30 de diciembre de 2007

"Disolución de la democracia". ¿Palabra de Dios?

MENOS MAL que sólo el Papa, por delegación divina, es infalible cuando habla ex-cátedra. Menos mal que esa extraordinaria prerrogativa de no errar no alcanza a cardenales y obispos; menos mal. Menos mal que cuando el cardenal García-Gasco, arzobispo de Valencia, afirma en la manifestación de hoy (30 de diciembre, ver foto) en Madrid que "nos dirigimos a la disolución de la democracia", puede estar errado. ¿Sin hache?

¿Crisis en el Tribunal Constitucional? Pues que, con la intermediación de Fernández de la Vega, se sustituya por la Conferencia Episcopal. Son los más fieles intérpretes de la Constitución.

En fin, Martín.

29 de diciembre de 2007

Terrorismo y miseria

UNA TRISTE COINCIDENCIA hace que mientras preparaba unas líneas sobre la conmovedora película Un corazón invencible, que narra de forma emocionante y objetiva el secuestro y posterior asesinato, en Pakistán, hace ahora seis años, del periodista americano Dan Futterman, me entere del asesinato de la ex primera ministra de dicho país, Benazir Bhutto. La película, cuyo guión se basa en un texto de la viuda del reportero, también ella periodista –interpretada por una magnífica Angelina Jolie– constituye una reflexión sobre cómo, en cualquier situación bélica o de crisis generalizada, son personas concretas, con nombre y apellidos, quienes sufren las consecuencias de la violencia y el terror.

El filme es en ciertos momentos un documental (algunas imágenes, como las de los prisioneros de Guantánamo, proceden de noticiarios de televisión) y cuando vemos en la pantalla las tumultuosas calles de Karachi, con sus más de ¡13 millones! de habitantes, cuando vemos la miseria de sus gentes, la extrema pobreza de sus barriadas, valoramos aún más la integridad de la periodista al proclamar, mientras su marido permanecía secuestrado, que en tanto no se elimine la miseria en la que malviven tantos seres humanos, no desaparecerá el terrorismo. El casi anunciado asesinato de Benazir Bhutto, cualesquiera que sean sus autores –se habla de grupos islamistas, pero también del propio servicio secreto pakistaní–, no es sino una muestra más de este estado de cosas.

Un corazón invencible atrapa al espectador por su crudeza y la confianza que transmite en que hay que vencer las adversidades; y lo hace sin palabras pretenciosas, simplemente con imágenes. Su conclusión, creo yo, es que las bombas, sean pegadas al cuerpo de un suicida, sean teledirigidas desde aviones de criminal precisión, no constituyen solución de un problema creado por la pobreza, los dogmatismos de uno u otro signo y la violación de los derechos humanos. Mientras subsistan las causas de la enfermedad, subsistirán los síntomas.

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26 de diciembre de 2007

La papeleta del elector

CUANDO UNO ERA estudiante universitario, en tiempos tan remotos que se van diluyendo en el recuerdo, una papeleta, como dice el bendito Diccionario de la RAE, hoy tan fácilmente accesible desde cualquier pantalla de ordenador, era el “papel que el alumno entrega al profesor el día del examen para que anote en él la calificación obtenida”. He dicho lo de universitario no por vanidad, que sería ridícula, sino porque era sólo allí, en la universidad, donde se utilizaba el procedimiento de marras. La costumbre era que el alumno, si la calificación le era favorable, diera un duro de propina al bedel. El típico estudiante estilo Casa de la Troya, de los que aún quedaban ejemplares, cuando recibía algún cate se las apañaba para falsificar esos pequeños documentos y hacerles creer a sus padres que estaba a punto de finalizar la carrera, aunque tuviera por superar diez u once asignaturas a sus treinta añitos. Como les digo, pura prehistoria.

Otra acepción del término según el DRAE es la de “papel en el que figura cierta candidatura o dictamen, y con el que se emite el voto en unas elecciones”. Probablemente, dadas las fechas que corren, sea la acepción que más rápidamente habrá acudido a la mente del lector. Por cierto, que ya iría siendo hora de que se cambiasen las cutres cabinas utilizadas en nuestros colegios electorales, así como las mesas en las que las personas que no llevan el sobre bien preparadito desde casa –normalmente, quienes no votan a los partidos que pueden permitirse un buzoneo exhaustivo– han de elegir a la vista de todo el mundo el papel que van a meter en la urna.

Pero no; el significado de papeleta en el que yo estaba pensando no era ninguno de los anteriores, sino otro que también encuentro en el Diccionario: “asunto difícil de resolver”. Porque, en efecto, no hace falta figurar entre esos dudosos de los que siempre hablan las encuestas (uno siempre tuvo el corazón a la izquierda) para que la decisión en el día de las elecciones resulte difícil. Eso sin barajar la posibilidad de la abstención o el voto en blanco, cuya defensa, como en cierta ocasión tuve la osadía de hacer, te puede llevar a la hoguera. Debiera caber la opción de fijarse en los candidatos, no en los partidos, pero, sinceramente, ¿alguien recuerda quiénes fueron nuestros elegidos en los últimos comicios? En el caso de Cáceres, por ejemplo, ¿cuántos pueden dar los nombres de dos o tres de los siete candidatos a los que enviamos a las Cortes en 2004? ¿Por sus obras los conocemos?

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24 de diciembre de 2007

A vueltas con los escaños

SE ESTÁ HABLANDO mucho en estos días de una hipotética (y poco probable, diría yo) modificación de la Ley Electoral, que hiciera más justo el reparto de los escaños del Congreso de los Diputados. Como suele decirse que una imagen vale más que mil palabras (aunque yo añadiría que depende de qué imagen y de qué palabras), he preparado este sencillo gráfico en el que se refleja el coste que supuso un escaño a cada partido o coalición presente en el Congreso, en la legislatura que ahora expira. (Haz doble click sobre la imagen para agrandarla).

22 de diciembre de 2007

Corazón y entrañas

HE QUEDADO SORPRENDIDO al leer algunos términos de la sentencia de la Audiencia Nacional que ha condenado a 525 años de cárcel por integración o colaboración con organización terrorista a un total de 47 personas, incluidos entre ellas algún ex senador y varios ex alcaldes de importantes poblaciones vascas. La sentencia afirma que aunque las organizaciones a las que pertenecían los condenados no constituyen una organización armada son “las entrañas y el corazón de ETA”, según expresión literal del tribunal. La importante decisión de la Audiencia ha llevado al consejero de Justicia vasco a afirmar que su Gobierno “no puede permanecer en silencio cuando ve cómo las leyes penales y su interpretación son retorcidas con la consecuencia de privar injustamente a ciudadanos de su libertad”. No debieran desdeñarse estas palabras, procedentes de alguien que, aunque no despierte muchas simpatías en la Moncloa o en la calle Génova, representa sin duda a una buena parte, acaso mayoritaria, de la ciudadanía vasca. Aparte de que, a mi modesto entender, resulte difícil contemplar la actuación judicial fuera del contexto político en que se ha producido.

Mi sorpresa, me apresuro a decirlo, no proviene de que esté más o menos de acuerdo con las abultadas condenas, que aún no son firmes –doctores tiene la Iglesia, según dicen– sino de la singularidad de los términos entrecomillados. Quizás también provenga de que mi formación, que reconozco ajena al mundo de las leyes, siempre me hizo pensar que en este tipo de decisiones, de consecuencias políticas y personales tan graves, las argumentaciones se prestarían poco a florituras literarias. Lo del “corazón”, en efecto, lo consideraba más propio de poetas, y lo de las “entrañas” de autores de tratados de Anatomía. Por ello, leer en una sentencia que lleva de una sola tacada a la cárcel a tantas personas expresiones como las que comentamos me hubiera parecido hasta ayer poco probable... Pero ya sabe el lector: la ignorancia es muy atrevida.

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20 de diciembre de 2007

¿Una nueva circunscripción electoral?

EN SU RECIENTE visita a Mérida, el ex presidente del Congreso, Gregorio Peces-Barba, defendió una reforma de la Ley Electoral para “ajustarla a criterios de mayor igualdad”. Consistiría la reforma en crear una nueva circunscripción que, con los votos sobrantes en las circunscripciones tradicionales, permitiera elegir 50 diputados más de los que ahora se eligen. Según él, de tal manera “se rompería ese desequilibrio que hay con los partidos nacionalistas y se beneficiarían, ajustándose más a los apoyos que tienen, el Partido Popular, el Partido Socialista e Izquierda Unida”.
Debiendo ser bien acogida, en nuestra opinión, cualquier modificación legal que hiciera más equitativos los criterios de composición del Congreso, que hoy perjudican manifiestamente a Izquierda Unida, a la que un diputado le cuesta 4 veces más que al PSOE o al PP, hemos querido comprobar hasta qué punto la reforma sugerida por el profesor Peces-Barba modificaría la correlación de fuerzas en el hemiciclo. Antes de exponer los resultados obtenidos, acaso convenga recordar al lector que la Ley D’Hont, que regula la asignación de escaños en cada circunscripción, se aplica dividiendo el número total de votos obtenidos por cada partido entre 1, 2, 3... hasta el número correspondiente a los escaños en disputa (por ejemplo: 4 en el caso de Cáceres, 6 en el caso de Badajoz). Una vez realizadas esas divisiones, la asignación de escaños se hace ordenando de mayor a menor los cocientes obtenidos y asignando a cada uno un escaño hasta que éstos se agoten. Así, por ejemplo, si en una circunscripción con 4 escaños se presentaran tres partidos A, B y C, que obtuvieran 120, 96 y 47 votos, respectivamente, el primer y tercer escaño corresponderían al partido A (al que le sobrarían 40 votos), los escaños segundo y cuarto irían al partido B (al que sobrarían 32 votos) y el partido C se quedaría sin escaño, pese a los 47 votos obtenidos.

Pues bien, hemos empezado nuestro estudio anotando, circunscripción por circunscripción, cuántos escaños obtuvo y cuántos votos le sobraron a cada partido en las elecciones de marzo de 2004 y luego hemos sumado todos esos resultados. Lo que hemos obtenido no ha sido únicamente la composición actual del Congreso (con los 164 escaños del PSOE, los 148 del PP, etcétera), sino el total de votos sobrantes de cada una de las listas electorales (totales que, tras prescindir de las listas que no llegaron al 1% de los votos, han ido desde los algo más de dos millones en el caso de socialistas y populares y el millón largo de IU hasta las tres decenas de miles en el caso de Na-Bai). A continuación, como se puede figurar el lector, hemos repartido mediante la Ley D’Hont los 50 nuevos escaños de la hipotética circunscripción de ámbito nacional de acuerdo con esos votos sobrantes de cada partido.

Finalmente, añadidos esos nuevos escaños a los actuales hemos construido la tabla adjunta, que permite comparar la composición actual del Congreso con la que habría resultado si hubiera existido, en las elecciones de 2004, la nueva circunscripción propuesta por Peces-Barba.


Dejando para el lector la obtención de las conclusiones que estime oportunas, nosotros, tras realizar los cálculos anteriores, consideramos que la modificación legal sugerida por Peces-Barba no rompería el “desequilibrio” que, según él, hay con los partidos nacionalistas. No lo haría, a nuestro entender, por dos razones: la primera, porque ponemos en duda la propia existencia de ese desequilibrio, pues el coste actual de un diputado para los partidos nacionalistas (resultado de dividir el total de votos recibidos entre el número de escaños obtenidos) es similar al del PP y el PSOE; la segunda razón es que, a la vista de la simulación que hemos hecho, lo que perderían esos partidos en términos porcentuales se mediría en décimas, si no en centésimas.

Mucho más importante, a nuestro entender, es que si la nueva circunscripción llegara a existir mejoraría el trato que actualmente se da a Izquierda Unida. Ello puede resultarle, hoy por hoy, indiferente al PSOE, pero sugerimos al lector unos cálculos semejantes a los presentados, partiendo de resultados electorales más ajustados entre socialistas y populares. Puede que, en tal caso, resultara más evidente la importancia que podría alcanzar IU a la hora de reunir mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados.

(Puede verse una versión más extensa de este artículo en http://www.corcobado.net/textosht/simulacionextensa.html)

19 de diciembre de 2007

La opinión pública

APARECIÓ EL OTRO DÍA en un diario una viñeta antológica: en la pantalla de un televisor, único objeto que se veía en el dibujo, un texto rezaba: “Yo soy la opinión pública”. Y así es: la televisión, la radio, la prensa moldean a su capricho eso que antes se llamaba “la mayoría silenciosa”. Y lo hacen sutilmente. Cuando se escribe con irónica displicencia que el líder libio, Gaddafi, “no es jefe de Estado ni de Gobierno, sino un Hermano Guía de la Gran Revolución de Al Fateh”, o se habla de esas invisibles 30 vírgenes que al parecer le acompañan, se está creando opinión. Y dado que ahora lo frecuentan Aznar, Zapatero o el Rey y no se le puede tildar, como antaño, de terrorista, habrá que apuntar sobre sus extravagancias. Al menos, que se sepa, no viaja a países lejanos a cazar osos en estado de dudoso equilibrio...

Los medios airearon en días pasados que el líder extranjero peor valorado por los españoles era Hugo Chávez, del que no suelen decir que ocupa su cargo tras sucesivas elecciones democráticas (algo que no todo el mundo puede alegar, dicho sea entre paréntesis). Bueno, pues muy bien, será el peor valorado por los españoles, no lo dudo. ¿Pero qué dice la opinión pública de Than Shwe? ¿Nada? ¿Ni siquiera sabe quién es ese individuo? Claro, el que el general birmano que dirige una dictadura implacable ordene disparar contra pacíficas manifestaciones de monjes budistas es algo sin importancia, que no merece la pena de ser recogido por esos encuestadores que se escandalizan por unas palabras a lo sumo descorteses de Chávez (no más descorteses, desde luego, que las de quien sin autoridad para ello le mandó callar).

¿Y que opinión tenemos los españoles de Robert Mugabe? ¿Mejor que la del venezolano, pese a que la dictadura, en Zimbawe, encarcele y torture a los opositores, impida a la gente desplazarse libremente por su país, mantenga a la población hambrienta y desasistida...? En fin, no creo que sean necesarios más ejemplos. La opinión pública, en efecto, es ella.

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15 de diciembre de 2007

Ley electoral injusta

ES MUY SENSATA, aunque matizable, la propuesta hecha recientemente en Mérida por el ex presidente del Congreso, Gregorio Peces-Barba, acerca de la conveniencia de crear una nueva circunscripción electoral que, con los votos sobrantes en las circunscripciones tradicionales, permitiera elegir 50 diputados más de los que ahora se eligen. Resultarían así más equitativos los criterios de composición del Congreso que, en la actualidad, priman a los grandes partidos (incluidos los nacionalistas, grandes en sus respectivas circunscripciones) y castigan a Izquierda Unida. En la presente legislatura, por ejemplo, cada diputado del PSOE tuvo un coste, por así decirlo, de 67.000 votos, mientras que en el caso de IU fue de 265.000. ¡Cuatro veces más!

No es éste el lugar de explicar en detalle por qué la Ley D' Hont produce esta injusticia; baste con recordar que en provincias con escasa población, como las extremeñas, IU no obtiene los votos necesarios para entrar en el reparto de los pocos escaños disponibles, y tales votos, aquí y en muchos otros lugares, se pierden. Esto favorece al PP y al PSOE, pero no redunda en mayor crédito del sistema electoral.

Sin embargo, matizando lo que sostiene Peces-Barba, quien habla de “desequilibrio” a favor de los nacionalistas, la representación de esos partidos, fundamentalmente el PNV, ERC y CiU, en el Congreso de los Diputados no se ve aumentada en términos absolutos por el modo de repartir los escaños (a CiU cada parlamentario le supuso en las últimas elecciones 84.000 votos, por ejemplo). O, en todo caso, no más que la de los dos grandes partidos. Lo que sucede es que la ley electoral, injusta con Izquierda Unida, no lo es con ellos, al estar concentrados sus votos en pocas circunscripciones. Las papeletas que, dirigidas a la coalición de Llamazares, no se convierten en diputados no las aprovechan los nacionalistas precisamente, sino el PP y el PSOE. Por eso mismo, dudo que la propuesta del ex presidente del Congreso llegue a buen puerto.

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12 de diciembre de 2007

La importancia del profesor

DECÍAMOS RECIENTEMENTE aquí mismo que los análisis publicados después de que el Informe PISA 2006 viera la luz resaltaban el hecho de que a la hora de mejorar un sistema educativo, mucho más importantes que el presupuesto que se dedicara a este fin –aun sin negarle trascendencia- eran la calidad y la forma de selección de los profesores. Es un tema difícil de plantear, pues a veces los intereses gremiales priman sobre los generales, pero cuando se ha ejercido la docencia durante cerca de cuarenta años (por no hablar de aquellos en que se fue alumno) las cosas pueden verse con cierta libertad de criterio. No exenta, faltaba más, de la posibilidad de error.

Según mi modesta opinión son dos las condiciones inexcusables para que alguien pueda convertirse en un buen profesor. La primera, la de disponer de un suficiente bagaje científico. No se trata, desde luego, de que para explicar física en un instituto haya que figurar entre los candidatos al premio Nobel de dicha especialidad, pero tampoco es lógico que un veterinario, dicho sea sin ironía, pueda impartir clases de latín. Y legalmente es posible. Oposiciones hay en que se valora más recitar aspectos triviales de la última ley educativa que haber obtenido premio extraordinario en la licenciatura. Por no hablar de méritos tan pintorescos como los de conocer “la realidad educativa extremeña”.

La segunda condición se refiere a la capacidad de comunicación exigible en quien quiera trasladar conocimientos y actitudes a los chicos. No se trata de ser colega de ellos, pero sí de ser capaz de estimular su interés, de hacerles las clases atractivas, sin menoscabo de su seriedad; de ser acreedor de su respeto. Los responsables educativos debieran reflexionar sobre si los vigentes métodos de selección del profesorado (por no mencionar su inexistente evaluación) son los más adecuados, incluyendo en la reflexión la forma en que se constituyen los tribunales de oposiciones. Y debieran hacerlo libremente, sin aceptar presiones corporativas.

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8 de diciembre de 2007

Educación, dinero y profesores


SIENDO DE CAPITAL IMPORTANCIA
para cualquier país la educación de sus jóvenes, no es de extrañar que desde que se conocieron los primeros datos del último Informe PISA hayan abundado en la prensa española los comentarios sobre el mismo. En esta misma tribuna, hace unos días, tuvimos ocasión de reflexionar brevemente al respecto. Y hoy volvemos a hacerlo, porque hay algo nuevo que, a mi juicio, merece la pena destacar de lo publicado. No me refiero a los mediocres resultados sobre las habilidades y conocimientos de los alumnos, sino a las propuestas que el informe ofrece para su mejora. Algunas de ellas tienen rasgos inéditos y pueden ayudar a resolver un problema que nadie libre de prejuicios negará: el de la escasa calidad de nuestro sistema educativo.

Así, por ejemplo, se constata en lo recién publicado que siendo conveniente incrementar los presupuestos invertidos en educación, el económico no es el factor decisivo en la calidad del sistema. Testigos mudos de esto podrían ser los miles de ordenadores que duermen el sueño de los justos en las aulas de los institutos extremeños, desde que algún iluminado pensó, ingenuamente, que con ellos nuestros jóvenes llegarían a la excelencia académica. ¿No podrían haber tenido los sesenta millones de euros entonces dedicados a su adquisición mejor destino?

Pero más digno de mención es que esa constatación de que mayor gasto no siempre implica mejor calidad se acompaña de una afirmación esclarecedora: aunque medidas como la disminución del número de alumnos por clase eleven ligeramente los niveles educativos, es más destacable que los chicos cuyos profesores son de “alto rendimiento progresan tres veces más rápido que los que tienen profesores con bajo rendimiento”. Y aquí nos topamos con un tema tabú, del que pocos se atreven a hablar: el de cómo conseguir docentes que, por utilizar una expresión ajena, “sean muy buenos dando clase”. No hay espacio para tratar hoy este asunto, pero, si el lector lo permite, volveremos sobre ello.

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5 de diciembre de 2007

La violencia y las palabras

LO OÍMOS CADA VEZ que ETA comete un atentado: “con la violencia nunca conseguirán nada”. Y es probable que ello sea cierto, aunque no hayan sido las actitudes pacíficas precisamente, sino las bélicas y las revolucionarias, las que han conformado el devenir de la historia. Es un terreno ese, el histórico, que será mejor dejar a sus estudiosos, pero no creo que tópicos como el mencionado sirvan para explicar cómo surgieron las naciones o cómo cambiaron los regímenes políticos. Hay ejemplos tan cercanos de ello que no parece necesario entrar en detalles. Aquí sufrimos una dictadura que no nació, creo yo, de unas elecciones; o allí, en la antigua Yugoslavia, un movimiento que hace nada era tildado de terrorista está a punto de conseguir la independencia de Kosovo.

Nada de eso va a ocurrir en España, desde luego. La inmensa mayoría de los ciudadanos, incluidos los vascos, rechazamos el tiro en la nuca como medio de obtener lo que las urnas nieguen y, desde esa perspectiva, la inutilidad de la violencia parece indiscutible. Pero a la vista de algunos comportamientos observados en los últimos días, no me atrevería yo a mantener que ETA no logre absolutamente nada cada vez que aprieta el gatillo. Es duro decirlo, pero así son las cosas.

El lunes pasado, por ejemplo, se celebraron concentraciones en las puertas de ayuntamientos y otras instituciones para solidarizarse con las víctimas del último atentado. Y ya ven: graves insultos al presidente del Gobierno, ofensas a algún concejal madrileño por su condición sexual, profusión de términos tabernarios, ampliación incluso de “la brecha abierta entre el PP y la Asociación de Víctimas del Terrorismo”... En estas mismas páginas se atribuía ayer a los etarras la “miseria de la carencia de valentía entre las piernas”. ¿Argumentos de carácter genital, pues? Si lograr que personas a las que cabría suponer razonables y sensatas se expresen de tal guisa no constituye un éxito de la violencia, que alguien me explique de qué se trata.

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1 de diciembre de 2007

Nos siguen suspendiendo

NUNCA HE DUDADO de las buenas intenciones de quienes en los últimos años han legislado sobre temas educativos. Ni pensé que el propósito del PSOE con su denostada LOGSE fuera el de sacrificar el buen nivel de conocimientos de nuestros jóvenes en aras de la ineludible extensión de la enseñanza secundaria a toda la población, ni pasó por mi cabeza que la no menos denostada Ley de Calidad, del PP, pretendiera discriminar a unos estudiantes de otros según su origen social. Los juicios críticos que muchos profesores hemos emitido sobre las normas reguladoras de nuestro sistema educativo no han sido de intenciones. Lo han sido de hechos. Y éstos son tozudos.

Acaba de hacerse público un nuevo informe PISA. Ya se sabe: una evaluación que periódicamente realiza la OCDE de los sistemas educativos en los países desarrollados. Y, a mi juicio, lo más destacable de los resultados, en lo que a España se refiere, no es tanto que sigamos ocupando un puesto mediocre en el ranking internacional (a fin de cuentas, no estamos en una competición deportiva, y siempre habrá quienes se hallen por debajo de la media) sino lo que revelan sobre nuestra escasa equidad educativa, dada la gran diferencia de nivel existente entre los mejores y los peores alumnos. Ello pone en evidencia el fracaso de las últimas medidas legislativas. Porque uno de los propósitos que las ha inspirado, especialmente a las impulsadas por el PSOE, ha sido el de alcanzar una generalización de la educación que, con instrumentos como la famosa diversificación curricular, fuera compatible con la atención a las peculiaridades de cada alumno. Pero, por lo que se ve, las diferencias de conocimientos entre los escolares españoles no han disminuido en los últimos años. De modo que no se trata sólo de que nuestro nivel medio sea muy mejorable, sino que sigue habiendo muchos estudiantes con graves carencias. Por cierto: Extremadura no figura entre las comunidades autónomas que, voluntariamente, participaron en el estudio. Ignoro la razón.

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