.

Pocos días después, el viernes, 6 de octubre, el ciudadano en cuestión acude al hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres para la realización de ciertas pruebas diagnósticas. Solicitado previamente el preceptivo permiso laboral al director del instituto en que trabaja (nuestro hombre es profesor), acude puntualmente a la cita con los galenos. Sin embargo, en el servicio en que le han de atender se le indica que una de las pruebas para las que ha sido convocado nunca se realiza en ese día de la semana, como, añaden, debieran saber quienes le han citado; por lo que habrá de volver otro día. (No le dicen “vuelva usted mañana”, por lo de la risa). De las clases inútilmente perdidas por sus alumnos no dicen nada.

La historia termina cuando nuestro amigo, cuyos datos precisos puedo facilitar a quien lo solicite, mientras rellena una hoja de reclamaciones por triplicado ejemplar (a la que se da entrada con el número de registro 601), se consuela pensando que si a don Mariano José de Larra ya le ocurrían cosas semejantes hace casi dos siglos, por qué a él, señor normal y corriente, no habrían de ocurrirle también.